Mi nombre es Gustavo. Es el nombre en español que me dieron mis padres Nisei, pero mis abuelos Issei eligieron un nombre japonés para mí: Satoru.
Soy Sansei, un Nikkei peruano-japonés de tercera generación que conoció a sus abuelos que vinieron de Japón y pudo tener la oportunidad durante su infancia de tener cierto acercamiento a la cultura de Japón dentro de su propia familia.
El significado de Satoru es difícil de entender en español. Según Wikipedia, se traduce como “entender” o “comprender”, pero el significado es más profundo. Creo que la mejor manera de entenderlo es como lo que mis abuelos esperaban de mí, como el primer y único nieto de la familia de mi madre.
Significa también la búsqueda de conocimiento y superación personal, que son habilidades que de alguna manera, mis abuelos quisieron transmitirme a través de este nombre.
Lamentablemente, en los países latinoamericanos los nombres se designan por “cómo suena” más que por deseos. Gustavo era más amable de decir incluso por mis familiares a pesar de ser Nikkei. Así que, después de mis abuelos, lamentablemente casi nadie me llamaba por mi nombre en japonés y se perdió hasta el punto de que el único que lo recordaba era yo.
Legalmente, mi nombre Satoru nunca estuvo registrado en ningún lado. No era común que las familias nikkei registraran nombres japoneses. Usualmente el nombre japonés era un apodo que se usaba dentro de los familiares o amigos nikkei. El criterio de elección a veces era el deseo de los abuelos, pero muchas veces era más como “cómo suena” o “ese nombre es hermoso”, una especie de mezcla entre los criterios para elegir nombres latinoamericanos y nombres japoneses.
Incluso dentro de la comunidad Nikkei en el propio Perú, el nombre Satoru era extremadamente raro. En los años 70 y 80 era común escuchar otros nombres, como Akemi, Sayuri, Yuki, Kenji . Pero, mi nombre era muy extraño, por lo que mis amigos Nikkei lo encontraron extraño y un poco difícil de pronunciar. Por eso, nunca me llamaban por mi nombre en japonés.
Recuerdo que un profesor de japonés en la escuela quería hacer la clase más amena y educarnos sobre la cultura de Japón explicándonos que los nombres tienen un significado. Dedicó una clase a explicarnos el significado de cada uno de los nombres japoneses que teníamos, pero cuando llegó a mí, el profesor no supo explicarme en español el significado de mi nombre.
Es posible que mis propios familiares no me llamaran por mi nombre japonés para evitar la discriminación, ya que hace 40 o 50 años las personas con nombres “diferentes” que no fueran en español eran consideradas extrañas o se asociaban inmediatamente con extranjeros. Es decir, eras raro si no tenías un nombre en español. Pero lo cierto es que como muy pocos familiares me llamaban por ese nombre, poco a poco se fueron olvidando y en algún momento, terminó siendo ignorado incluso con mis propios familiares.
Años después cuando nació mi hija, quise darle los mismos deseos que tenían mis abuelos para mí, pero esta vez a mi hija. Luego de mucha investigación con mi esposa elegimos el nombre de mi hija, buscando que reflejara deseos muy espirituales de lo que esperamos de ella, pero a la vez sea un nombre que se pueda pronunciar en español con facilidad para que el nombre perdure y no corra la misma suerte que Satoru.
Hoy, varios años después del nacimiento de mi hija, me siento muy feliz porque creo que he podido transmitir el legado y los deseos de mis abuelos a la siguiente generación a través del nombre de mi hija.
© 2024 Gustavo Miyamoto
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