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Las pensiones en América Latina y los desafíos de los trabajadores latinos de Japón  

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Cobro de la Pensión

Desde hace unos años en las oficinas públicas hay más consultas de los extranjeros sobre pensión, cuidado de los padres en avanzada edad y cómo vivir la tercera edad. Al mes de diciembre de 2015, los sudamericanos registrados en Japón rondan los 230.000, de los cuales 170.000 son brasileños, 47.000 peruanos, 5.400 bolivianos y 2.600 argentinos, entre otros. Si vemos por estrato de edades, los mayores de 60 años no llegan al 10% del total, por lo que aún no es – en apariencia - un tema imperioso en lo inmediato. Sin embargo, teniendo en cuenta que no hay una nueva camada de migración nikkei desde los países latinoamericanos y que algunas familias han mandado a traer a sus padres que superan los 70 años de edad o más, es importante saber cuánto podrán cobrar de jubilación (pensión) o si tienen o no los requisitos para cobrar, etc. También, preocupa la posibilidad de que familias ya jubiladas tengan que hacerse cargo de los padres, estén en el Perú o Brasil o en Japón.

Muchas de estas familias latinas ya tienen más de 20 a 25 años de residencia en Japón y si bien llegaron en edad joven hoy están entre los 40 a 55 años o un poco más1. Es muy difícil saber si aportaron de joven como activos en sus respectivos países, y aunque hayan sido por ejemplo empleados públicos, es muy posible que el tiempo de aporte sea insuficiente para cobrar como jubilado el día de mañana. Esos años fueron muy duros para el Perú y es por eso que con la reforma migratoria de 1990 optaron por venir a trabajar al Japón.

Baja tasa de afiliación a la pensión en América Latina

Hace unos años atrás, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), el Banco Mundial y el BID-Banco Interamericano de Desarrollo, publicaron de manera conjunta un reporte titulado:“Panorama de las Pensiones: América Latina y el Caribe”2, donde señala que la gestión de las pensiones en la región es defectuosa y que a pesar de haber tenido una década o más de crecimiento y prosperidad económica, la tasa promedio de afiliación a la pensión es de apenas el 45%. Países como Brasil, Argentina, Chile y Costa Rica están entre el 50 al 70%, pero Colombia y México del 30 al 40%, y los centroamericanos, Perú, Bolivia, Paraguay no llegan ni al 20%.

Se observa una desigualdad muy grande en la afiliación según el nivel educativo y salarial, sexo, envergadura de la empresa donde prestan servicio, etc. Los que tienen título universitario y ganan un buen salario en una firma importante y si es varón, según señala el informe, la tasa es muy alta pues es del 71%. Si trabaja en una firma mediana es del 51% y si es pequeña tan solo es del 24%. Y si es empresario particular o autónomo es del 17%. En estos casos preocupa la vida posterior como jubilados porque no tienen ninguna cobertura. En países como el Perú, aunque están afiliados a la pensión todos los años hay muchos que teniendo 65 años de edad no logran cumplir con los 20 años de aporte.

Desde luego, aunque fueren chofer de taxi o carpintero o albañil, o sea autónomos, los que saben ahorrar y construir o comprar una casa de más para alquilar y hacerse de un ingreso extra para cuando deje de trabajar, podrán tener una vida más holgada. Una parte de la clase media de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil (principalmente, del Sur y Sudeste) tienen este comportamiento porque no tienen confianza en el sistema público de pensiones.

Y justamente lo que más preocupa es esta “nueva clase media” que si bien muchos han logrado un empleo más o menos regular y han venido aportando a la jubilación, por la crisis de Brasil y las situaciones recesivas de algunos países aledaños están dejando de aportar a la seguridad social y por ende se están pasando nuevamente al mercado laboral informal o por la reducción de sus ingresos están retornando al estrato social de los pobres.


Pensión no contributiva o de soporte social

No todo es negativo, pues desde el año 2000 aproximadamente, por las exportaciones de los productos primarios que gozaron de precios internacionales altísimos, las arcas del Estado de varios países lograron jugosos ingresos que les permitió otorgar “pensiones no contributivas” a jubilados y amas de casa3. Por ejemplo, en la Argentina existe la “jubilación para amas de casa4 que ante un trámite administrativo pueden cobrar un mínimo aunque no tengan los años de aporte obligatorio. Además, tienen también la cobertura en salud como jubilados (PAMI). Es tanto para varones como para mujeres y ha sido una política social apreciada porque ha otorgado mucha tranquilidad a los mayores de 65 años de edad que no eran beneficiarios.

De todos modos, no todos los países tienen este tipo de pensiones o si lo tienen es de manera muy limitada como lo es en Paraguay y el Perú. En los países centroamericanos y caribeños es inexistente y en Sudamérica solo lo tienen Venezuela, Bolivia y Argentina. Cada país tiene su normativa para ser beneficiario de estas pensiones sociales pero durante la bonanza económica por el petróleo o la soja muchos de estos países han ampliado las pagas a muchas personas. Lamentablemente, hay casos donde cobran más de un subsidio y en otras ocasiones lo están cobrando personas que no necesitan estos ingresos. En Japón, cuando supera una cantidad x de ingresos declarados no pueden cobrar la pensión por más que haya aportado los suficientes años que exige la ley. Si el sistema no es equitativo y justo, genera una situación adversa y de mayor evasión e informalidad.


El tema de los fondos para pagar las pensiones

Cuando hay bonanza económica los gobiernos suelen tomar medidas populistas para beneficiar con subsidios o pagas a los más necesitados o a los que no tienen determinadas coberturas. Sea para pagar una pensión no contributiva o para mejorar el sistema en su totalidad es necesario mejorar la recaudación en seguridad social y fortalecer también el cobro de los tributos, algo que no es nada sencillo en los países de la región.

Por un lado, es importante aumentar el empleo formal y atacar la irregularidad. Sin embargo, en las grandes ciudades y principalmente entre los jóvenes lo que ha aumentado es más la informalidad laboral sin poder cobrar los aportes a la salud, a la jubilación y los respectivos impuestos.

Por el momento, la tasa de fecundidad de Sudamérica ronda el 2.29 (índice promedio para el quinquenio 2015-20) pero para el año 2030 se reduciría a 2 y paulatinamente esta tendencia seguiría. Las estimaciones indican que para el año 2030 países como la Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Costa Rica, entre otros, tendrían una tasa de 1.8 o menor a esta cifra y por ende entrarían en una reducción poblacional con aumento de jubilados cuya expectativa de vida que es actualmente de 73 años pasaría a a 78 años en el 2030. En Japón el promedio es de 84 años por lo que es apremiante encontrar como Estado respuestas a la paga de la jubilación y los gastos médicos que aumentan año a año.

En América Latina todavía es preocupante la tasa de muerte de los niños en edad de lactancia pero a medida que se va revirtiendo esta tendencia y mejorando la atención sanitaria muchos van a tener una expectativa mejor de vida. Y eso significa que es sumamente necesario que los activos aporten al sistema, pero si aumentan solo los jubilados y la mitad de los trabajadores siguen en la informalidad no hay Estado que pueda aguantar semejante erogación en la seguridad social. Los países de la región deben diagramar mejor una reforma estructural para recaudar más y mejor de manera equitativa para que el sistema de pensiones sea sustentable.


Situación de aporte a las pensiones de los trabajadores nikkei

Y en cuanto a los trabajadores nikkei latinoamericanos que residen en Japón la situación de aporte a la pensión no es buena. Dado que vinieron para ahorrar e irse, al comienzo ellos mismos no fueron muy entusiastas en estar asegurados a la seguridad social. Promovieron la informalidad pudiendo estar más protegido. Han pasado más de dos decenios y en ese lapso, los que optaron por regresar tramitaron el reintegro del aporte jubilatorio5 y ahora están como no aportante, y los que han venido aportando a los 65 años de edad no van a cumplir con los 25 años de aporte obligatorio.

Recién en los últimos años se observa un mayor interés por el cobro de la pensión que se acerca cada vez más. Las mismas contratistas han tenido que regularizar los aportes porque la autoridad de contralor ha aplicado con más rigidez las leyes y reglamentos que han sido modificados para reducir la evasión y la informalidad. Aún así no son muchos los que pueden cumplir con los años de aporte, pero una medida económica del gobierno japonés aprobado en julio de 2016 ha introducido una importante reforma donde indica que para poder cobrar la jubilación el tiempo mínimo de aporte se reduciría a 10 años. Se supone que entraría en vigencia desde el próximo año6 y eso significaría que muchos extranjeros mayores de 65 años de edad podrían cumplir con este nuevo requisito y cobrar proporcionalmente al tiempo de afiliación.

En los seminarios de orientación educativa participan los padres de los alumnos, pero casi siempre hay preguntas sobre la pensión en Japón.

En Japón, los autónomos o amas de casa que aportaron solo a la jubilación básica cobran por 40 años de aporte una suma aproximada de 780.000 yenes al año y los asalariados donde aportan la patronal y los trabajadores en partes iguales cobran una suma mayor que va en proporción al salario promedio como activos. Los aportes como autónomos y como asalariados se complementan y por ende si pagan al seguro social “shakai hoken” eso les permitiría mejorar sustancialmente el valor de la jubilación que podrían cobrar después de los 65 años de edad7.

Muchos trabajadores latinos se resistieron a estar regularizados en su momento porque los descuentos por seguridad social rondan el 15% del salario mensual, pues el aporte jubilatorio es del 8.914% (el mismo porcentaje lo aporta también el empleador por lo que es del 17.828%, un índice que se va ajustando periódicamente por ley). Y por el seguro de salud es cerca del 5% y por el seguro de desempleo es del 0.4% (el empleador paga el 0.7%). Desde luego, estas deducciones merman el salario de bolsillo pero en realidad es un seguro para el futuro y toda eventualidad que pueda suceder en la vida activa.

Lo curioso de todo esto es que en los países que son oriundos estos trabajadores si bien difiere la modalidad del sistema, la carga social es mucho mayor y la cobertura social es básica. Por ejemplo, en el Perú para cobrar la jubilación es necesario tener 65 años de edad y exige un aporte mínimo de 20 años. El que es administrado por el Estado deduce del salario un 13% y si es del ámbito privado un 10% (en el caso de Perú y Chile el trabajador puede optar por algunas de las dos). Aparte se les descuenta un seguro de salud y por siniestros laborales. Lo que sí en la mayoría de los países de América Latina la carga patronal es mucho mayor que la del empleado pues debe asumir del 25 al 30%. Y en el caso de Brasil para cobrar la pensión el trabajador debe aportar 30 años. O sea, las quejas de los nikkei latinos no tenían ningún fundamento y hoy están “desprotegidos” más por su dejadez e irresponsabilidad que la evasión de los empleadores o contratistas.

Desde luego que en el sistema de la seguridad social japonés hay defectos y desafíos a futuro que deben ser paliados, pero si comparamos con el resto del mundo se puede decir que ofrece un nivel de servicio y protección a un precio bastante razonable dado que lo que no se cubre con los aportes de los asegurados el Estado lo cubre. El dilema es hasta cuándo y hasta qué punto podrá aguantar los fondos públicos de Japón en dar tanta cobertura a los activos como a los pasivos, éste último en tendencia creciente a pasos muy rápido.

Es indiscutible que el sistema público de protección social de este país es bastante mucho más equitativo que el de los países latinoamericanos y el mayor desafío será cómo afrontar los enormes gastos de la tercera edad cuya población aumenta y la de los pasivos se reduce.

Notas:

1. Según los Datos de Migraciones de Japón, Por edades y sexo, más de la mitad de los brasileños y peruanos tienen cerca de los cuarenta a cincuenta y cinco años de edad.

2. OCDE, Banco Mundial y BID 2014, “Panorama de las Pensiones: América Latina y el Carib”.
Acerca de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)

3. Los países que han tenido buenas ventas por las exportaciones han implementado políticas de acción social dando mayor cobertura a los de menores recursos y para incluir a los jubilados sin cobertura aunque no habían aportado hasta ese momento. Sin embargo, la excesiva protección y las erogaciones del erario público han generado críticas y asfixiado las arcas del Estado. La pensión contributiva de Japón llamado “rorei fukushi nenkin” está vigente desde 1961 para auxiliar a los que por alguna razón de fuerza mayor no han podido aportar y no reúnen los requisitos para cobrar la jubilación básica “kokumin nenkin” (el monto actual es de 398.000 yenes).

4. Es una variedad de pensión no contributiva y al año 2016 el valor es de 7.000 pesos por mes que es el salario mínimo (unos 460 dólares o sea 46.000 yenes). Durante los primeros cinco años tendrán un descuento del 20% para que de alguna manera aporten siendo beneficiario y de esa manera puedan estar también dentro del PAMI para recibir las atenciones médicas y demás servicios. Los extranjeros residentes pueden acceder a esta paga.

5. Este trámite de devolución se solicita desde el país de origen. Cuando se benefician de esta devolución pierden la condición de asegurado en el sistema de seguridad social de Japón. En caso de retornar posteriormente a Japón deberán aportar desde el inicio. En la web de Nenkin Kiko está explicado cómo tramitar en español.

Nenkin Kiko,「短期在留外国人の脱退一時金

6. Noticias del diario Sankei, 「低所得者、無年金者、学生が恩恵も、実効性には疑問の声」2016.08.02 

7. Nenkin Kiko: Desde la web se puede verificar los años aportados y el valor estimativo que podrían cobrar: Nenkin Net.

 

© 2016 Alberto J. Matsumoto

Japón Latinoamérica nikkeis en Japón pensiones
Sobre esta serie

El licenciado Alberto Matsumoto encara las distintas facetas del Nikkei en Japón. Desde la política migratoria sobre la inserción al mercado laboral del inmigrante hasta su inculturación a las costumbres y lenguaje japonés a través de la educación primaria y superior. Analiza la vivencia interna del Nikkei latino con su país de origen, su identidad y su convivencia cultural personal y social en un contexto cambiante de globalización.

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Acerca del Autor

Argentino, descendiente de segunda generación, radicado actualmente en Japón. Es licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador, Buenos Aires. En 1990 obtiene la beca del Ministerio de Educación de Japón y realiza sus primeros estudios en la Universidad de Tsukuba. Luego, en 1997 obtiene la Maestría en Derecho Laboral y Económico en la Universidad Nacional de Yokohama. Director General de la Consultora Idea Network, especializada en traducciones jurídicas. Ha sido intérprete judicial en la Corte de Tokio y Yokohama por más de 20 años. Es profesor de Español en la Prefectural de Shizuoka y de Economia, Sociedad y Derecho de América Latina en la Facultad de Derecho de Dokkyo University. También imparte sobre Historia de la Inmigración Japonesa y Sistema Educativo de Japón, en la Kaigai Nikkeijin Kyokai para los becarios Nikkei de la JICA. Ha publicado varias obras como la Ley de Migraciones de Japón, Impuesto a la Renta , en castellano, y en japonés: Los 54 capítulos para conocer la Argentina (Akashi Shoten, 2005), Aprenda el español con solo escuchar el CD (Chukei Shuppan, 2007), etc. En 2017 obtuvo el Premio Gratitud a la Cooperación Internacional del Presidente de JICA -Agencia de Cooperación Internacional de Japón y en 2018 estuvo a cargo del análisis e informe del estudio de las comunidades nikkei de México, Cuba y Argentina, de la División América Latina de la Cancillería de Japón (Gaimusho). http://www.ideamatsu.com/

Última actualización abril de 2020

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