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Auld Lang Syne en el desierto y pantano: Año Nuevo en el campo de concentración

Al carecer de las herramientas tradicionales para mochitsuki, las mujeres en esta fotografía están estirando a mano el mochi. Donación de Jack y Peggy Iwata, Museo Nacional Japonés Americano (93.102.169).

Las fiestas son una época especial de unidad, finalizando cada año con sentimientos de alegría y reflexión. Para los japoneses americanos que pasaron encarcelamiento durante la Segunda Guerra Mundial, la fiesta de Año Nuevo suscitaba diversas reacciones, que reflejaron la importancia de las festividades tradicionales así como las ansiedades de la vida en el campo de concentración.

Para la mayoría de americanos, la temporada de fiestas se centra en la Navidad; pero para los japoneses americanos, el Año Nuevo fue (y, en muchos aspectos, sigue siendo)el centro de la temporada de fiestas como una extensión de la tradición japonesa de oshogatsu. En los años de preguerra, las familias celebraban el Año Nuevo haciendo mochi o mochitsuki, además de preparar diversos platillos de osechicomo pasteles de pescado y frutas encurtidas. Los diarios japoneses americanos como Rafu ShimpoyNichibei Shinbunimprimían ediciones especiales para Año Nuevo que presentaban historias cortas e ilustraciones. En su número de Año Nuevo de 1941, el Pacific Citizen, órgano de JACL [Liga de Ciudadanos Japoneses Americanos, por sus siglas en inglés], presentó la ilustración de Chiura Obata y comentario sobre temas de derechos civiles. Los números de Año Nuevo de 1941 y 1942 también presentaron promesas de lealtad a los Estados Unidos, con fotos del Secretario de Estado de Utah E.E. Monson y la Primera Dama Eleanor Roosevelt con representantes de JACL.

A raíz de la Orden Ejecutiva 9066, las festividades de Año Nuevo continuaron dentro del campo de concentración, aunque con algunas modificaciones. El futuro psicólogo James Sakoda posteriormente anotó en su diario en Tule Lake que “ya que el Año Nuevo es una fiesta grande para los japoneses, probablemente ellos compraban más cosas para esta fecha que cuando lo hacían para Navidad”. Aunque el issei tenía opciones limitadas en el campo de concentración en cuanto a comidas festivas japonesas para intercambiar con los amigos y familia, las tiendas en el campo de concentración se abastecían de artículos de regalo especiales como frutas y dulces durante la fiesta.

Durante toda la semana del 31 de diciembre, varios campos de concentración presumían las actividades de Año Nuevo. En Tule Lake, Sakoda señaló la organización de una “verbena” que incluía a vendedores de comida de los departamentos agrícolas y juegos como el lanzamiento de centavos. Al final de la víspera de Año Nuevo, se organizaba un baile en un auditorio o edificio fabril en cada campo de concentración, con el acompañamiento de una orquesta de baile. A medianoche, una banda del campo de concentración tocaba la canción Auld Lang Syne para celebrar el Año Nuevo.

En el día de Año Nuevo de 1943, las celebraciones continuaron con las tradicionales ceremonias japonesas de oshogatsu. Los issei y nisei participaban en el mochitsuki gracias a los envíos de arroz mochi provenientes de California, Texas y Louisiana, o de comerciantes mayoristasde las ciudades de Salt Lake y Nueva York. En el campo de concentración de Poston en Arizona, el Press Bulletin dijo que el arroz mochi fue traído desde Dos Palos, California, el lugar de las famosas granjas Koda que alguna vez popularizaron el arroz japonés que crece en California. (Aquí se pueden ver las imágenes de la preparación de mochi en el campo de concentración de Heart Mountain en el día de Año Nuevo de 1944. Las imágenes de mochitsuki en Heart Mountain fueron presentadas también en el documental de Frank Abe del 2000 Conscience and the Constitution [Conciencia y la Constitución])

Una multitud se concentra a la expectativa del mochi que se estaba preparando para celebrar el Año Nuevo en el campo de concentración. Donación de Jack y Peggy Iwata, Museo Nacional Japonés Americano. (93.102.170)

También se podían conseguir provisiones japonesas especiales gracias a importadores externos de Nueva York. Aunque el alcohol estaba oficialmente prohibido en el campo de concentración,éste provenía de alambiques encubiertos. A pesar de trabajar con un presupuesto limitado, estas ceremonias ayudaron a mantener un sentido de comunidad para las personas confinadas. El trabajador social Charles Kikuchi, posteriormente conocido por su elaborado diario de su experiencia en el campo de concentración, recordó cómo los issei en Gila River juntaban su dinero para traer mochi al campo de concentración, pero no podían permitirse “aquellas langostas grandes y rojas que son habituales en los hogares japoneses”. Asimismo, los artesanos elaboraban guirnaldas y otras decoraciones festivas con artemisa local que se encontraba en el campo de concentración, mientras que los materiales para machacar mochi eran fabricados con madera desechada.

Una vaporera que fue hecha en el campo de concentración de Minidoka. Museo Nacional Japonés Americano, donación anónima [88.16.1]

Siguiendo la tradición de los años de preguerra, los diversos diarios de los campos de concentración publicaron un número especial de Año Nuevo el 1 de enero. Además de incluir un mensaje del director del campo de concentración, los diarios incluyeron entregas literarias y reflexiones de la comunidad sobre la vida en el campo de concentración.

Estaban adornados con ilustraciones creadas por artistas como Miné Okubo y Estelle Ishigo y hasta a veces incluían calendarios para el año.

Ilustración de mochitsuki en el campo de concentración por Mine Okubo. Donación de Miné Okubo Estate, Museo Nacional Japonés Americano. 2007.62.156

Desafortunadamente, se suspendieron las celebraciones de Año Nuevo en múltiples ocasiones. En Tule Lake, se canceló la celebración de Año Nuevo de 1944 por imposición de la ley marcial, con oficiales militares que impidieron la distribución de mochi entre las personas confinadas.

A pesar de ser tradicionalmente una época feliz, para las personas que estaban en el campo de concentración, las reflexiones de Año Nuevo estaban impregnadas de emociones por el hecho de su encarcelamiento.En Poston, el comité del festival de Año Nuevo de 1942 compartió una sincera pero esperanzadora declaración sobre el Año Nuevo que reunía esperanza para el futuro y desesperación sobre las realidades del encarcelamiento:

“Año, 1942, 365 días enloquecidos por una guerra azarosa y despiadada, finalmente dividió nuestra compañía.Estamos recibiendo el Año Nuevo, 1943, en Poston, Arizona, con grandes esperanzas de que será un año feliz y victorioso… Todos nosotros en Poston llegamos a esta selva desértica, que estaba abrasada por un calor inimaginable y polvo insoportable bajo las circunstancias más desafortunadas, antidemocráticas y antiamericanas”.

Para otros, los ánimos estaban aún más por los suelos. Charles Kikuchi lamentó en su diario el día 31 de diciembre de 1942:

“Debería sentirme aIegre y feliz, pero no lo estoy. El próximo año no se ve tan optimistapara todos nosotros, en todo el mundo... Esta noche, se supone que deberíamos estar alegres y echar aquellos dolores vacíos y sordos de la conciencia. Una gran diferencia con respecto al año pasado cuando éramos libres para hacer lo que queríamos”.

Para muchos como Kikuchi, la fiesta subrayaba la irremediable realidad de su confinamiento y recordaba a muchos cómo sus vidas habían sido desarraigadas. En Manzanar, las celebraciones de Año Nuevo de 1943 llegaron justo tres semanas después de la “revuelta” de Manzanar, en donde dos internos fueron asesinados por los guardias. En la edición de Año Nuevo de 1943 deManzanar Free Press, la sección editorial declaró al año 1943 como el “Año de la Decisión” para los japoneses americanos, que se enfrentaron a la pregunta de si mantener o no su identidad americana frente a la discriminación.

El Año Nuevo de 1945 trajo consigo un sentimiento de esperanza y alivio, como resultado de las noticias del fin de la exclusión y una oportunidad de regresar a casa. En Tule Lake, el número de 1945 de The Newell Star mencionó que el fin de la exclusión de la Costa Oeste el 2 de enero señaló el fin del confinamiento, con el director Best deseando a los confinados sus mejores deseos en su viaje de regreso a casa.El número estaba además impregnado de tristeza, ya que enumeraba los eventos de la ocupación militar que dominó la primera mitad de 1944 y recordaba a los lectores el asesinato de Shoichi James Okamoto a manos de un guardia. En el número de Año Nuevo de 1945 de Gila News-Courier, los lectores podían encontrar un mensaje especial del autor Pearl S. Buck, expresando la esperanza de que “nunca más debería existir semejante mancha en nuestra vida democrática”.

El Año Nuevo en el campo de concentración trajo consigo varios sentimientos encontrados. Los internos del campo de concentración celebraban la fiesta, continuando o adaptando muchas viejas tradiciones, independientemente de su situación. Sin embargo, para muchos fue imposible olvidar las duras realidades que pasaron en el campo de concentración o las profundas pérdidas que habían sufrido por su injusto encarcelamiento.El Año Nuevo fue celebrado en todo Estados Unidos, pero para los japoneses americanos en el campo de concentración, la fiesta representaba más que solo el paso del tiempo: era un signo de su constante perseverancia y supervivencia como comunidad.

 

© 2020 Jonathan van Harmelen

Acerca del Autor

Jonathan van Harmelen estudia actualmente un doctorado (Ph.D) en historia en la Universidad de California en Santa Cruz, con especialización en la historia del encarcelamiento japonés-americano. Es licenciado en historia e idioma francés por la Universidad Pomona y ha completado una maestría en humanidades en la Universidad de Georgetown. Entre el 2015 y el 2018, Jonathan había trabajado para el Museo Nacional de Historia Americana como pasante e investigador. Puede ser contactado al email jvanharm@ucsc.edu.

Última actualización en febrero de 2020

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