Siempre he interpretado esta famosa frase del escritor ruso León Tolstoi, “Si quieres ser universal, empieza por pintar tu pueblo”, de la siguiente manera:
Si quieres conocer todos los pueblos del mundo, querido lector, primero conoce bien el tuyo; en este caso, pintándolo en un cuadro.
En otras palabras: si conoces en profundidad el pueblo donde vives, tendrás parámetros fiables para, quizás, conocer en profundidad otros pueblos del mundo –y, quizás, del universo.
Esta es quizás una de las razones que me llevó a pintar siempre –como sugirió el escritor ruso– el barrio donde vivo hoy, Liberdade, en São Paulo.
No se puede negar que sus calles y habitantes me inspiraron para escribir varias de mis crónicas. Y, como no podía ser de otra manera, casi todos ellos están relacionados con la cultura que lo marcó a lo largo del último siglo: la cultura nikkei.
Y en esta crónica aprovecharé para mojar mi pincel en pintura y enumerar, utilizando colores fuertes, lo que para mí –después de más de siete años viviendo aquí– más caracteriza al barrio:
La primera imagen que me viene a la mente –y la de cualquiera que haya estado alguna vez en Liberdade– son las farolas rojas alineadas en las calles que rodean su plaza central. No hay fotógrafo que no los utilice para encuadrar a la población que vive y se mueve por aquí.
Luego viene la famosa Feira da Liberdade: una de las principales atracciones turísticas de la gigantesca São Paulo.
También hay varias tiendas y restaurantes japoneses que hacen del comercio local un auténtico parque de atracciones para los amantes de la cultura.
Pero, a pesar de todos estos ejemplos, lo que más representa al barrio, para mí, es algo que veo cada vez menos en las calles de la región: los issei .
Para aquellos que no lo saben, los Issei son los hombres y mujeres japoneses que, a principios del siglo pasado, vinieron de Japón para vivir aquí en Brasil – y/o en otros países de América.
Estas son las personas que le dieron a Liberdade la fama que tiene –hasta ahora– de ser la comunidad japonesa más grande del mundo fuera de Japón.
Siempre que veo a uno de estos señores, muy mayor, en un mercado de frutas y verduras –el lugar donde más se encuentran los Isseis por aquí–, llevando su bolsa de tela gastada y rayada, llena de verduras, no tengo ninguna duda, lo veo como El ícono más grande del barrio.
Y también están las señoras Issei , muy mayores, tirando de un carrito de mercado cargado de frutas y verduras, y con unas bolsas de plástico, también cargadas de frutas y verduras, atadas al exterior del carrito.
Pero, por el aspecto del carruaje, esta historia está llegando a su fin.
Cada año que pasa, Liberdade es cada vez menos reconocido como el barrio japonés de São Paulo. Con la reciente inmigración de chinos y coreanos a Brasil, Liberdade se está convirtiendo en el barrio oriental de São Paulo.
Y no sólo por eso. En el último recuento realizado por el IBGE, se encontraron más descendientes de japoneses viviendo en los barrios de Saúde y Vila Mariana –barrios también de São Paulo– que en el propio Liberdade.
Así que hoy somos testigos de una disminución cada vez mayor de la libertad “japonesa”. Tanto es así que incluso cuesta ver a Issei, Nisei y Sansei (japoneses, hijos y nietos de japoneses) trabajando en tiendas y restaurantes aquí.
De todos modos: a medida que avanza la historia, el barrio se va diversificando. Cambiando algunas de sus características. Incluido éste, que lo representó durante tantas décadas.
Estas son cosas que suceden en nuestro pueblo. Estas son cosas que suceden en pueblos de todo el mundo.
© 2017 Hudson Okada