La primera vez que fui a Japón fue para salvar a mi hija V. Ella tenía pocos meses y había nacido con un tumor, pero nadie en Buenos Aires quería operarla. Entonces Aki, mi marido, llamó a su hermano, que es cirujano en Okinawa.
Todo sucedió en dos semanas. Mi cuñado conocía a un tal Hasegawa sensei. Teníamos que viajar lo antes posible. Después de 40horas de viaje, Aki, mi hijo M., mi hija V. y yo llegamos a Tokio. Ya era sábado, algo que no habíamos calculado. Ahí estaba mi cuñado para recibir…