
Detrás de todo arte hay una ciencia, un método y un concepto que nos ayuda a ver al creador de una obra. Muchas veces, esta obra responde a impulsos personales, íntimos e instintivos de ese individuo. Pero otras veces es un ejercicio creativo, un ensayo reflexivo y un reto para estudiar algo, alguien o un lugar. En 2024, un grupo de peruanos interesados en Japón llevaron un curso con una consigna clara: producir un contenido artístico o intelectual que los conectara con ese país.
Ocurrió en el Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica del Perú. El tema fue cultura japonesa contemporánea. La profesora: la Dra. Satomi Miura del Colegio de México. El objetivo: ampliar y enriquecer la comprensión de la cultura japonesa contemporánea, a partir del conocimiento especializado de expresiones culturales y artísticas de las últimas décadas, mostrando su interconexión y relevancia dentro de la escena internacional.

En un mundo globalizado y mediado por los sentidos y la tecnología digital, las artes escénicas, la fotografía, la producción fílmica, las expresiones musicales y las artes híbridas del Japón actual se vuelven más cercanas y fáciles de estudiar por peruanos descendientes de japoneses o no, que se motiven por realizar estudios transculturales y las prácticas artísticas derivadas del intercambio y la movilidad humana tan frecuente en la actualidad.
Alonso Belaúnde Degregori, profesor del Centro de Estudios Orientales, explica que este curso se hizo posible gracias al respaldo del Programa de Estímulos para Proyectos de Estudios Japoneses, otorgado por la Fundación Japón. A lo largo de diez sesiones de intenso aprendizaje, se buscó fomentar la incorporación de estas ideas artísticas en el imaginario creativo de los estudiantes. Sus productos artísticos pueden encontrarse en la web de esta institución educativa.
Arte y reflexión
Masaru Chinen Higa estudió filosofía y se dedica a la docencia a nivel escolar. Él fue uno de los 18 participantes que optó por producir un ensayo académico que tituló “Arte e Identidad Nikkei”. Otros participantes eligieron temas como el cine, partiendo desde Godzilla hasta la obra de Akira Kurosawa, mientras que otros partieron de los animes, la danza butoh, el haiku o el escritor Yukio Mishima para sus textos.
“Desde muy joven, mi relación con el mundo artístico ha sido muy estrecha. Esto, sumado a ciertos rasgos de mi personalidad, ha configurado una inmutable fidelidad a mis clásicas preferencias artísticas hasta la actualidad”, escribe Masaru. “La propuesta de la PUCP era una oportunidad ideal para ampliar mi visión del arte contemporáneo, pues era la primera vez que tenía acceso a clases enfocadas en una región que siempre me ha fascinado”.
La cultura okinawense siempre estuvo ligada a Daniel, tanto por sus padres como por sus abuelos, que celebraban los principales rituales y le inculcaron las tradiciones y valores de sus antepasados. “El año pasado tuve la dicha de ser seleccionado como becario de Kitanakagusuku, con una estadía de dos meses en Okinawa. Desde el momento en que bajé del avión, todo me resultó extrañamente familiar: en el aeropuerto sonaba Diamantes, el ambiente social era cálido, la gastronomía y las tradiciones eran las mismas que en casa. En cada instante recordé a mi oji”.
Esta experiencia de autodescubrimiento fue clave para interesarse por un curso que le ayudó a superar una dificultad: la de observar el producto artístico desde una tercera persona. “No es posible criticar ni apreciar una obra desde la exterioridad; es necesaria una relación directa con ella”. Con ello en mente, asistió a exposiciones y conversó con los autores para conocer sus motivaciones y pretensiones. El resultado es un ensayo con referencias a la identidad nikkei y la inmigración japonesa al Perú.
Mirada creativa
Ana Sofía Villanueva Imafuku es diseñadora gráfica e ilustradora. Ha participado en muestras individuales y colectivas que incluyen propuestas muralistas. “Me intrigaba la historia reciente de Japón a través de su producción cultural y vincular al Japón agrícola de mis bisabuelos con el fenómeno cultural del Japón moderno. Nutrirme del carácter interdisciplinar del curso me brindaba la posibilidad de mapear procesos y figuras destacadas de la literatura, el cine y las artes escénicas”, dice Ana Sofía.
Fue una manera de enriquecer su práctica artística dentro de un discurso personal e íntimo. “Lo más retador fue trasladar ideas provenientes de disciplinas distintas a las artes visuales y elegir desde dónde situaría mi proyecto. En ese caso, me incliné hacia lo documental e hilar con pedazos de historias capturadas a través del papel y la tinta china, para narrar un clima de nostalgia familiar”. Su obra se tituló “Un instante podría ser infinito. Ensayo visual de la cotidianidad familiar”1.

Para Ana Sofía ser nikkei forma parte de su identidad como peruana e influye en cómo observa y entiende lo que la rodea. “También está en mi lenguaje visual, quizás en mi predilección hacia el uso de la tinta china, el gesto y la idea de capturar la emoción de un momento a través de la síntesis y trazos ágiles”, dice la artista que participó en el IV Salón de Arte Joven Nikkei, lo que la influenció en su quehacer artístico. A nivel familiar, la marcó la historia de su bisabuelo, Dairoku Imafuku, uno de los primeros presidentes del Kumamoto Kenjinkai y la de su tía Rosa, que asumió un rol de “cuidadora” de la cultura nikkei en su familia.
Segunda mirada
Marlene Merino Montani trabaja en la Cooperativa de Servicios Educacionales La Unión, una institución nikkei orientada a los servicios educativos de la cultura y el idioma nikkei, y cuando recibieron la invitación de la PUCP en 2023 no pudo participar, pero sí una compañera de trabajo, que llegaba emocionada después de cada clase con lo que había aprendido. Eso la motivó a participar el año siguiente, a pesar de no ser nikkei.
“Lo más retador fue darme cuenta de que no tenía mucho conocimiento de la cultura japonesa a nivel artístico. Estar en las clases y ver a muchos alumnos con un alto nivel de conocimiento sobre el arte, me abrumó en un principio, pero también me emocionó porque estaba recibiendo información valiosa para compartir con mis compañeros”. Para plantear su propuesta artística, buscó algo con lo cual se sintiera identificada, que fuera lo suficientemente social y objetivo sobre la sociedad japonesa.
La elección fue un manga de Waka Hirako (“My Broken Mariko”) que se convirtió en una película laureada que toca el papel de la mujer en la sociedad japonesa. Allí halló su punto de partida que se complementa con su relación con una comunidad en la que ha encontrado muchas historias interesantes, con una serie de valores y costumbres que la han llevado a la admiración y también a identificar patrones que ponen a la mujer en un rol cuestionable.
Vida para el arte
La veintena de trabajos presentados para este curso muestran una diversidad temática que asombra por la conexión cultural e histórica entre el Perú y Japón. La música popular peruana, el haiku, la máscara de la diablada (danza andina) y el origami son solo parte de un listado que incluye a varios creadores de ambos países: Yasuzō Nojima,Katsue Kitazono, Eulogio Nishiyama y siguen nombres. La relación del arte y este grupo de peruanos también muestran la forma en que el arte cala en la vida.
Masaru Chinen cuenta que conoció al profesor Ignacio López-Calvo en una clase de Filosofía Latinoamericana y, gracias a su apoyo bibliográfico, pudo comprender cuán poco conocen los nikkei sobre sí mismos. “La nikkeidad es un fenómeno vivido de manera distinta en cada uno: las circunstancias configuran la identidad de cada individuo”. Con esta perspectiva fue que analizó los procesos de autorrepresentación en la obra de distintos artistas nikkei como Narumi Ogusuku, Germán Chinen y Augusto Higa.
Ana Sofía Villanueva Imafuku encontró en ese rol femenino de transmisora de una herencia identitaria un motivo para crear. A raíz de ello, presentó, a inicios del 2024, la exposición individual “Una dinastía de flores”, en el Centro Cultural Peruano Japonés cuyo hilo conductor radica en el vínculo de la elección de nombres de mujeres en su familia y la relación con el rol de cuidadoras de la vida material y cultural en los hogares nikkei.
Desde un punto de vista distinto, Marlene Merino se siente nikkei de corazón. “Trabajo con muchos de ellos y de alguna manera en algunas costumbres me he mimetizado. Mi relación con nikkeis inició con amigos que en realidad todos tenemos, y a quienes queremos y respetamos por su sincera amistad y valores. El arte, vehículo de varios diseños, está ahí para transportar las emociones e intereses de quien los desee.”
Nota:
1. Ana Sofía Villanueva Imafuku, “Un instante podría ser infinito: Ensayo visual de la cotidianidad familiar” en Presentaciones artístico-académicas del curso “Cultura Japonesa Contemporánea” en Jueves 27 de junio (YouTube)
© 2025 Javier García Wong-Kit