Todo escritor aspira, además de los premios, a pertenecer a un canon, una corriente literaria a la que quede agrupado como los peces en un cardumen por el río. En Latinoamérica, han existido importantes colectivos de autores, entre los más sonados los escritores modernistas y los miembros del Boom, que han aparecido en cuantiosas colecciones y antologías. Reunir escritores en tomos que cobren un sentido parece una tarea ardua como pescar con cordel.
El español Ignacio López-Calvo suele emprender, con cierta asiduidad, esta clase de aventuras literarias, como cuando en 2002 publicó un par de antologías sobre autores tusanes (descendientes de chinos y peruanos) y de origen chino: Hojas sobre las raíces: antología literaria de autores tusanes peruanos, con la participación de Rodrigo P. Campos, y Lachinoamérica: Antología de autores sinolatinoamericanos, en el que recorrió las costas de México, Colombia, Cuba, Panamá, Argentina y Chile, entre otros países, en busca de especímenes de ascendencia china.
En 2024, junto a Koichi Hagimoto, se le ocurrió una tercera antología, pero esta vez de autores nikkei latinoamericanos, reuniendo a más de 50 autores de cinco países. “Nuestra principal motivación fue siempre la de diseminar la literatura nikkei latinoamericana, puesto que a veces son textos difíciles de conseguir y nuestros colegas y estudiantes de posgrado los necesitan para sus clases”, dice López-Calvo a vuelta de correo, en medio de más labores académicas. La idea fue dar a conocer a un mayor público esta clase de autores, mezclando a los ya consagrados, como el poeta peruano José Watanabe, con otros actuales como el brasileño Ivan Nisida o la argentina María Claudia Otsubo.
Primer acercamiento
Cuenta el crítico español que a la primera autora nikkei que conoció fue a la peruana Doris Moromisato, allá por 2011, cuando la entrevistó para “The Affinity of the Eye: Writing Nikkei in Peru”. “Fue una grata experiencia puesto que, además de su amabilidad, me regaló dos libros y me pasó el teléfono y correo electrónico de otros autores nikkei. En un principio mis autores favoritos fueron José Watanabe y Augusto Higa, que continúan siendo referentes para mí”.
Curiosamente, fue Moromisato quien presentó en Perú el libro de más de 500 páginas editado por la Asociación Peruano Japonesa, en cuya ceremonia leyó un texto de la argentina estadounidense Anna Kazumi Stahl con la frase “¿qué sos?”, en la que se habla de discriminación y la polifonía. El poeta peruano Juan Carlos de la Fuente leyó al poeta chileno Ariel Takeda, que reflexiona sobre la comunidad nikkei a la que tuvo acceso.
Ser nikkei parte de una identificación de quién se es, de un acercamiento a su esencia, de la que parten historias, reflexiones y narrativas. En dicho evento, el japonés Koichi Hagimoto comentó que este ha sido uno de los proyectos más significativos en los que ha participado, resaltando que estos autores son un puente entre las culturas de Japón y América Latina. “Ser nikkei implica la posibilidad de hacerse y rehacerse constantemente, rechazando siempre la definición fija o la simple categorización”.
Libro polifónico
En la introducción al libro, los antologadores se preguntan: ¿Qué es la literatura nikkei? La respuesta breve es: “una colección de obras literarias escritas por inmigrantes japoneses y sus descendientes”, pero lo que encierra es el proceso histórico de la migración, la conformación de comunidades (las nikkei de mayor volumen son las de Brasil, Perú y Argentina) y la narrativa de muchos autores que “describen su relación complicada con la noción de patria” al tiempo que buscan un sentido de pertenencia nacional a través de sus voces diaspóricas.
En múltiples tiempos y espacios, la “literatura nikkei revela un proceso continuo de reconfiguración y reimaginación”, señalan en este volumen bilingüe (español y portugués) que, además de ser una recopilación de diversos autores, reseña los procesos migratorios japoneses en cinco países (Argentina, Chile, Perú, Brasil y México). Las biografías de los antologados muestran a autores que transitan por diversos géneros, de la poesía al cuento y la crónica, entre otros géneros híbridos y variadas actividades artísticas y profesionales.
La peruana Kazuko Kikushima es psicóloga y su compatriota Eliana Otta es artista visual, al igual que la brasileña Talita Nozomi. Su compatriota Tereza Yamashita es diseñadora e ilustradora, mientras que los argentinos Juan Carlos Higa y Agustina Rabaini son periodista y crítica de arte, respectivamente. La también argentina Malena Higashi se dedica a la ceremonia del té, al tiempo que los peruanos Miguel Ángel Vallejo Sameshima y Cesar Yamaguchi a la dramaturgia y a los guiones para cómics, mangas y novelas visuales.
Experiencias singulares
Sin duda, sus vidas hablan tanto de estos escritores como sus propias obras. El gestor cultural peruano Nicolás Matayoshi ha sido teniente alcalde de la provincia de Huancayo. El novelista peruano Augusto Higa fue dekasegi en los noventa. El mexicano Kingo Nonaka fue un médico combatiente durante la revolución. El brasileño Júlio Miyazawa es contador y ambientalista, mientras que su compatriota Francisco Handa trabaja como monje budista. Sin duda, sus vidas son singulares y sus destinos también lo son.
El poeta peruano Daniel Nakasone vive en Canadá desde 2013. La argentina Virginia Higa en Estocolmo, donde enseña español y trabaja como traductora literaria. El brasileño André Kondo radicó en Australia y el historiador peruano Fernando Iwasaki radica en un pueblo remoto de Sevilla. Son vidas que parecen hechas para ser escritas, aunque muchos de sus libros estén llenos de memoria y de una sinuosa imaginación entre los que se acumulan libros fantásticos e infantiles junto a poemas en estilo libre y estructuras clásicas.
Para Ignacio López-Calvo, entre los autores nikkei de Latinoamérica existe una gran presencia de lo autoetnográfico y autobiográfico. “Esto se observa a veces en el uso palabras en nihongo o uchinanchú para explicar aspectos de las culturas japonesas al lector o en las referencias a objetos y prácticas culturales claves de la cultura japonesa”. Señala que su literatura aún es reciente y que está en plena emergencia. “A mi juicio, tiene más que ver con el resto de la literatura latinoamericana que con la japonesa”.
El libro y lo literario
Aunque son autores nikkei, su literatura habla de otros temas y López-Calvo se encarga de aclarar que “el hecho de que un autor latinoamericano tenga un apellido japonés no lo hace automáticamente un experto en cultura y literatura japonesas, como algunos críticos parecen pensar”. El libro refleja, precisamente, que no existe una identidad nikkei estática y fija, sino muchas y múltiples identidades en evolución. “Creo que sí que se puede hablar de una literatura nikkei como etiqueta unificadora”.
El objetivo de los antologadores de ir “más allá” del haiku los ha enrumbado por un océano de escrituras que no apuntan a lo “nacional”, sino a lo diaspórico, y que “sigue siendo una literatura minoritaria incluso en sus propios países”. El objetivo de este libro es aportar unas gotas nikkei a la oferta literaria tanto en América Latina como en otras latitudes. “A mi colega Koichi Hagimoto y a mí nos encantaría que este libro tuviera mucha más difusión internacional. Por esa misma razón, nuestro siguiente proyecto va a ser traducirlo al inglés y al japonés”.
Difundir la diversa y heterogénea (en etnicidad y género) literatura nikkei pasa por dar a conocer a sus autores y animarlos a que sigan escribiendo. “Somos conscientes de que faltan representantes de países como Bolivia, Venezuela, Colombia, entre otros países, por limitaciones de espacio”, refiere el académico. La buena noticia es que cada vez hay más interés en autores latinoamericanos de origen asiático, ya sean de origen japonés, chino o coreano, lo que puede ser un aliento para empresas como esta y para otras que esperan llegar a buen puerto.
© 2024 Javier García Wong-Kit