
No es común encontrar asociaciones que, en principio, parecen lógicas, pero que a veces se ocultan entre lo más visible. La relación entre literatura y psicología es muy fructífera, sin embargo, en Perú no tiene muchos exponentes declarados. Seiji Arakaki Hirano, psicólogo clínico y psicoterapeuta nikkei, se interesó por la literatura mucho antes de iniciar su carrera, pero esta llegó a impulsarla con una experiencia que lo dejó marcado.
A sus 37 años, cuenta que sus ancestros se afincaron, entre otros lugares, en Huacho y Huaral, al norte de Lima, donde aún viven algunos parientes de su familia materna mientras que su familia paterna cuenta con algunos negocios en el centro de Lima. Un restaurante, una panadería y la joyería de su padre, donde los hijos empezaban a conocer el valor del trabajo haciendo limpieza de las vitrinas y recados. Por esos años de infancia y juventud, las fantasías de Seiji estaban relacionadas al fútbol.
Era delantero, jugó hasta los 17 años en el equipo del AELU (Asociación Estadio La Unión), que por aquel entonces pertenecía a la segunda división del fútbol profesional peruano. “Escogí una carrera porque quería seguir jugando”, dice Seiji. Al principio fue ingeniería, luego administración; siempre pensando en algo que sea ‘rentable’. Luego llegó la psicología, aunque en el fondo sentía que su camino estaría guiado por las letras de un modo y otro.

La experiencia definidora
“Pasé a jugar con el equipo sub-20 del club Bolognesi y habré estado en idas y vueltas, cuando se dio la opción de jugar en Estados Unidos. Fui para allá e hice los entrenamientos. Había la opción de estudiar con media beca, pero no me pude quedar porque me negaron la visa debido a mis notas en la universidad”. Sin buenas notas no podía seguir jugando. Se quedó en Perú y aquí lo aguardaba otra prueba.
“En AELU, me había hecho gran amigo de mi entrenador, Antonio Zubiate, y él me invitó a ser su asistente de un grupo de chicos de 15 años, quienes venían de zonas y circunstancias difíciles”. En aquel tiempo, Seiji había dejado los estudios y estaba trabajando en el negocio de sus papás. “Y ocurre que a un chico del club lo agarran robando y se armó un lío con la directiva que decide expulsarlo”.
Seiji no estaba de acuerdo con esa decisión y sintió una gran frustración porque, “pensé que yo debí haber tenido otras herramientas para ayudarlo o detectarlo antes. Y ahí surgió la idea de estudiar psicología”. Seiji era un lector disperso: de literatura, filosofía, historia… pero con su carrera llegaron no solo las lecturas clínicas sino también los clásicos. “Me topé con un libro de Erik Fromm en el que dice que leyendo a Kafka, Tolstoi y Dostoievski, entiendes qué es un ser humano”.
Psiquiatría y literatura
A Seiji le había interesado la literatura también como tema de estudio clínico. “Quise hacer ese match para saber cómo funciona la mente para escribir y cómo se procesan los conflictos. Era algo complejo, pero al final lo pude hacer usando adolescentes como población y en el proceso de buscar participantes para mi tesis fui a talleres de escritura. Me metí y ya no salí, me quedé y encontré otras cosas para mí”.
El placer por escribir se fue materializando y empezó a hacerse visible con su primer libro: Leit motiv (Liwru, 2022), un conjunto de cuentos que “muestran personajes que sufren de realidad: vínculos rotos, pérdidas, desamor, injusticia, monotonía, locura y sin sentido”. Son personajes conflictuados y confundidos, algo por lo que pasaría el propio Arakaki en mayor medida tras la muerte de su padre.
“Le comenté a mi papá que iba a publicar el libro en abril, pero falleció antes y no llegó a verlo publicado. Él era lector y yo le había dedicado el libro a él”, dice Seiji, quien en simultáneo ya venía trabajando su siguiente conjunto de cuentos, ahora con la crisis por la muerte de su padre en mente. “Él era competitivo, de chico no nos dejaba sin hacer nada. Para él era importante que no nos creyéramos por ser los hijos de los jefes de la joyería”.
Regreso a casa
“Cuando empecé a estudiar psicología fue como regresar a casa”, cuenta Seiji Arakaki, quien siempre sintió que las cosas se iban dando sin apresurarlas. A diferencia de su padre, él no se sentía competitivo y tenía un ritmo más bien pausado para todo lo que hacía. “La psicoterapia surgió igual, a medida que estudiaba me interesaron los temas clínicos. Al principio, mis papás no lo veían con buenos ojos”.
Empezó en 2016 con esta especialidad y aquí ha encontrado un lugar en el que se siente cómodo. “No volví a extrañar el fútbol, solo estar con los amigos, pero jugar ya no”. Cuenta que su tío es el destacado futbolista nikkei Jorque ‘Coqui’ Hirano, que jugó en Japón y Bolivia1 y que su segundo libro, Fragmentos de una temporada en la luna (Brújula Editorial, 2024), renovó su confianza en la escritura a partir de los comentarios positivos recibidos.
El que más recuerda es el que indicaba que se trataba de un libro de madurez, en el que se notan aspectos personales que fueron modificando su manera de entenderlos y donde se “exploran diversas preocupaciones literarias que giran en torno a la experiencia humana del miedo, la lucha por encontrar sentido y la fragilidad de la vida. Nos deja en claro que la muerte, por más angustiante que pueda ser pensar en ella, es una realidad ineludible”.
Terapia de identidad
Para Seiji, la escritura terapéutica es un camino hacia el autoconocimiento y la comprensión emocional. No necesitas ser escritor, solo permitirte escribir sin juzgarte. No se trata de escribir ‘bien’, sino de utilizar la escritura como medio para expresarte. “Es una herramienta para explorar emociones, comprender experiencias y encontrar claridad mental”.2 Estos beneficios que comparte en redes sociales los ha aplicado en algunas sesiones literarias esporádicas.
“Una vez, llevando un taller literario, a finales de año, me puse a leer “Mi planta de naranja lima” y lo terminé en una sentada. Pensé: yo quiero hacer sentir esto que me hizo sentir el autor, quiero conmover”. Su segunda obra parte del duelo y añade algunos elementos de su identidad nikkei. “El libro me llevó a tener una conexión espiritual con esas costumbres de las que me había apartado desde el colegio La Unión”.
Arakaki cuenta que tras la muerte de su papá aparecieron experiencias cercanas a lo paranormal. Eso lo llevó a reflexionar sobre sus tradiciones nikkei, como el butsudan y el obon. “Las había vivido como algo secundario y a partir de ahí me metía investigar más y a entender mis raíces y cómo soy… me di cuenta de que hay mucho de eso y los conflictos que hay con la cultura peruana”. Escribir ha sido un reencuentro consigo y sus raíces, una terapia de identidad que ocupa un lugar central en su vida y que continúa mientras prepara su próximo libro.
Notas:
1. José Augusto Giuffra, “Jorge Hirano: Kamikaze en el Altiplano”. (Dechalaca.com. 10 de October de 2008)
2. “Qué es la escritura terapéutica?” (Instagram, 6 de febrero de 2025)
© 2025 Javier Garcia Wong-Kit