Para una niña pequeña puede ser muy complicado convivir con un nombre tan particular como el que tengo yo. Desde muy temprana edad tuve que aprender que esto se debía a mi ascendencia japonesa, aunque no entendiera bien qué significaba eso en realidad. Para mí, en ese entonces, sólo era el argumento que usaba para callar a los niños que se burlaban de mi nombre. Así, cada vez que alguno salía con un nuevo apodo, o me hacía alguna broma por mi apellido, yo tenía que armarme de paciencia y explicarles, por ejemplo, que…