Proveniente de la isla de Okinawa, el apellido japonés Higa es uno de los más comunes de esta prefectura y de los que más suenan en la comunidad nikkei peruana. De hecho, la historia de la comunidad los tiene de protagonistas, en especial a la de Haroldo Higa Taira, quien comparte la historia de sus ancestros y sus descendientes, que continúan con las tradiciones y el espíritu de unión de la colectividad en sus diferentes espacios de reunión.
Hay una foto que forma parte del archivo del Museo de la Inmigración Japonesa al Perú “Carlos Chiyoteru Hiraoka” en la que figura Eicho Higa, abuelo de Haroldo, un inmigrante japonés que llegó al Perú de Nago shi, prefectura de Okinawa, quien se destacó por ser un reconocido y respetado empresario y dirigente, llegando a ser presidente de la Sociedad Central Japonesa en 1963, presidente de la Asociación Estadio la Unión (AELU), el club Pacífico, el club Kiuyo, Nago Shiminkai, la Asociación Okinawense del Perú y otras más.
Haroldo cuenta que tuvo la visión de una comunidad nikkei unida y se caracterizó por establecer puentes entre los uchinanchus y los de naichi (los okinawenses y los provenientes de la isla principal de Japón). “Fue uno de los grandes líderes en la comunidad, de joven, mi abuelo desarrolló rápidamente varias instituciones nikkei, siendo fundador también del Negreiros Nikkei Club. También se involucró en la construcción del centro cultural”.
Como en pocos casos, al rol dirigente de su abuelo se le sumó su abuela, Haru Higa, presidenta de Fujinkai en 1967. Hay una foto que la muestra en el corte de cinta en la inauguración del Centro Cultural Peruano Japonés, al lado del príncipe Akihito, la princesa Michiko y el presidente de la república Fernando Belaunde Terry.

Los Higa
Haru y Eicho se conocieron en Japón y tuvieron cuatro hijos. Ambos le inculcaron un alto sentido de pertenencia a la comunidad nikkei, en la que eran entusiastas dirigentes, además de apoyar otras causas. Haru participaba en varias campañas sociales, como las colectas anuales que se hacían en Lima para la Cruz Roja. “Ella fue una entusiasta practicante de la ceremonia del té con un grupo integrantes de Fujinkai que años después daría origen a la Asociación Urasenke del Perú”, cuenta.
El padre de Haroldo, Guillermo, es médico veterinario y tuvo seis hijos con Angélica Asako Taira Miyahira. “Todos estudiamos en el colegio nikkei La Unión. Mis hermanas y mi hermano mayor estudiaron administración, contabilidad, derecho y economía”, cuenta Haroldo, recordando que sus padres se preguntaban qué iba a ser de él. Su hermano menor, Arturo, estudió literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú y se dedicó al diseño editorial y la publicación de libros, creando la colección de poesía peruana Álbum del Universo Bakterial, que suma cerca de 30 publicaciones en 20 años.
Haroldo recuerda que le gustaba “vagar con la imaginación”, casi desconectado de la realidad, pero que había desarrollado la habilidad del dibujo. Estudió diseño gráfico en la misma universidad que su hermano y en tercer año decidió cambiar a escultura, abandonando el sueño de diseñador. Su carrera profesional empezó en 1993, hace treinta años, en los que se ha vinculado, además, a la docencia y gestión cultural, creando el Salón de Arte Joven Nikkei.
Su apellido era tan común que incluso en la universidad le preguntaron si era pariente de Jaime Higa, otro importante artista plástico nikkei de más de 60 años. “Cada vez hay más Higa en las artes”, dice Haroldo, quien ha incluido a más de 70 artistas nikkei, de las artes plásticas, pero también diseñadores, programadores, grafiteros y otros creadores, en las siete ediciones que lleva este evento.
Nuevas generaciones
Haroldo cuenta que, entre los hijos de sus cinco hermanos, y contando a sus gemelos, Leandro y Facundo, los Higa de cuarta generación de su familia suman nueve jóvenes que van a continuar un legado que está sujeto a un nuevo escenario. “Cuando hago un viaje a los 14 años me veo en casa, con mis padres nisei y mis abuelos japoneses. Ahora, mis hijos viven solo con sus padres sansei, los jóvenes nikkei no tienen esa transmisión directa”, apunta Haroldo.
Si bien señala que ya hay una identidad nikkei actual en la que se expresa un respeto por la cultura y tradiciones, Haroldo es consciente de que las nuevas generaciones de nikkei, aquellos que mantendrán apellidos japoneses o los que no los tendrán, para él y su esposa nikkei de Argentina, Erica Yonamine, reconocida profesora de la Escuela de danza okinawense Ryuseihonryu Ryuseikai Filial Perú a la que conoció cuando eran becarios en Japón, es importante que ese legado y la historia de sus ancestros se mantenga vigente.
En 2022, Haroldo Higa inició con la Asociación Peruano Japonesa (APJ) el ciclo de conversatorios “Memorias Nikkei”, proyecto liderado por el Fondo de Investigación y el Museo de la Inmigración japonesa al Perú “Carlos Chiyoteru Hiraoka”, en el que fue conductor de estos diálogos con distintos nisei que contribuyeron con el desarrollo de la comunidad peruano japonesa, los cuales se emitieron una vez por mes durante el 2022, a través de las redes sociales de APJ, y en 2023 vienen realizando la segunda temporada.

Curiosamente, la madre de Haroldo es hija de inmigrantes de Nishihara, prefectura de Okinawa, donde fue una destacada bailarina de danza okinawense. “Fue discípula del destacado sensei de odori okinawense, Miezo Toma”, recuerda Haroldo quien, al estar en contacto con tantos jóvenes nikkei, siente que ellos tienen su propia forma de representar su identidad. “Nosotros tratamos de transmitir aquello que nos conectó, ahora es muy valioso el papel de las instituciones nikkei, dirigidas por los sansei y yonsei”.
Nuevas y viejas costumbres
Los hijos de Haroldo y Erica juegan para el seleccionado de fútbol del AELU y para el club Negreiros Nikkei Club en los campeonatos internos. Aunque no tienen la misma inclinación por el arte que sus padres, se mantienen unidos a las instituciones nikkei a través del deporte. “Sabemos que ellos se van a vincular muy bien y que, cuando sean más grandes, van a dejar un poco la soga y volver a la comunidad”, añadiendo que en su familia son multiculturales.
“Erica es Argentina y eso se nota mucho en casa, la mezcla de comida criolla y carnes. En el Mundial fuimos muy argentinos, Japón siempre es una referencia y el Perú de una forma muy natural”. Para Haroldo, haberse dedicado a la gestión cultural a través de los jóvenes ha sido encontrar una nueva pasión que comparte con su faceta de escultor, pero manteniendo los ojos a nuevas posibilidades como las tuvo él cuando expuso su trabajo en Japón, Argentina, Estados Unidos, República Checa, entre otros países.
“Queremos llevar la experiencia del salón a Brasil, Argentina y México donde existen comunidades nikkei. Hemos tenido contacto con fundaciones y ojalá tengamos esa oportunidad. De todos los programas de arte que hay en la comunidad, este es un caso único por abordar el tema de la identidad”, añade. Conectar a los jóvenes con los valores y las tradiciones es fundamental para el desarrollo de toda comunidad. Usar el arte como un medio puede ayudarnos a preservarlo hacia las nuevas generaciones.

© 2023 Javier García Wong-Kit