Nací en Hawái, de padre estadounidense japonés yonsei y de madre estadounidense irlandesa, quienes me dieron el nombre de Jayme Tsutsuse. A pesar de que los apellidos japoneses son comunes en Hawái, el apellido Tsutsuse es poco común y no solo en Hawái o en los Estados Unidos, sino también en Japón. De hecho, durante todo el tiempo que he estado investigando, aún no he encontrado una línea familiar Tsutsuse además de la mía. Incluso, me atrevería a decir que soy la única Tsutsuse que actualmente vive en Japón.
Cualquiera que no esté familiarizado con el idioma japonés, con frecuencia se le trabará la lengua entre las dos “t” y las tres “s” de “Tsutsuse”. He escuchado de todo: “Tootsie”, “Tootoosee”, “Tasutasusay” y algunas veces la gente se da por vencida y termina diciendo “Tsunami”. Cuando era pequeña, yo solía dividir mi apellido en sílabas: “Sue somebody, sue somebody, say something” [juego de palabras en inglés que se traduciría como “demandar a alguien, demandar a alguien, decir algo”]. Pero cuando se lo dije a mi maestra de tercer grado, en lugar de llamarme “Jayme Sue-Sue-Say”, ella decía “Jayme Sue-Somebody-Sue-Somebody-Say-Something” durante todo el año.
Como era una niña, pensaba que era divertido y no me importaba que mi apellido llamara más la atención, pero en la secundaria, cuando me mudé al Norte de California, comencé a notar un cambio en las expectativas que la gente tenía acerca de mi apellido. Tener un apellido en japonés se volvió poco común y tras responder continuamente a la pregunta: “¿De dónde eres?”, comencé a creer que, de alguna manera, yo era realmente japonesa.
Este sentido de identidad había modelado durante años la forma cómo yo misma me había considerado, pero cuando me mudé a Japón el año pasado, todo cambió. De repente, en lugar de preguntarme cómo se pronuncia “Tsutsuse” o de dónde es el apellido, la gente me preguntaba: “¿Cuál es su kanji?” Esto me tomaba por sorpresa y cuando yo les respondía que no sabía, la gente se desconcertaba. Incluso, una vez, alguien señaló que yo estaba agregando el sonido corto de una “t” antes de la última sílaba “se”. Después de todos estos años de haber corregido a otras personas, ahora era yo a la que estaban corrigiendo.
Me sentía extraña al perder esa parte de cómo yo me había identificado a mí misma y también, al experimentar la incomodidad que sentían otras personas cuando veían “Tsutsuse” en el papel y tenían que convertirlo a un sonido. Rápidamente aprendí a escribir Tsutsuse en kanji y practiqué la pronunciación una y otra vez, asegurándome que estaba usando el número correcto de letras “t”. Pero aun así, me sentía cohibida. Cuando yo decía mi apellido, la gente lo repetía con una expresión de desconcierto y yo no podía saber si lo había dicho mal o si la gente solo estaba rebuscando entre sus bancos de memoria de kanji. Yo trataba de dibujar los caracteres en el aire, solo para demostrar que, aunque yo no pudiese decir “Tsutsuse” perfectamente, al menos podía escribirlo.
Ahora, después de haber vivido en Japón durante un año, estudiando el idioma y familiarizándome un poco más con la sociedad japonesa, me he dado cuenta que no es mi pronunciación o mi falta de conocimientos de kanji lo que me hacen sentir menos japonesa que mi apellido japonés. Mis experiencias de vida son totalmente diferentes y solo por el hecho de encajar dentro de la definición estadounidense de lo que significa ser japonesa, no significa que voy a encajar necesariamente en la forma cómo se define en Japón el ser japonesa.
Mi apellido trae consigo diversas expectativas que dependen de las circunstancias. En los Estados Unidos, por ejemplo, mi apellido reafirma de manera permanente mi herencia japonesa; mientras que en Japón, me recuerda que soy una extranjera. El hecho de entender esta distinción me ha situado entre dos culturas, en las cuales no puedo identificarme completamente con ninguna de ellas y al mismo tiempo, ninguna de ellas tampoco puede identificarme por completo.
No importa a donde vaya, la gente siempre tendrá diferentes expectativas sobre quién soy yo. Pero sin una expectativa general, no se puede hablar de una identidad objetiva a la que yo tenga que acomodarme. Soy libre de crear una identidad propia, no en base a las ideas que tengan otras personas sobre mí, sino en quién yo creo que soy realmente.
Aún lo estoy descifrando, pero ya he dejado de analizarme a mí misma, etiquetando las partes que son japonesas y las que no lo son. He aprendido a que mi apellido no confunda la manera como yo me veo a mí misma, porque al final, no se trata de ser una experta en cómo se dice o se escribe Jayme Tsutsuse. Se trata, más bien, de sentirse cómoda con ser Jayme Tsutsuse.
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Nuestro Comité Editorial seleccionó este artículo como una de sus historias "Nombres Nikkei" favoritas. Aquí están los comentarios.
Comentario de Susan Ito:
Disfruté de este ensayo por su humor, por su punto de vista único con respecto a los nombres, por su singular nombre “Tsutsuse” y por cómo su percepción de su “japonización” cambió al vivir en Hawái, California del Norte y finalmente, en Japón. El ensayo estuvo repleto de sorpresas, así como la autora también se sorprendió por el origen y verdadero significado de su nombre, cuando el kanji fue analizado en Japón. Su identidad como una persona japonesa cambia dependiendo del ambiente y de las expectativas de la gente que la rodea. Finalmente, ella aprende a sentirse cómoda consigo misma, sin importar la percepción del resto.
Comentario de Andrew Leong:
El relato de Jayme Tsutsuse sobre el redescubrimiento de su nombre, como un misterio genealógico, adivinanza de patio de juegos y test de alfabetización de kanji, nos traslada de Hawái a California y a Japón. Aprecié mucho el honesto enfoque de Tsutsuse en los procesos de desmenuzar un nombre para encontrar la paz, no en su pronunciación o en su escritura, sino en su existencia.
Comentario de Tamiko Nimura:
Jayme nos ha entregado un ensayo sobre su original nombre, uno que resuena a través de las experiencias de los nombres nikkei: la dificultad en su pronunciación, la habilidad (o no) de escribir el nombre en kanji y las conexiones al origen y a la identidad culturales. Sin embargo, el ensayo de Jayme destaca por combinar todos estos elementos en una travesía cohesiva que nos ofrece una mirada diferente dentro de la flexibilidad del significado de un nombre. Especialmente aprecié su habilidad para describir esta travesía a través del tiempo, las culturas, las naciones y los espacios.
© 2014 Jayme Tsutsuse
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