“Esta es una historia que va más allá de mi propia historia, se remonta a mis ancestros, a mis raíces, pero no deja de ser mía. Este es un viaje que va más allá de cruzar un inmenso océano, de sentir una emoción que está dispuesta a no apagarse más, esta es la historia de este viaje, un encuentro con mi identidad, con la fuerza que heredé en el alma y las sonrisas que brotan al decir Uchinanchu Yaibin”.
Esta es una estrofa del tema que todos cantaron, a una sola voz, en el Festival Internacional Ginozanchu no Tsudoi, celebrado en Ginoza, Okinawa, en 2016.
Muchos lloraban al cantar cada estrofa compuesta por el cantautor Kenji Igei. “Me conmovió mucho que niños de Okinawa la hayan cantado. Son cosas que motivan a seguir escribiendo. Escribo lo que me nace, trato de ser lo más transparente posible”, comenta.
Ese fue el inicio para que su voz siga conmoviendo a los uchinanchu, a esas personas con las que se identifica gracias a sus ancestros, gracias a ellos que decidieron quedarse en el Perú para buscar la felicidad de los que llegaron después. Sin duda, dejaron un gran vestigio en nuestro país, pues las letras de Kenji seguirán marcadas en los corazones y recuerdos de los nikkei.
Es de los que se inspiran en cualquier momento. Cuántas madrugadas fueron testigo de su despertar simplemente para apuntar (ahora en el celular) una estrofa de la canción que necesite dar a conocer.
“Cuando volví de la beca de Ginoza en el 2015, le dije a mi madre que más me sentía identificado con Okinawa, pero ella me dijo que nací en el Perú, que no debo olvidarme de mis raíces y me sirvió para pisar tierra (risas)”, nos cuenta con una sonrisa que se esconde bajo su reconocida barba que parece se ha convertido en su sello personal.
En estos años que le han servido para conocer la idiosincrasia del peruano y el okinawense, sí ha encontrado una gran semejanza. “El peruano se parece mucho al okinawense porque ambos son festivos, tienen una riqueza muy fuerte en lo artístico”, puntualiza.
Y así es que cada vez que toca su guitarra y entona sus propias canciones, hace que nos traslademos a esos paisajes de los lugares que Kenji visitó en Japón. Pero quizá su talento para la música no se hubiese dado a conocer si no lo hubiera acompañado junto a su carrera de comunicador. Si bien su pasión es la música y es a lo que quiere dedicarse por siempre, su carrera le ayuda mucho. “El arte es comunicar y la música es una herramienta muy bonita para conectar con la gente”, destaca.
Música y religión
La religión siempre tiene un lugar importante en la vida de Kenji, pues pertenece a un “espacio de hermandad” que es Equación Sin Finy que incluso pudo estar presente cantando en la venida del Papa Francisco a Lima en enero de este año.
“La religión y la música van de la mano. Yo conocí a Dios por medio de la música, es una herramienta muy fuerte para unir a las personas con Dios”, puntualiza. Cabe señalar que estuvo en un convento pero decidió dejarlo, pero esa es otra historia que él aún no quiere contar, será para la próxima entrevista o, quién sabe, la conoceremos en alguna canción que componga en algún otro momento.
Las composiciones de Kenji Igei
- Pliegos de esperanza (canción del Niseta Tour - Encuentro de Jóvenes Okinawenses en Sudamérica)
- Uchinanchu yaibin (Himno del Festival Internacional Ginozanchu no Tsudoi, en Ginoza-2016)
- Nuestra Querida Uchina (Himno del VI Encuentro Mundial de Jóvenes Okinawenses, realizado en Perú-2018)
- Siempre uchinanchu (inspirada en el Día Mundial Uchinanchu)
- Nuchidu takara (canción sobre la paz)
© 2018 Roger Jesús Gonzales Araki
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