La noche del 21 de abril de 1977, catorce hombres armados vestidos de civil invadieron el estudio de abogacía de mi padre Oscar Takashi Oshiro y de su socio Enrique Gastón Courtade. Los obligaron a subirse a un Ford Falcon y arrancaron para un rumbo desconocido y sin retorno.
Aquella misma noche mi mamá, Beba, como todos la llamaban, mi hermano Leonardo y quién escribe estas líneas estábamos en el octavo piso de un departamento ubicado de la Avenida Acoyte 222, en el barrio porteño de Caballito. Algo estaba hirviendo en la cocina; la mesa esta…