Todo arte está hecho de vida, pero no toda vida está hecha de arte. El peruano Carlos Runcie Tanaka1 (Lima, 1958) ha logrado ensamblar en una sola pieza lo real y lo imaginado, lo humano y lo divino, el cuerpo y el espíritu, en una obra que empezó en los años ochenta, cuando decidió renunciar a la carrera de Filosofía para entregarse, junto a la arcilla y el fuego, a la cerámica.
Y no ha sido fácil. Sus primeros maestros fueron los del Taller El Pingüino del distrito de Miraflores, dirigido por Mariano Llosa, Pedro Mong…