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Hasegawa Monogatari: 5 generaciones a lo largo de 124 años — Parte 1

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Setsutaro Hasegawa

Cuando Setsutaro Hasegawa murió el 4 de octubre de 1952, la relación de la familia australiana Hasegawa con Japón se debilitó. En pleno verano del hemisferio norte, en agosto, cuando los japoneses rinden homenaje a sus antepasados, nadie se reúne ante su tumba. La tradición japonesa se había perdido antes de que pudiera ser recuperada. Fue una época en la que era más fácil negar la propia herencia que reconocerla.

El abuelo Hasegawa sabía quién era él. No había confusión debido al internamiento, la guerra y los 55 años que vivió en Australia. Murió como un orgulloso japonés. En 1942, cuando se presentó ante un tribunal solicitando una liberación anticipada del internamiento, le preguntaron si era un japonés patriota y no dudó en responder: “Por supuesto”.

El abuelo Hasegawa nació el 24 de diciembre de 1871, hijo de Setsuzo Hasegawa, un funcionario público de Niigata; y de Matsu Koike, de Tokio. Su nacimiento se registró en la ciudad portuaria de Otaru, en Hokkaido. Era el hijo mayor y se esperaba que cuidara de sus padres y, según las leyes de primogenitura, heredara el patrimonio familiar, lo cual hizo en 1907.

En algún momento, se dirigió a Tokio para continuar su educación. Los detalles son escasos, pero sabemos que vivió allí. No hay un solo documento en Australia (certificado de matrimonio, certificado de defunción o cualquier otro documento relacionado con el internamiento) donde se reconozca que Otaru es su ciudad de nacimiento. En los seis meses previos a su partida, él vivió en Kobe. Después de terminar su educación, se convirtió en maestro de escuela. 

A finales de 1896 o principios de 1897, abordó el vapor Yamashiro-maru y llegó a Australia el 12 de febrero de 1897, a los 26 años. Vino a Australia para aprender inglés, trabajando inicialmente para Arthur Tuckett, un empresario que contrataba a jóvenes japoneses para trabajar como asistentes domésticos. Los pasaportes eran confiscados y pagaban mal a los trabajadores, una historia familiar conocida incluso 124 años después. El abuelo Hasegawa no permaneció mucho tiempo como empleado del hogar Tuckett; recuperó su pasaporte y continuó su aventura australiana.

Los japoneses a menudo se encontraban trabajando en lavanderías y luego ellos mismos las montaban y las administraban. ¿Por qué había tantos japoneses en Australia involucrados en el negocio de las lavanderías? Esto se debe a que las barreras de entrada eran bajas. No se necesitaba mucho capital para montar una, el equipo de capital era japonés, los estándares en las lavanderías japonesas eran más altos que en las lavanderías locales, lo que les daba una ventaja competitiva, y luego estaba la ética de trabajo confuciana. El abuelo Hasegawa se convirtió en lavandero por accidente. Que se quedara en Australia el resto de su vida también fue un accidente.

En la parte posterior, izquierda, Setsutaro Hasegawa; en el centro, Ada; en la parte delantera, izquierda, Leo Takeshi; y a la derecha, Moto Kozo

En 1905, el abuelo Hasegawa se casó con Ada Cole y luego en ese mismo año nació su primer hijo, Leo Takeshi. En 1907 llegó el segundo hijo, Moto Kozo, seguido por Joe Gonzo en 1911.

Alrededor de 1910, el abuelo y su familia se mudaron a la ciudad de Ballarat, en el interior, donde abrió una lavandería. No está claro qué lo motivó a mudarse de Geelong a Ballarat, pero vivió allí hasta alrededor de 1914.

En el periódico local, se registra que él y su esposa Ada fueron ganadores de premios en exposiciones de perros y aves de corral. No era tímido a la hora de involucrarse en actividades locales y probablemente era el único o uno de los muy pocos japoneses en la ciudad en ese momento.

En 1913, presentó una solicitud para ser naturalizado como ciudadano australiano. Su solicitud fue rechazada porque “los nativos de Asia no son elegibles”. En algún momento, su esposa lo dejó.

Durante décadas me preguntaba cuándo había sucedido eso. En el registro en revisión del Tribunal de Extranjeros de 1942, él dijo que no la había visto en veinte años, lo que sugiere que fue a principios de la década de 1920. Luego, un pariente distante y bisnieta de Ada nos dijo que ella había dado a luz a un hijo en 1915 y otro en 1917, lo que me llevó a concluir que, en algún momento alrededor de 1913 y 1914, el abuelo Hasegawa se había convertido en padre soltero.

Se mudó de regreso a Melbourne y se registró que vivía con su sastre y amigo Ichizo Sato en 1916, antes de regresar a Geelong y compartir alojamiento con otro amigo de toda la vida, Motoshiro Ito. En la familia Hasegawa no hay historias sobre esa época; el abuelo no compartía sus emociones ni hablaba sobre lo que sucedió. Geelong se convirtió entonces en el hogar permanente de la familia hasta su muerte.

Durante el contrainterrogatorio en el Tribunal de Extranjería en 1942, el abuelo Hasegawa le dijo a su interrogador que no había tenido contacto con su familia en Japón por más de treinta años. El registro familiar indica que su padre murió en 1907 y que en ese año se convirtió en el jefe de familia. Existe un par de fotografías de su madre, hermanas y otros familiares que datan de principios del siglo XX.

No había rastro de su padre y por esa misma época, una elegante foto del abuelo y su familia fue tomada en Geelong. Especulo que en algún momento él tocó el tema de por qué era difícil regresar a casa y de por qué su madre se distanció de él, debido a que no podía cumplir con sus deberes como hijo mayor.

Sin rumbo, solo y como padre soltero de tres hijos, el abuelo Hasegawa siguió adelante sin quejarse. Su situación económica cambió de estable a cómoda a mediados de la década de 1920. Me pregunté sobre esto durante muchos años y luego, un día, me di cuenta. Él había vendido los bienes que le pertenecían en Japón según las leyes de herencia y se había convertido en un hombre de medios. Compró una casa y era propietario absoluto del negocio que él manejaba en una ubicación privilegiada en el centro de Geelong. Tenía un auto y algunas otras propiedades, y el hijo menor, Joe Gonzo, fue enviado a una exclusiva escuela privada en Geelong. La vida era cómoda y, como dice una de mis tías, eran los “buenos tiempos”.

Internamiento

Los buenos tiempos terminaron el 8 de diciembre de 1941, cuando la policía tocó la puerta de la 21 Little Ryrie Street y arrestó a Setsutaro Hasegawa. Estaba a poco de cumplir setenta años. La lavandería cerró, la situación económica de la familia empeoró, y ser un Hasegawa pasó de ser un asunto sin importancia a convertirse en uno de mayor autoconciencia. Al final de la guerra, justo cuando uno podría haber pensado que las cosas mejorarían, en realidad se volvieron más difíciles.

Foto policial de Setsutaro Hasegawa en su carnet de extranjería, tomada en enero de 1940.

El abuelo Hasegawa no era un personaje sociable en la comunidad. Él era feliz cuidando su jardín japonés, criando peces dorados y aves. Era el patriarca de la casa y las comidas no comenzaban hasta que él estuviera sentado. Después de la cena, se retiraba a su habitación y estudiaba, leía y escribía diarios. Sabía que si quería criar peces dorados con ciertas características, tenía que entender cómo hacerlo, así que compraba un libro.

Durante el interrogatorio, a su buen amigo George Taro Furuya le preguntaron en qué idioma le hablaba a Hasegawa: japonés, por supuesto. Uno de los miembros del tribunal comentó sobre las habilidades con el inglés del abuelo y lo buenas que eran. Mi tía dijo que cuando hablaba con él en inglés no tenía ningún “acento” ni la sensación de que estuviera teniendo dificultades para entender.

Crisis de Identidad

Las semillas de la crisis de identidad de la familia Hasegawa se sembraron durante la Guerra del Pacífico, y lo que siguió fue opresivo. Captar en palabras el estado de ánimo del momento no es fácil. Durante la Guerra del Pacífico, partes del norte de Australia fueron bombardeadas, los soldados japoneses llegaron a 32 km de Port Moresby y decenas de miles de soldados australianos se encontraron como prisioneros de guerra en el sudeste asiático. La tasa de mortalidad en los campos fue de poco menos del 30 por ciento.

En septiembre y octubre de 1945, 14 000 prisioneros de guerra volvieron a casa con relatos de muerte y atrocidades en los campos. Entre los que regresaron, se encontraban aquellos que estaban mental y físicamente enfermos, quienes a menudo llevaban vidas cortas como consecuencia de ello. De los que se recuperaron y volvieron a una “vida normal”, estaban aquellos que habían perdonado y otros siguieron resentidos.

Mi tía Matsu, la segunda hija mayor de Leo Takeshi y nieta del abuelo Hasegawa, recordaba con amargura los años cuarenta y cincuenta. En la escuela la perseguían y le tiraban piedras por su herencia nikkei. Fuera de la familia, la conocían como Sue. Cuando mi madre pensó en ponerle un nombre japonés a mi hermana menor a principios de los sesenta, la tía Matsu intervino y le dijo: “No debes hacerlo”. Mi madre le hizo caso y llamó a mi hermana Elizabeth.

La tía Matsu me contó una vez que ocasionalmente se encontraba con personas con las que había ido a la escuela cuando era pequeña y, si se acercaban a ella para iniciar una conversación, ella no podía “mirarlos a los ojos”; así recordaba aquella época. Matsu tenía un conflicto entre el amor que sentía por su abuelo y la dificultad que tenía para lidiar con su herencia japonesa. Era una buena cocinera; mis primos me cuentan que ella solía preparar comida japonesa y que tenía preferencia por los encurtidos japoneses. En los años 90, cuando tener una parte japonesa había dejado de ser una carga, la tía Matsu fue mi invitada en Tokio y disfrutó de lo que había tenido que ocultar durante tanto tiempo: su herencia japonesa.

Una de las dos muñecas enviadas por Furuhashi a la familia Hasegawa a su regreso a Japón.

La casa de la familia Hasegawa estaba situada en el centro de Geelong y mi abuela, la nuera de mi abuelo, conocía a casi todo el mundo. Por eso no fue una sorpresa cuando, en 1953, tres estudiantes japoneses hambrientos y solitarios que estudiaban la clasificación de la lana en el Gordon Institute, fueron presentados a la familia. En el hogar de los Hasegawa encontraron comida y amistad.

Uno de los estudiantes era Hironoshin Furuhashi, ex poseedor del récord mundial en la prueba de natación de los 1500 metros y atleta olímpico. Posteriormente fue presidente de la Federación Japonesa de Natación hasta su muerte en el 2009. Su experiencia en Australia en 1953 captó la intensidad del odio hacia los japoneses en algunos sectores. En Australia, que estaba obsesionada por la natación, las asociaciones estatales de natación le prohibieron nadar en competiciones. La actitud racista de estas asociaciones fue prominente en los medios impresos en ese momento, pero no todos estuvieron de acuerdo y finalmente se le permitió nadar.

En una breve biografía en línea, Furuhashi menciona la profunda hostilidad de algunos australianos hacia él y los problemas que tuvo para encontrar alojamiento por ser japonés.

En la parte posterior, izquierda, Hironoshin Furuhashi; en la parte delantera, izquierda, Motoshiro Ito, amigo de toda la vida de Setsutaro Hasegawa. Foto tomada en 1953.

El encuentro de la familia Hasegawa con Furuhashi aún se comenta hasta el día de hoy, destacando que, en el fondo, la mayor parte de la familia estaba orgullosa de su abuelo y de su herencia japonesa, pero no sabían cómo manejar esto. Mi padre, un entusiasta nadador aficionado, solía hablar de “el pez volador”, mientras que su hermana menor todavía exhibe una hermosa muñeca japonesa que Furuhashi envió a la familia Hasegawa tras su regreso a Japón. En un ambiente hostil, Furuhashi y la muñeca se convirtieron, y aún lo son, en un símbolo familiar de conexión con Japón.

Lea parte 2

Todas las fotografías son cortesía del autor.

 

© 2021 Andrew Hasegawa

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Acerca del Autor

Andrew Hasegawa es un australiano japonés de cuarta generación. Su bisabuelo Setsutaro Hasegawa (長谷川節太郎) emigró a Australia en 1897. En el día a día, Andrew es australiano, pero por otro lado es un orgulloso australiano nikkei. Desde muy joven ha tenido un gran interés por su herencia, que lo llevó a Japón a los veinte años. La búsqueda de saber quién era y por qué su bisabuelo había llegado a Australia se había convertido en la fuerza impulsora en su vida.

Habiendo vivido muchos años en Japón, actualmente se dedica a investigar las historias de otros japoneses que emigraron a Australia. El proyecto canadiense “Past Wrongs Future Choices” (“Errores del pasado, decisiones del futuro”) le ha brindado a Andrew la oportunidad de compartir sus conocimientos como académico residente escribiendo un artículo sobre un australiano nikkei que utilizó un recurso de hábeas corpus para permanecer en Australia y evitar ser deportado. Para Andrew, la investigación no es un trabajo, sino un viaje de descubrimiento y una oportunidad para compartir conocimiento.

Última actualización en octubre de 2024

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