Su escenario eran los teatros, las bibliotecas infantiles y centros culturales, adonde llevaba su bicicleta con el Kamishibai, el teatro de papel itinerante con el que Pepe Cabana Kojachi se hizo conocido como Mukashi Mukashi. Ahora la tarima está en el segundo piso de su casa, donde ha montado un set para grabar sus presentaciones digitales que no solo llegan al Perú, sino a muchos países donde viene difundiéndose esta forma de arte japonés.
“Es curioso que en esta coyuntura han aparecido muchos videos sobre Kamishibai, hay bastante material que se publica cada día, pero no toda la información es precisa”, dice Pepe, quien pasó parte del 2019 grabando un documental en cuatro ciudades de Japón sobre el teatro de papel japonés que ha despertado gran entusiasmo en distintos países donde se está aprovechando como herramienta pedagógica y de entretenimiento infantil.
En Tokio, Japón, está el grupo “Aozora Kamishibai”, dirigido por Akiko Mochizuki, que viene difundiendo este arte japonés desde el 2020 de manera virtual y con quienes Pepe Cabana Kojachi se reúne mensualmente; y en Puebla, México, el proyecto “Yolotl: historias que laten” dirigido por Rosario Ramírez, que organizó el Primer Encuentro Internacional de Lectura, Narración Oral y Kamishibai en 2019, en el que Pepe pudo participar antes de la pandemia. “Tenía varias invitaciones en 2020, una agenda programada con anticipación, y todo se cayó”, dice desde casa, al otro lado de la cámara.

Recuperando el paso
En marzo de 2020, la primera preocupación de Pepe Cabana Kojachi fue poder reunirse con sus dos hijos, quienes iban a llegar al Perú, pero cuyos vuelos se suspendieron en un principio por la cuarentena. Cuando pudieron llegar, a través de vuelos humanitarios, se concentró nuevamente en recuperar el paso de sus actividades artísticas, las cuales aún no se pueden hacer de manera presencial en un país afectado por su sistema de salud y la crisis política.
Habilitar un espacio para continuar con sus shows, mejorar su equipo técnico (sonido e iluminación) y resolver las particularidades de hacer presentaciones por una pantalla en lugar de un escenario completo han sido algunas de las adaptaciones que ha hecho en el último año en el que volvió al diseño y la locución como parte de sus emprendimientos, además de retomar el contacto con las instituciones culturales que ya conocían su trabajo.
Centros culturales como el Británico Cultural o el Peruano Japonés, así como la Biblioteca Nacional del Perú, le dieron la posibilidad de realizar presentaciones vía Zoom o por video, con el reto que eso significa. “Aprendí a no mirar la pantalla y dirigir mi mirada al lente de la cámara, buscamos mejorar la interacción y usamos dos cámaras para que la transmisión sea menos plana”, dice Pepe, que empezó la cuarentena haciendo shows familiares y que ha acabado presentándose a convocatorias públicas que le han permitido seguir en escena.
Proyectos en marcha
Con Mukashi Cuentos hacía sesiones mensuales para la familia, cumpleaños y pequeñas presentaciones porque la pandemia afectó a todos, en lo económico y la salud, dejando relegado lo cultural. “Había que ver la manera de ayudarnos, así que decidimos hacer un costo por familia, paga uno y entran todos. Tuvimos hasta 40 familias por sesión con las transmisiones en vivo”, dice Pepe, quien ha recibido el apoyo permanente de su esposa e hijos como equipo de trabajo para las grabaciones y transmisiones.
Luego llegaron los colegios, para los que ha hecho capacitaciones sumando muchos docentes, y otros talleres con Mukashi Mukashi Educación, además de presentar algunos de sus libros en sesiones virtuales y elaborar otra clase de cursos como conversatorios y talleres de títeres de papel, o promociones para la venta de sus libros. Parte del apoyo ha venido también de sus proyectos seleccionados por la Municipalidad Metropolitana de Lima y el Ministerio de Cultura.
“Fábulas para la vida” se llama la obra escénica virtual que se estrenará a mediados de marzo de 2021, con la Municipalidad de Lima, cuando se cumple un año desde el inicio de la pandemia por el coronavirus que truncó muchos proyectos pero que, poco a poco, ha podido retomar, como “Leer es para todos”, que busca motivar en los escolares la creación de textos, ilustración y narración desde el Kamishibai, o el “Taller de Kamishibai para la identidad y mediación lectora”, para profesores.
Continuo aprender
Pepe aprendió que era mejor grabar de madrugada, para evitar filtraciones de ruidos (“aunque siempre hay un perro ladrando en el vecindario y hay que grabar de nuevo”), que para entrar al personaje le ayuda alistarse como si fuera a salir al escenario, poniéndose el vestuario completo (perfume incluido), aunque no haga falta, y que hay que mantener un espíritu solidario, aceptando propuestas que muchas veces iban muy por debajo de sus costos.
“Hicimos muchas presentaciones por solidaridad porque hay que estar en las buenas y las malas, lo que más aprecio es tener trabajo”, dice Pepe, consciente de que muchos artistas perdieron esas posibilidades por diversos factores. “En mi caso, ha sido muy importante ser formal”, agrega, y es a partir de la tranquilidad de haber podido concretar diversos proyectos que Pepe ha podido dedicarle un tiempo a sí mismo.
“Quería hacer algo que me permita desconectarme, así que decidí empezar a estudiar japonés, tengo clases de lunes a viernes, me levanto a las 5 am, las clases son de 7 a 8.30 am y ya estoy en el sexto ciclo”, cuenta Pepe, quien sigue aprendiendo al lado de chicos a los que supera largamente en edad, con la mira puesta en el país de sus ancestros, al que viajó por última vez en 2019, cuando preparaba un documental de Kamishibai que va a estrenar en setiembre de este año, gracias al apoyo de diversas instituciones y amigos en Perú y Japón.
Un lugar para el Kamishibai
Pepe Cabana Kojachi parece inagotable, como si después de quitarse las gafas de utilería del personaje del abuelo Kichiro rejuveneciera cada vez más. “Para abril, mes dedicado de manera especial al libro, realizaremos el Festival “Tomodachi, amigos de la lectura y del libro infantil”, dirigido a toda la familia y que será trasmitido en vivo y con libre acceso por nuestra página de Facebook: Mukashi Mukashi Educación. En julio, continuaremos con el mismo formato y acceso con “Sueños de Rojo y Blanco” y con otros eventos”, dice Pepe, aunque aquí falte espacio para todos sus proyectos.
El apoyo de su esposa Tatiana e hijos le ha servido mucho para seguir este ritmo y proyectarse cada vez más, como cuando decidieron adecuar un espacio en casa donde realizan cortos animados, videoclips para canciones y los talleres y shows de Kamishibai que graba y que transmite en vivo. En este ambiente también busca alojar a los invitados que tiene para los congresos de Mukashi Mukashi Educación y otras presentaciones que cargan su agenda y su casa, donde está implementando su espacio cultural.

Aquí tiene todo el material que ha reunido de Kamishibai, que incluirá una donación de más de 100 publicaciones de la Biblioteca de Chigasaki, de Kanagawa, Japón, las cuales llegarán al Perú gracias al auspicio de Kyodai Remittance y coordinaciones de Chikako Yamawaki. “Se viene más trabajo y para más personas”, dice Pepe como terminando el cuento con un final feliz y, como en muchos de sus shows, con un mensaje esperanzador: “Si hay algo que creo que ha sido importante y aprendimos con lo que pasó, fue no desesperarnos ni perder la calma”, dice con serenidad japonesa.
