El 2020 ha sido un año especialmente duro para los artistas y otros protagonistas de la cultura en el Perú. A los teatros cerrados, conciertos cancelados y otros espacios en un suspenso indeterminado, se le añade una lenta recuperación económica que afecta a los trabajadores de todos los rubros y a los consumidores, llevándolos a cambiar sus hábitos por dispersiones digitales factibles en el aislamiento voluntario.
Si las galerías eran espacios de socialización, para conocer a los artistas y escucharlos, el Centro Cultural Peruano Japonés había dado un paso más allá con la creación del Salón de Arte Joven Nikkei, un espacio de reunión y colaboración entre nóveles, y no tan nóveles, artistas de ascendencia japonesa, convocados por el artista y gestor cultural Haroldo Higa, para exponer sus trabajos con una mirada integradora a partir de la nikkeidad.
Este 2020 tomó al cuarto grupo, acompañado por la curaduría de Juan Peralta, en pleno trabajo, cuando la pandemia los llevó a realizar sus workshops a través de medios virtuales, a través de los cuales también se lanzó este 4.º Salón de Arte Joven Nikkei, el cual reúne la obra de diez artistas bajo el título “Alteridades y geografías de la nikkeidad. Otros relatos de la comunidad”, disponible en la web de la Asociación Peruano Japonesa (APJ).
Arte y profesión
Algunos puntos en común pueden entreverse en el conjunto de obras propuestas, que incluyen instalaciones fotográficas, escultóricas, videoanimaciones, xilografías y dibujos. Un punto en común es el profesionalismo de estos jóvenes artistas, que se desempeñan como diseñadores gráficos, docentes y otras labores complementarias que les permiten mantenerse en contacto permanente con el arte. La tecnología es otro elemento presente como herramienta o esencia del quehacer creativo de muchos de estos jóvenes.
José Miguel Maesaka Takahesu, por ejemplo, ha hecho una presentación multimedia a través de la cual reinterpreta una práctica sintoísta, el senninbari (千人針), con las huellas únicas que deja cada persona. “Respecto a los gráficos por computadora, es la herramienta que siento que mejor manejo. Me interesa el nivel de acabado al que puedo llegar y el proceso de creación es bastante flexible”, dice José Miguel, quien se ha especializado en este tipo de diseño gráfico, tras trabajar como generalista 3D en una casa productora.
“A partir de la investigación que hicimos durante el proceso de curaduría, encontré varios documentos relacionados a mi familia, y escuché de varios casos en los que, debido a los conflictos de la época, muchos otros se perdieron o incluso tuvieron que ser quemados. A través de mi obra busco representar que a pesar de que manifestaciones físicas se pierdan, el legado de estas personas sigue vivo a través de nosotros y de la comunidad que ayudaron a construir”, añade Maesaka.
Vida en video
En la instalación Trans In Situ, el escultor José Asato propone una mirada distinta a la nikkeidad mediante el uso de archivos fotográficos con una superposición de imágenes que son parte de su interés por la investigación y la experimentación del medio audiovisual tan cotidiano en la actualidad, explorando diversas técnicas como la fotografía, la animación, la instalación y el videoarte, a través de los cuales ha iniciado su nexo con la comunidad nikkei peruana con la que casi no había tenido contacto.
“Me di cuenta de que no era tan diferente como yo pensaba y que las mismas preguntas sin respuesta que tenía sobre qué es ser o no ser nikkei eran las de todos, entonces comencé a descubrir ese lado nikkei que por mucho tiempo había ocultado”, cuenta Asato, quien hizo una exploración personal al ir recaudando el archivo familiar (documentos y fotografías) “jugando un poco con la propia huella fotográfica, usando transparencias, superposiciones, alteraciones… siento que tiene que ver mucho con la alteridad y con los distintos grados de pureza que tiene cada generación”.
Para José, este cuarto salón, que también integran otros jóvenes artistas nikkei como Ana Sofía Villanueva Imafuku, Diana Okuma Oshiro, Víctor Sakata Gonzáles y el diseñador de modas Kenichi Sato Chinen, ha sido un espacio interesante tanto por el proceso colectivo como por el hecho de ser digital, multidisciplinario y “poder recibir críticas de diversos campos del arte, también me ha gustado el intercambio que hemos tenido no solo como artistas sino como personas”.
Familia e identidad
Tammy Chion Fujishima es escultora de profesión, pero se ha especializado en educación. Ella confiesa que tuvo olvidada su ascendencia nikkei mucho tiempo, pero que no olvida a su bisabuelo periodista quien, como muchos, fue enviado a un campo de concentración por la guerra. “Creo que la historia familiar influye siempre en la formación del artista y su obra, aunque uno no quiera”. En su caso, el proceso para crear una escultura relieve en algodón pima e hidrófilo, fue largo.
“Al empezar tenía claro que debía tocar el tema de mi nikkeidad con sutileza; la historia de mi ascendencia nikkei estaba, y aún está, llena de vacíos y yo quería plasmar esa ausencia a través del material. Por esa razón elegí trabajar con algodón que, inevitablemente, se irá deteriorando con el tiempo hasta perderse. En el camino la escultura se fue convirtiendo en una especie de mapa en donde se mezclan mi ascendencia japonesa, peruana, china y chilena”, explica Chion.
A Tammy le encantó poder conocer a otros jóvenes artistas nikkei que participaron en esta edición, entre ellos el diseñador Tach Maeshiro Watanabe, la diseñadora industrial Tetsu Tokumine Palomino (de Ica) y el pintor Gian Bacilio Akamine Mateo. Se logró crear entre ellos mucha camaradería, que ella disfrutó en medio del embarazo de su segundo hijo. “He vivido todo mi embarazo durante la pandemia. Soy profesora de arte en un colegio, por lo que he hecho trabajo remoto hasta octubre que di a luz”, cuenta.
Normalidad y virtualidad
Este año, el IV Salón de Arte Joven Nikkei 2020 se presentó de manera virtual, con dos conversatorios por video donde los artistas compartieron sus reflexiones sobre su labor artística. Las historias familiares, personales y profesionales no pueden evitarse en medio de esta nueva normalidad.
“Ha sido un año difícil, el no poder ver a la familia o los amigos ha sido algo duro. Pese a que paso gran parte del día frente a la computadora, soy de los que prefiere interactuar cara a cara con las personas”, cuenta José Miguel Maesaka Takahesu, quien continúa con sus proyectos personales. Lo mismo sucede con José Asato, quien cuenta que ha venido trabajando en su taller, produciendo nuevas piezas, continuando su investigación sobre su nikkeidad y pensando en hacer su primera muestra individual, luego de esta experiencia enriquecedora.
“Hemos pasado momentos muy divertidos y memorables, sobre todo en la cuarentena cuando comenzamos a tener mayor comunicación entre nosotros. Uno de los temas que más se conversó fue el futuro del proyecto y cómo íbamos afrontando la crisis, también buscamos conocernos un poco más, comenzamos a realizar actividades vía zoom desde karaokes a retratos ciegos, que consiste en dibujar a la persona sin ver lo que dibujas. Fueron momentos muy divertidos que pude compartir ya no como con compañeros sino como amigos”.
A nivel laboral, Tammy Chion cuenta que la pandemia la obligó a innovar en su método de enseñanza. “Fue como una gran sacudida que me saco de mi zona de confort y me forzó a buscar nuevos medios para seguir enseñando arte a pesar de la distancia y la falta de los materiales convencionales”, cuenta Tammy, quien el próximo año seguirá enfocada en su familia y su trabajo como docente.
© 2021 Javier Garcia Wong-Kit