Los inmigrantes necesitan más que otros de que enorgullecerse
Como es sabido, tanto los Estados Unidos como los países de América Latina han construído sus naciones con la presencia de millones de inmigrantes extranjeros que llegaron masivamente desde mediados del siglo XIX a principios del XX. Europa estaba inmersa en guerras y graves problemas políticos y estas nuevas naciones requerían de mano de obra para desarrollar sus incipientes industrias.
La Argentina, país de origen de quien escribe, ha recibido casi 6 millones de inmigrantes en 50 años, de los cuales la mitad se establecieron de manera definitiva y han cimentado las bases culturales de este país. La enorme presencia de extranjeros de diversas procedencias exigió que el Estado diseñara una fuerte política de integración e identidad nacional a través de la educación pública y el servicio militar, ambos de carácter obligatorio. Desde luego, eso ha provocado también nacionalismos excesivos que se reflejaron en conflictos fronterizos y ambiciones territoriales, algunas de ellas vigentes hasta el día de hoy en diversas parte de la región.
Y los inmigrantes, sin excepción alguna, trabajaron muy duro para ahorrar y enviar dinero a sus familias. Un elemento en común de todos los extranjeros es que, en esta primera etapa, suelen extrañar mucho a su país y sentir nostalgia. Algunas comunidades han construído escuelas para la enseñanza de su idioma materno, centros culturales y de ayuda mutua, y no dejaron de organizar eventos festivos para rememorar sus días nacionales, aniversarios, etc. Estos festejos les han permitido mantener su identidad cultural dentro de una sociedad que a medida que pasaba el tiempo se hacía más evidente la formación de una identidad nacional con valores propios del país, tendencia que se fortalece con la segunda generación o sea los hijos de los inmigrantes. Estos nuevos nativos son los que van asumiendo su rol de nacionales en un país joven, y el mestizaje con otras nacionalidades o nativos de mayor permanencia van dando origen a identidades más complejas basada en la fusión de varias culturas y costumbres que de alguna manera han y siguen enriqueciendo la sociedad donde residen.
Este tipo de personas son las que, aun siendo descendientes de japoneses, han venido al Japón desde los ’90 desde varios países de América Latina, llegando a conformar una masa de casi 390.000 inmigrantes latinos. Son nikkei latinos oriundos del Brasil, Perú, Bolivia, Argentina, etc. Si bien casi la mayoría tienen lazos familiares con el Japón, culturalmente tienen una identidad particular del país del que proceden. Este trasfondo cultural es lo que los enorgullece, lo sienten y lo muestran en los diversos eventos que organizan, incluyendo en los aniversarios de la independencia nacional. La nostalgia que sienten es por el país donde nacieron y se criaron, y no necesariamente por el de la “cultura japonesa” que sus padres le transmitieron.
Instituciones, fiesta patria, identidad nacional y cultural
Los inmigrantes suelen constituir asociaciones de connacionales para mantener la fraternidad y la ayuda mutua. Son instancias que les permiten sentirse parte de una comunidad propia y a medida que van logrando su integración a la sociedad local estas instituciones se van transformando también en motores de trasmisión de su cultura. Los inmigrantes japoneses también formaron sus asociaciones según la Prefectura donde procedían y luego otras instituciones más abarcativas que, de hecho, hoy, son las que canalizan en parte las relaciones culturales con el Japón y la sociedad local.
Los nikkei latinos de Japón que ya tienen casi 20 años de trayectoria en este país están organizando en los últimos años eventos conmemorativos por las fechas patrias, rememorando la independencia de su país. Aunque los connacionales no llegan a cifras importantes, los colombianos y bolivianos han organizado actos muy emotivos que han convocado a mucha gente; y desde luego, los peruanos, la comunidad hispana más importanbte, ha logrado organizar en diversas ciudades del país eventos muy bien organizados mostrando sus tradiciones, su cultura y su orgullo. En cualesquiera de los casos han participado los comercios y firmas ligadas a la comunidad en calidad de patrocinantes y los funcionarios de la Embajada como del Consulado se han hecho presentes para mostrar su gratitud por estas iniciativas.
En algunos casos como el de los bolivianos, este año, organizaron un pequeño torneo de futsal; y en el caso de los peruanos hubo dos eventos el mismo día en la ciudad de Tokio. De cualquier manera, lo destacable de todo esto es que son iniciativas privadas y ninguna es “oficial” o “autorizada” por el gobierno o la Embajada de su país; todas tienen su significancia y merecen el reconocimiento por el esfuerzo que realizan. Tal vez sea necesario coordinar algunos detalles para evitar superposiciones innecesarias para que los representantes diplomáticos puedan estar en ambos o varios eventos, pero es indiscutible el valor institucional que tienen estas celebraciones para los migrantes latinos y el peso emocional que significa realizarlo en la fecha correspondiente. En todos los actos se inicia con el izamiento de la bandera, con el canto del himno nacional, con breves saludos del invitado especial, embajador, cónsul o representante diplomático, para luego ir a las presentaciones artísticas de folklore y demás. Y desde luego, están a la venta los productos típicos y algunos platos del país.
Para ilustrar lo que ha sido este año 2008, el día 20 de julio los colombianos festejaron su Día Nacional en el Parque Hibiya de Tokio, el día 27 de julio los peruanos en Shinkiba y en Kabuki-Cho, Shinjuku, ambos en Tokio, y también en Toyohashi, Nagoya, Kobe y Osaka. Y el 10 de agosto, los bolivanos lo organizaron en Kabuki-Cho, Tokio y en Atsugi, Kanagawa.
En estos eventos participan grupos profesionales como semi-profesionales, cuya trayectoria es reconocida por muchos y son importantes canales culturales con el Japón, y desde luego grupos artísticos amateur que pertenecen a artistas de la comunidad latina. Un elemento llamativo es que muchos de los que cantan y bailan son alumnos o discípulos japoneses. Y uno de los objetivos de la organización de estos eventos es mostrar a la sociedad japonesa sus manifestaciones culturales, por lo que suelen empezar a horario, presentar ordenadamente a los grupos y explicar el desarrollo del evento como las particularidades de cada grupo en castellano y japonés. Otro tema es que se ha podido apreciar que prestan más cuidado a la seguridad, al consumo medido del alcohol y la prevención de peleas, al no manejo después de consumir bebidas alcohólicas, etc, y buscan fomentar también la presencia de las autoridades locales japonesas (alcalde, funcionarios municipales, etc).
Desde luego que hay detalles para corregir, pero es indiscutible que estas actividades de tipo cultural motivan mucho a la comunidad y los hacen sentir muy orgullosos de su identidad nacional y los compromete más con la sociedad donde viven.
Japón no posee un “Día de la Independencia”, pues nunca estuvieron, salvo la posguerra, dominados por otras naciones. Por eso, el festejo del “Día Nacional” por parte de los latinos debe estar acompañado de una breve explicación histórica a nivel vecinal o escuela a través de los boletines municipales o barriales donde viven muchos extranjeros. Es para ilustrar un poco más a los japoneses de otras realidades lejanas que en las escuelas no suelen aprender. Y desde luego, los mismos inmigrantes también deben hacer un esfuerzo mayor en conocer más la historia, la cultura y las tradiciones de Japón. Sin esta reciprocidad es muy difícil llegar a una instancia de mutua comprensión y es muy posible que todo termine en un mero espectáculo cultural “atractivo” y “diferente”, y de rápido olvido.
Notas:
Sitios donde hay fotos y menciones sobre estos eventos del Día Nacional:
http://www.wakaranai.info/site/
http://kyodai.co.jp/revista_pdf.html
http://www.impactolatino.jp/
http://www.mercadolatino.jp/inicio.html
http://www.mibolivia.org/
© 2008 Alberto J. Matsumoto