Pepe Cabana Kohachi lleva más de 20 años de carrera haciendo algo que le encanta: compartir la magia del arte del Kamishibai con las personas. Este año se celebra un año del Centro Cultural Raymi Kamishibai (Raymi significa “fiesta” en quechua) que fundó para seguir cumpliendo con su objetivo de promover su pasión con los demás y tener un espacio que el público pueda visitar para aprender con él.
A Pepe Cabana lo conocí cuando yo era muy niño. Recuerdo que mi madre me llevaba a sus presentaciones en la Biblioteca Elena Kohatsu del Centro Cultural Peruano Japonés. En ese entonces era un cuentacuentos. Poco después introdujo en su repertorio el Kamishibai, el cual pronto se hizo sinónimo con su nombre en Perú. Su personaje de abuelo que adoptaba durante sus presentaciones, ya en un auditorio más grande, era simpático y reconocible. De alguna manera este personaje tomaba una personalidad característicamente nikkei.
Crecí y dejé de ver a Pepe Cabana en sus presentaciones. De vez en cuando escuchaba su nombre en noticias de la comunidad nikkei peruana. Me había enterado que su pasión por el Kamishibai lo llevó a escribir un libro ilustrado e incluso viajar a Japón para hacer un documental sobre el tema. ¿Quién mejor para eso?, pensaba.

Entre tantas novedades que recibía acerca de su trabajo, me enteré por redes sociales que celebraría el primer aniversario de su Centro Cultural dedicado al Kamishibai, Raymi Kamishibai. Pensé en ese momento que había pasado suficiente tiempo de mirar externamente a Pepe Cabana Kojachi. Tenía que conocerlo mejor.
Llegué primero al local donde se haría el evento. Pepe me recibió y aprovechó el tiempo para mostrarme lo que tenía preparado. Observé una inmensa colección de Kamishibai que él ha ido guardando durante toda su carrera. Algunos son hechos por él mismo. En la misma habitación veo figuras de personajes japoneses: Doraemon, Astroboy, Ultra Siete. Las aficiones de Pepe convergen en este espacio.
Empiezan a llegar las familias con los niños que serán el público principal del espectáculo de Kamishibai. “Los más pequeños por favor siéntense en la alfombra frente a mí”, dice Pepe. Me aferro a mi asiento para evitar un impulso que surge en mí al recibir esa frase que no escuchaba desde mi niñez.
No soy el único adulto en esa sala que lo conoce desde niño. Los pequeños presentes también han tenido la oportunidad de presenciarlo varias veces. Parece que el impacto que tiene Pepe en las personas es tan significativo que no puedes verlo una sola vez. Es cierto también que, a pesar de no haberlo visto por años, yo aún me mantenía actualizado con sus proyectos.
A pesar de haber hecho presentaciones como esta incontables veces, Pepe menciona que está nervioso. Se prepara para encarnar su papel de abuelo. Me doy cuenta, y él también lo reconoce, que poco a poco se acerca a coincidir con la edad de su papel. Hasta ese momento no había caído en cuenta de que yo no era el único que había crecido.
Empezó su presentación de Kamishibai, una muy especial para él. Reconocí algunas dinámicas que usa desde que yo era niño, pero ha implementado muchas nuevas que son las que se ganan a su nuevo público. Todo su aprendizaje del Kamishibai; los viajes, conversaciones con otros expertos, conferencias y su propia experiencia lo han llevado a seguir perfeccionando su arte.
Niños y adultos por igual se animan a participar en las preguntas y juegos que hace Pepe mientras narra cuentos a través del teatro de papel japonés. Las risas y gritos del público no paran; el Kamishibai y Pepe los ha conquistado La parte en quechua del nombre del Centro Cultural cobra sentido.
Pepe culminó su espectáculo con aplausos. Se nota el agradecimiento que siente porque todos le permitan seguir su pasión. Seguidamente, es hora de celebrar el cumpleaños de Raymi Kamishibai con un pastel. Los niños, aún entusiasmados, se encargan de soplar las velas junto a Pepe.
Como última sorpresa que se tiene guardada por este aniversario, se inaugura un pasadizo donde estarán colgadas obras que dejen invitados al Centro Cultural. Ya una obra fue colgada y Pepe tiene en mente muchas otras personas de quienes gustaría incluir aportes. Se le iluminan los ojos al hablar de los amigos ilustradores, conocedores de kamishibai o artistas que merecen un espacio en Raymi Kamishibai.
Tiempo después, tuve la oportunidad de hablar de manera más personal con Pepe, con el objetivo de conocer a la persona detrás del artista. Si bien se puede considerar que el Pepe Cabana Kojachi es sinónimo al Kamishibai en el Perú, él quiere compartirlo con todos y que se animen a hacer sus propios teatros. Tiene planeado sacar un producto de Kamishibai destinado a los más pequeños, su público fiel.
Sin embargo, le ha pasado también que personas que están aprendiendo acerca de este arte intentan emular el estilo que él le ha dado a sus teatros de madera. Los teatros hechos por Pepe recogen motivos florales típicos de retablos ayacuchanos, los cuales se relacionan con su ascendencia peruana. Al no saber acerca del origen de los diseños de sus teatros, otros pueden inspirarse en él sin tomar en cuenta el significado cultural que le da Pepe. También le preocupa con los diseños alejarse un poco del diseño tradicional más conservador con el uso de la madera. Por ello, Pepe ha continuado modificando sus teatros.
Hablando con Pepe, me enteré que tuvo un momento en su vida en que se arriesgó profesional para perseguir su lado creativo que tanto ama. Tuvo la oportunidad de participar en el colectivo Matsuri Daiko, el cual fue muy significativo para él. Paralelamente, descubrió el Kamishibai, para el cual dio muchos pasos en la comunidad Nikkei con el objetivo de darse un espacio para practicarlo. La Biblioteca Elena Kohatsu fue su hogar por mucho tiempo. El entusiasmo por la expresión creativa es algo que se puede observar en él hasta hoy en día.
Toda su experiencia lo ha llevado a ganarse la confianza de muchas personas. Esto se demuestra en las oportunidades que diversas instituciones le han dado a Pepe para seguir avanzando con sus proyectos e ideas. Desde financiar viajes a Japón o donarle ejemplares de Kamishibai hasta darle espacio para presentarse a un mayor público. Incluso en el distrito donde se ubica Raymi Kamishibai él ha hecho conexiones con familias y colegios vecinos. Es indudable que Pepe Cabana Kojachi entusiasma a muchas personas, incluyéndome.
Mukashi Mukashi, hace mucho tiempo, conocí a Pepe Cabana Kojachi en una biblioteca donde, de vez en cuando, él protagonizaba. Hoy es el protagonista de un Centro Cultural dedicado a una pasión que él sigue trabajando por difundir. Conocerlo más ha sido una experiencia que me ha ayudado a reconectar con mi niñez y me ha hecho entusiasmarme por el futuro de Pepe y el Kamishibai.
© 2024 Hiro Ramos Nako