Cuando iniciaba el siglo XX, Santiago de Cuba, ciudad ubicada en la parte sur oriental del archipiélago cubano, frente al Mar Caribe, se caracterizó por poseer una población conformada por una diversidad de inmigrantes venidos del mundo americano, de Europa, Áfricay Asia, pero ninguno proveniente del Japón, cuya presencia en Cuba databa de 1898.
Kenichi Fujishiro llegó a Cuba proveniente de Chiba ken en 1913. Hijo de Kokichi y Haru, era el único hijo varón de este matrimonio y, por tanto, el continuador del apellido. Como muchos nipones de la época, salió de su paísen busca de riquezas para luego regresar a su pueblo natal.
Por razones del azar se asentó en Santiago de Cuba. Entonces se cambió el nombre por el de Francisco, pero nadie lo llamóasí y mucho menos fue conocido por su nombre japonés, Kenichi. La sabiduría popular lo vio como la representaciónde la ciudad de su país natal y como tal será apodado por los santiagueros con el apelativo de ‘Japón’. Ese fue su nombre hasta su muerte.
Kenichi rompió tradiciones de la época y promesas familiares cuando en 1920 contrajo matrimonio con Antonia Mustelier, una linda santiaguera afrodescendiente. De esta manera se creó la primera familia con raíces del Japón y de Cuba, la cual fue, durante muchos años, la única existente en esta urbe del país.
De esta singular unión nacieron tres hijos: dos varones y una hembra, exponentes de un inusual mestizaje biológico donde se combinaron armoniosamente lo afro con lo asiático. Ellos fueron nombrados por su padre Kenichi: Manyi y Haruko con los apellidos Fujishiro Mustelier.
Naturalmente, el primogénito se llamó como su padre: Kenichi Fujishiro, el cual dejó claro para toda la familia que este nombre significaba ‘Primer Pino’. En el caso de la niña, su nombre, Haruko, significaba la ‘señorita Primavera’: Haru por la abuela paterna y una de las hermanas de su padre.Todos los nombres japoneses fueron acompañados por el del santo del santoral católico que correspondía al día del nacimiento de cada uno de los niños para complacer a la abuela materna, devota católica, y en correspondencia con una antigua tradición heredada de los ancestros hispánicos. Así fueron inscritos y bautizados.
Manyi falleció antes de cumplir un año y, por tanto, Kenichi quedó como único continuador del apellido Fujishiro. Desde niño siempre mostró con orgullo su estirpe y todo lo referente al Japónconstituía algo especial para él: lo japonés era tan obvio en el seno familiar, que formó parte de su existencia de modo natural másallá de la muerte prematura del padre.
Kenichi vivió los maltratos a los que fueron sometidos los descendientes japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, al ser Cuba y Japón antagonistas durante la misma. Sin embargo, éldefendió su nombre y no lo cambió a pesar de ser obligado a renunciar a su ciudadanía japonesa, so pena de ser internado en el campo de concentración que existió durante el periodo bélico en el país.
Ser descendiente de un nipón, algo poco común en Santiago de Cuba, y mostrar desde pequeño aptitudes para la música y el canto, así como poseer una peculiar vis cómica, lo dotaron de una atractiva personalidad, que le permitió ser muy popular y querido en la ciudad.
Como puede suponerse, para Kenichi hijo, desde pequeño, fue difícil decir su nombre en medios ajenos al marco familiar, en una ciudad donde lo japonés era prácticamente desconocido. Sucede que su nombre y su apellido eran extraños al oído del cubano yse prestaban para múltiples interpretaciones y pronunciaciones, por lo que muchas veces eran motivo de burla en los medios en que se desenvolvió, al ser las versiones risibles y confusas. Algo similar pasaba con su escritura.
Con el paso del tiempo, Kenichi encontró, ante las preguntas de los que se interesaban por el origen, traducción y significado de su nombre, una forma de hacerlo inteligible mediante la creación de una original historia que puede ser ejemplo de un rasgo de la idiosincrasia del cubano: el no temer reírse de sí mismo.
Él explicaba que cuando nació y su padre lo pudo ver por primera vezhabía exclamado muy sorprendido: “¡Qué niche!”. Ante la tonalidad oscura de la piel del niño, en contraste con la pálida tonalidad de la del padre. Y de ahí, explicaba, provenía su nombre y su significado. Vale aclarar que en el argot popular esta expresiónquería decir “¡Qué negro!”.
Él, con una acertada intuiciónlingüística, había utilizado el recurso de la homofonía y con un cómico juego de palabras dio la solución al problema, pues la palabra niche, como cubanismo, refiere a alguien perteneciente a los afrodescendientes. Por supuesto, esto era motivo de risas, pero a la vez servía como recurso nemotécnico para sus interlocutores. Funcionaba como un chiste y hacía fácil la pronunciación de su nombre.
El nombre de Kenichi ha sido perpetuado en las generaciones sucesivas de la familia hasta hoy día,cuando un tataranieto de 22 años, es decir, su gonsei, lleva con orgullo el nombre de Kenichi Fujishiro. Que conozcamos, y casi aseguramos, fuera de la familia no hay nadie en la ciudad,ni en el país, que lleve este nombre.
© 2024 Lidia Sánchez Fujishiro
La Favorita de Nima-kai
¿Te gusta esta historia? ¡Dale una estrella! ¡Las historias con más estrellas serán traducidas profesionalmente a nuestros idiomas en la página web!