Okãsan es una historia emotiva y atrapante sobre una madre que viaja a Japón por primera vez para conocer a su hijo, aún pequeño, que se fue a vivir a Tokio para estudiar en una universidad local.
Un mes antes de cumplir 21 años, Pablo (llamémoslo así) cumplió un gran sueño de infancia: ¡vivir en Japón! Se mudó a la capital japonesa gracias a una beca otorgada por el Gobierno japonés. Hasta entonces, madre e hijo siempre habían vivido juntos.
Aún no tenía 6 años y Pablo ya decía que, cuando fuera adulto, viviría en Japón. Su madre no entendía de dónde había sacado esa idea. Pero, desde los 2 años ya disfrutaba del sashimi de salmón y también le gustaban las verduras, yendo en contra de los hábitos alimentarios de los niños de su edad.
Esta pasión por la cultura japonesa, quizás influenciada por el anime, el manga y las películas japonesas que invadieron la sociedad de consumo de la época, despertó en el corazón del joven Pablo ese deseo incontrolable de cruzar océanos y continentes hacia Japón. El sueño de un futuro fascinante, pero pleno. de incertidumbres, entre tradiciones antiguas y una rica cultura, combinadas con una vibrante modernidad, encantaron a Pablo como pocas otras cosas. Así, la madre que se quedó atrás se sintió abrumada por una mezcla de orgullo y anhelo cuando lo dejó ir. Lo que podría haber sido un viaje más sin mucho significado, se convirtió en una ventana de autodescubrimiento y de profundo vínculo entre madre e hijo, revelado en las conmovedoras páginas del libro Okãsan .Llegar al aeropuerto Narita de Tokio fue su primera inmersión en la cultura que su hijo había elegido para ella. Se sentía como una intrusa en un mundo peculiar, desconocido pero fascinante. El extraño sonido del idioma, el aroma de los platos típicos, el olor de las especias exóticas, las canciones y mensajes que resonaban en los parlantes, los rostros insólitos que pasaban, la dejaban en un estado de encantamiento y desconcierto. ¡Las emociones y la ansiedad la invadieron!
Cada rincón, cada tienda y cada persona que se acercaba, eran invitaciones directas a una nueva percepción de la vida y la mano del escritor captó estos momentos con la sensibilidad de quien observa cada detalle del alma humana.
Mientras deambulaba por las calles de Tokio, la relación entre madre e hijo se convirtió en el centro de sus reflexiones. La escritora describe con maestría las mareas emocionales que la envuelven cuando se topa con la ciudad que su hijo eligió como hogar temporal. El intercambio de mensajes y la ansiedad que precede al reencuentro se entrelazan con las bellezas y extrañezas que se presentan: la armonía de los jardines japoneses, la delicadeza de la presentación de los platos exhibidos en los escaparates de los restaurantes y la energía frenética de la vida urbana que transmite Shibuya. región que acababa de descubrir. Cada detalle saca a la luz recuerdos, deseos y la conexión indiscutible que las palabras escritas pueden inmortalizar.
Cada día en Tokio se convirtió en una nueva lección. Al visitar templos serenos como Meiji Jingu, recordó las historias que le contó a su hijo pequeño sobre Japón, tratando de transmitir las maravillas de una cultura con la que no estaban familiarizados. La paz que emana de lugares como Senso-ji, en Asakusa, contrasta con la bulliciosa energía de Shinjuku, donde las luces y el movimiento de la gente crean una armonía caótica pero irresistible. Entre un templo y otros, el escritor también se aventuró en los mercados tradicionales, donde el aroma de la comida callejera bailaba con el viento, siendo cada plato una obra maestra que despertaba sensaciones. Al probar delicias como takoyaki, tempura, ramen y udon , sentía que no sólo nutría su cuerpo, sino también la conexión con su hijo, quien ahora vivía estas experiencias en su vida diaria, con una facilidad nativa. Todo esto la hizo sentir más cerca de él que nunca.
En su búsqueda por conectarse con su hijo y comprender la nueva realidad que él abrazó, la autora se dio cuenta de que cada nuevo descubrimiento en Japón la guiaba en un viaje interior. Mientras describía la vida moderna en Shibuya Crossings y la serenidad de los templos antiguos, la escritora comenzó a hacer comparaciones entre su vida y las lecciones que aprendió. Como madre, entendió que el amor trasciende la geografía: lo que realmente importa es la fuerza que une los corazones, incluso a distancia. Y que el verdadero viaje está dentro de cada persona, esperando ser descubierto.
Okasan es, por tanto, un testimonio de la búsqueda de comprensión, simbolizando la complejidad de las relaciones humanas, donde conviven la aventura y la añoranza. Las experiencias vividas en suelo japonés no son sólo eventos en una línea de tiempo, sino parte integral de un acto que resuena a través de la cultura y el amor maternal. Es una crónica sobre la valentía de un hijo que se aventura hacia lo desconocido, que crece y madura lejos de los brazos de su madre y de una madre que, al encontrarlo, descubre que los lazos familiares son las verdaderas raíces que sostienen cualquier viaje.
“Un viaje a la belleza de un largo país y a la belleza de nuestras tierras, tan misteriosas como territorios desconocidos”. (Inés Guirnalda)
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Nota del autor: Mori Ponsowy, escritor, editor, traductor y periodista, ha publicado novelas y poesía. Nació en Argentina, pero vivió en Estados Unidos, Perú y Venezuela. Es autora de “Okãsan – Diario de viaje de una madre”.
© 2024 Katsuo Higuchi