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Los peores virus: racismo, mentira y desinformación contra la inmigración japonesa

A fines del año de 1910, el número de inmigrantes japoneses en Estados Unidos había llegado a cerca de 80 mil, en México y Perú rebasaban en cada país los 10 mil trabajadores, en tanto que en Brasil ya laboraban más de 5 mil. En la medida en que el número de inmigrantes japoneses iba creciendo en el continente, los sectores racistas de la sociedad norteamericana fueron fomentando el odio y la persecución contra los inmigrantes. Para combatir la llegada de trabajadores japoneses, estos sectores no dejaron de difundir noticias falsas y rumores señalando el “peligro” que representaban para la sociedad norteamericana al considerarlos como parte de “razas degeneradas” que contaminaban, como si fueran virus, a la “pureza” racial que deseaban para Estados Unidos.

Los sentimientos antijaponeses que se expresaron de manera muy violenta en California, se fueron extendiendo en diversos países de América. Las razones para entender la aversión contra la inmigración puede explicarse a partir de dos situaciones: la primera tiene relación con el objetivo del gobierno y de buena parte de la sociedad norteamericana de construir una nación homogénea, de población exclusivamente caucásica. Como lo llegaron a considerar de manera velada los presidentes Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson en las primeras décadas del siglo XX, el propósito era evitar la mezcla con ese tipo de inmigrantes.

En los barrios de California se organizaron para combatir la inmigración

Las medidas para evitar el ingreso de inmigrantes que no correspondieran a las características de “pureza racial” ya habían avanzado de manera muy puntual desde que se empezaron a promulgar una serie de leyes exclusionistas, la primera de ellas contra los inmigrantes de origen chino en 1882. Las ideas de “supremacía racial” que proponían estos sectores buscaban además fundamentarse en la ciencia, utilizando por ejemplo la teoría de la evolución de Charles Darwin. Además, la “cultura racista” se había ido popularizando mediante gran cantidad de obras literarias como las del ganador del premio nobel de literatura, el inglés Rudyard Kipling. A principios de siglo por tanto, no fue extraño que las actividades y las organizaciones antijaponesas tuvieran gran éxito en la sociedad blanca del estado de California donde se había concentrado la mayor parte de inmigrantes japoneses.

Documento de la legación norteamericana en Guatemala para informar sobre los inmigrantes japoneses en 1910 (National Archives and Records Administration, NARA)

El otro elemento que ayudó al fortalecimiento de la xenofobia contra los inmigrantes, especialmente japoneses, se debió a la consolidación del imperio de Japón como gran potencia y al enfrentamiento paulatino con los Estados Unidos. Aunque los japoneses eran reconocidos ampliamente como honestos, responsables y trabajadores, la situación internacional propició que el gobierno norteamericano instruyera a todas sus embajadas en los países de Latinoamérica para que vigilaran no sólo las actividades de empresarios y diplomáticos japoneses sino a los propios inmigrantes.

En este contexto, los rumores contra Japón también jugaron un papel importante para generar miedo y repulsión contra los inmigrantes en el continente. La prensa norteamericana se hizo eco de este ambiente y difundió una serie de mentiras como la de que los inmigrantes japoneses que trabajaban en México eran en realidad parte del ejército imperial japonés que preparaba una futura invasión a los Estados Unidos.

A inicios de 1911 el senador por Massachusetts, Henry Lodge, afirmó que la marina imperial japonesa compraría Bahía Magdalena en Baja California. La bahía, importante por su ubicación geográfica estratégica, había sido usada por la marina norteamericana para realizar ejercicios navales con el consentimiento del gobierno mexicano. Por otro lado, el dueño de la cadena más importante de periódicos en California, Randolph Hearst, participó activamente en esa campaña al propalar rumores y publicar noticias alarmantes y falsas como el arribo de 75 mil japoneses a Bahía Magdalena. El escándalo alcanzó tal magnitud que tuvo que ser desmentido tajantemente por las autoridades mexicanas y japonesas.

El senador Lodge, como el magnate Hearst, estaba plenamente convencido del llamado “peligro amarillo” que supuestamente enfrentaba todo el continente al permitir la inmigración de trabajadores japoneses. Ambos se convirtieron en los más importantes impulsores de leyes contra la inmigrantes que no fueran blancos y en los más activos difusores de la superioridad racial que se establecía en teorías eugenistas como las del científico inglés Francis Galton.

El movimiento antijaponés en Estados Unidos lograría su cometido en los años por venir. En el año de 1913 se expidió una ley en California para que los agricultores japoneses no pudieran adquirir tierras para sus cultivos. Pero sin duda, el éxito definitivo de todos estos movimientos contra los inmigrantes llegó en el año de 1924 al ser aprobada por el propio presidente de los Estados Unidos,Kalvin Coolidge, una ley ejecutiva que limitaba el ingreso de migrantes que no fueran de raza blanca.

Al acercarse la Segunda Guerra Mundial, el acoso sobre los inmigrantes japoneses y sus descendientes se desató con gran furia. Las mentiras siguieron jugando un papel importante para atacarlos de manera violenta. En mayo de 1940, en la ciudad de Lima, Perú, se propagaron rumores afirmando que los inmigrantes japoneses escondían armas con el propósito de derrocar al gobierno. El rumor propició que turbas enardecidas atacaran los negocios y casas de los inmigrantes, causando la destrucción de los mismos. Los daños materiales fueron cuantiosos pero lo más doloroso fue la repatriación de 64 familias que se quedaron sin hogar y que prefirieron regresar a Japón aun cuando tenían décadas de radicar y trabajar arduamente en Perú.

Destrucción de un negocio de refrescos en Lima (Colección Museo de la Inmigración Japonesa al Perú)

Al atacar la Marina Imperial del Japón la base naval norteamericana de Pearl Harbor en diciembre de 1941, el secretario de Marina, Frank Knox, afirmó sin ningún sustento que el ataque había sido posible debido al trabajo de la “quinta columna” incrustada en Hawái, refiriéndose a toda la comunidad de inmigrantes. El FBI desmintió esta información señalando con gran claridad que las comunidades de japoneses no habían participado en ese ataque ni habían proporcionado información para que esto sucediera.

Sin embargo, estas noticias falsas crearon gran temor en Estados Unidos y en otros países que contaban con gran número de japoneses como México, Perú y Brasil. Los rumores y mentiras fueron la causa para que a las comunidades de japoneses se les considerara como columnas invasoras dispuestas a seguir ciegamente las órdenes de Tokio. Los gobiernos americanos decretaron el traslado de miles de inmigrantes y sus familias a campos de concentración o a grandes ciudades para ser vigilados de manera estrecha. En Estados Unidos se obligó a 120 mil japoneses y sus descendientes (dos terceras partes de ellos habían nacido en ese país) a abandonar sus hogares y concentrarse en 10 campos creados para tal fin.

Traslado obligado de japoneses y sus descendientes a campos de concentración en Estados Unidos (Colección NARA)

Por desgracia, estos demonios racistas, mentiras y rumores se han desatado en estos momentos que atravesamos por la más terrible pandemia que hayamos vivido: el coronavirus. La Organización Mundial De la Salud (OMS) ha informado que el mundo enfrenta, además de la pandemia de covid-19, otra más que ha dominado como “infodemia”. Esta última pandemia se refiere a la gran cantidad de informaciones falsas que circulan de manera masiva por las redes sociales y que han generado una ola de racismo, confusión y desinformación.

La primera de estas insinuaciones racistas fue asignar al coronavirus un carácter étnico o racial. El “virus chino” se le ha llegado a denominar cuando en realidad su nombre científico es SARS-CoV-2 designado por la OMS para evitar esas connotaciones raciales. La otra es afirmar de manera falaz que el coronavirus ha sido elaborado en un laboratorio para funcionar como una “arma biológica”. La OMS, ante tal situación, en su portal de internet ha creado un sitio especial, en múltiples idiomas, dedicado especialmente a combatir tales mentiras mediante información veraz y científica sobre el origen del coronavirus.

Las mentiras, sin duda, han sido históricamente la base para crear y fomentar miedo en la población con el propósito de discriminar y hasta llegar a masacrar a miles de personas por su origen étnico. En 1918 se desató una gran pandemia de influenza que fue conocida como la “gripe española” que causó la muerte de decenas de millones de personas. Sin embargo, ese virus de influenza tuvo su origen en los Estados Unidos y fue contagiado por soldados norteamericanos que se trasladaron a Europa en plena Primera Guerra Mundial. La viruela, por cierto, fue traída al continente americano por los soldados españoles que conquistaron México y que causó millones de muertes en las poblaciones autóctonas. Los virus son parte de la misma especie humana y en la medida en que el mundo está más integrado se transmiten de manera más acelerada a diversos países. El miedo irracional y los rumores sobre el coronavirus han causado que enfermeras y personal médico en México y en muchos otros países sean atacados y discriminados cuando justamente son ellos los que arriesgan su vida para protegernos.

Caricatura de un periódico peruano estigmatizando a los inmigrantes japoneses (Colección NARA)

La organización, la solidaridad y el trabajo comunitario de los inmigrantes japoneses en tan difíciles momentos permitieron remontar las desgracias que enfrentaron al estallar la guerra. La pandemia de coronavirus que se ha extendido a nivel global sólo podrá ser controlada con la participación decidida y organizada de las comunidades que eviten su extensión en un primer momento y mediante la cooperación de todos los países para que en un futuro se creen las vacunas necesarias y se tomen medidas colectivas que nos protejan a toda la humanidad contra los virus. Las mentiras, la desinformación y el racismo son parte de esas pandemias que igualmente deben de ser combatidas.

© 2020 Sergio Hernández Galindo

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Sobre esta serie

En japonés, kizuna significa fuertes vínculos emocionales. 

En el 2011, habíamos invitado a nuestra comunidad nikkei global a colaborar con una serie especial sobre cómo las comunidades nikkei respondieron y apoyaron a Japón tras el terremoto y tsunami de Tohoku. Ahora, nos gustaría reunir historias sobre cómo las familias y comunidades nikkei se han visto afectadas y cómo están respondiendo y adaptándose a esta crisis mundial. 

Si te gustaría participar, revisa nuestras pautas de presentación. Recibimos artículos en inglés, japonés, español y/o portugués. Estamos buscando distintas historias de todo el mundo. Esperamos que estas historias ayuden a conectarnos, creando una cápsula del tiempo de respuestas y perspectivas de nuestra comunidad Nima-kai global para el futuro.

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Acerca del Autor

Sergio Hernández Galindo es egresado de El Colegio de Méxicodonde se especializó en estudios japoneses. Ha publicado numerosos artículos y libros sobre la emigración japonesa  a México como a Latinoamérica.

Su más reciente libro Los que vinieron de Nagano. Una migración japonesa a México (2015) aborda las historias de los emigrantes provenientes de esa Prefectura antes y después de la guerra. En su reconocido libro La guerra contra los japoneses en México. Kiso Tsuru y Masao Imuro, migrantes vigilados explicó las consecuencias que el enfrentamiento entre Estados Unidos y Japón acarreó para la comunidad japonesa décadas antes del ataque a Pearl Harbor en 1941.

Ha impartido cursos y conferencias sobre este tema en Universidades de Italia, Chile, Perú y Argentina así como en Japón donde fue parte del grupo de especialistas extranjeros en la Prefectura de Kanagawa y fue becario de Fundación Japón, adscrito a la Universidad Nacional de Yokohama. Actualmentees profesor-investigador de la Dirección de Estudios Históricos del  Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

Última actualización en abril de 2016

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