Descubra a los Nikkei

https://www.discovernikkei.org/es/journal/2019/08/07/

Una pequeña historia parte de la inmigración japonesa

El 3 de abril del 2019 es una fecha muy importante para nosotros, celebramos los 120 años de la Inmigración japonesa al Perú, durante este tiempo cruzaron el Pacífico los inmigrantes que hicieron una historia en común de estas dos naciones. Existen muchas historias importantes que lo representan, son muy conocidas por todos, pero existen otras que formaron parte de manera casi anónima, personas que lucharon, trabajaron y sufrieron hasta finalmente ser parte de este gran país que los acogió a ellos y a todos sus descendientes.

Haruko Guima y Sanra Nakasone.

Hoy quiero dedicar este artículo a mi suegro, hace un tiempo atrás escribí sobre mi suegra, el cariño es muy grande, además de mi agradecimiento, a veces resultamos injustos sin querer. Mi suegra fue extraordinaria, tenía mucho carisma y era muy sociable, pero junto a ella estaba mi suegro, siempre con una sonrisa, era de pocas palabras, de esas personas que parecía nunca se molestaba pero, como dicen, cuando eso sucedía, todos le corrían a pesar de que era bajito y todos sus hijos eran mucho más grandes que él, a excepción de mi esposa. Mi suegro se llamaba Sanra, conocido por muchos como Saburo, mi suegra era Haruko.

Como la mayoría de matrimonios antiguos entre nikkeis, fue pactado, lo más probable un acuerdo entre los padres. Siempre en broma mi suegra decía: “mis hijos todos han escogido a sus parejas, así que no me reclamen nada”. Ella había nacido en la Hacienda Jesús del Valle, en Huaral, se había ido a Okinawa con sus padres con la idea del regreso, pero luego de un tiempo estuvo de vuelta en Perú se habían quedado dos hermanas, el destino y la guerra hizo que durante mucho tiempo no vea a sus padres y hermanos, debido a que en nuestro país se prohibió el ingreso de japoneses por la guerra. Finalmente, sus padres y hermanos tuvieron que ir a vivir a Argentina.

Sanra Nakasone.

Saburo nació en Japón, de niño sus padres viajaron a Perú en busca de un futuro mejor, mientras él se quedaba con una tía que lo crió. En el viaje en barco, que dicen era muy duro, su madre falleció (es el dato que tenemos, pero no se pudo confirmar), por lo que durante muchos años se truncó la venida de Saburo. Siendo ya joven, viajó para el encuentro con su padre en Perú, él ya tenía otro compromiso, vino como muchos a trabajar en el campo. Luego de unos años se pactó su matrimonio.

Saburo y Haruko tuvieron su primer hijo en la Hacienda Esquivel, mi suegro trabajaba como peón cultivando algodón hasta la una de la tarde y luego laboraba en la pequeña parcela que arrendaba. Ahí tuvieron cuatro hijos, fueron tiempos difíciles, el gobierno asumió una política en contra del Japón y todo lo relacionado al país de nuestros ancestros debido a la guerra. Fueron despojados de todo, los botaron dejando una pequeña porción de terreno para que sobrevivieran, fue donde cultivaron col, yuca, coliflor para luego ir a vender, labor que hacía Haruko y su suegro.

Trataron por todos los medios de juntar dinero, eran tiempos difíciles, les comentaron de una oportunidad en la Hacienda San Agustín en el Callao, junto con otros paisanos se aventuraron y lograron arrendar parcelas, de ese modo siguieron siendo vecinos hasta sus últimos días. Una familia nikkei que no los conocía en ese momento fue la que los ayudó a poder acceder a ese lugar, es la forma como se empezaba sentir esa camaradería en la hacienda. Aquí es donde nacen los seis hijos restantes, incluyendo a mi esposa, que era la última y la única mujer.

Las familias eran numerosas entonces, como dicen ahora, todavía no había televisión. Por otra parte, el tener una familia numerosa era una gran fuerza productiva, claro que inicialmente todo lo hacía más difícil, se tenía que dar de comer a una familia numerosa, pero luego esto hacía que se avance más rápido económicamente. Trabajo difícil, en especial porque se tenía que pagar el arrendamiento con una cantidad de quintales (antigua unidad de peso española) de la cosecha, pero a precio muy bajo, lo que favorecía al arrendador que, sin trabajar la tierra, conseguía vender estos a precio de mercado, esto formaba parte del yanaconaje.

Cinco de los hermanos Nakasone.

El yanaconaje era un sistema muy utilizado en la agricultura, fue usado por la mayoría de los japoneses. Se trabajaba la tierra pagando el alquiler de varias formas: dinero, más trabajo, más cosechas. Esto implicaba siempre la venta preferencial y al precio más bajo al propietario de la tierra. Era muy poco ventajoso para el yanacona, pero los japoneses lograron sacar ventaja con formas de negociación, además en algunos casos se utilizaron los tanomoshi, que finalmente fueron usados para arrendar más terreno y poder luego subarrendar a otras personas, repitiendo el yanaconaje a otros.

Saburo era un hombre que trabajó muy duro desde joven, como muchos de los inmigrantes japoneses, una niñez sufrida al ser criado por su tía y vivir lejos de su padre, en una Okinawa muy pobre y habiendo perdido a su madre en ese viaje que los llevó a ese lugar tan lejano, siendo él todavía niño. Luego venir a una tierra extraña, a trabajar con mucho esfuerzo, para luego recibir la injusticia de ser despojado de lo poco que tenía y habían logrado con mucha voluntad, por un gobierno en ese momento muy injusto. Fue empezar otra vez desde cero, era una de las tantas pruebas que le tuvo el destino.

La Hacienda San Agustín acogió a muchos japoneses y sus descendientes, donde iniciaron una vida en común, el trato de vecino se hizo como familia, era común la ayuda mutua, incluso cuando había cosechas y cultivos se ayudaban entre sí, no todo era trabajo. También se reunieron para los grandes acontecimientos familiares, reuniones de camaradería para formar hasta un club deportivo. En algunas reuniones mi suegro con otros vecinos tocaba su sanshin mientras las mujeres bailaban al ritmo de la música okinawense, seguro añorando sus orígenes, pero todo con mucha alegría.

Saburo era de baja estatura, pero una persona con muchos recursos, como la mayoría de inmigrantes, era mil oficios, arreglaba cosas. Se debe tener en cuenta que en el campo todas las instalaciones la hicieron ellos mismos, levantaban muros, techos, hacían corrales para los animales, si algo se malograba se las tenía que ingeniar para arreglarlo. Con el tiempo hasta se convirtieron en mecánicos.

Mi suegro era de muy pocas palabras pero de una sonrisa franca, sincera, que te daba la bienvenida, seguro que mi esposa heredó esa sonrisa de él. Dicen que cuando se molestaba, todos los hijos le temían, solo bastaba un grito para poner en vereda a todos, felizmente nunca descubrí ese lado suyo. De seguro debió tener un carácter fuerte, tuvo que criar a diez hijos, nueve de ellos hombres. En la hacienda parece que se hacían la competencia: quién tenía más hijos. Lo anecdótico era que salieron muy buenos futbolistas, que iban a distintos lugares representando a la hacienda, donde el juego era muy duro, parecía de vida o muerte, logrando enfrentarse con jugadores que luego fueron profesionales.

Cosecha de ajo

Así como mi suegro, que era un típico inmigrante japonés que vino al Perú en busca de un futuro mejor, la mayoría tuvo que trabajar duro para ello, con muchas pruebas en el camino, aguantando odios, discriminación, despojos, engaños, burlas, pero siguieron adelante. Son muchas historias que escuchamos, hasta nos causa mucha gracia cómo el uso de silos como baños en el campo, salir de la casa para usarlos, me imagino con una sonrisa el hacer todos los malabares y tener cuidado en la oscuridad de lo que uno pisaba; hasta pensar que no había ni papel higiénico, usando hojas, plantas, luego papel periódico.

También la vida sencilla que llevaron por mucho tiempo, lo que se comía, lo más común era escuchar que se alimentaban con mucho camote, que había en la chacra. El comer un animal del corral era todo un acontecimiento porque esos también eran para vender y si era un cerdo, se aprovechaba todo, desde la grasa para sacar manteca, hasta la sangre que es muy nutritiva, los intestinos, patitas, manitos (estas últimas para el ashitibichi, con alga kombu), las orejas (en el mimiga sashimi); nada se desperdiciaba, en ese aspecto los uchinanchu se han caracterizado por usar todo del cerdo. Tiempos difíciles que hicieron valorar cada cosa ganada y pensar en el futuro para que a cada uno de sus descendientes nunca le falte nada.

Esta es una pequeña historia de uno de los tantos inmigrantes, historia muy parecida a muchas más y son estas las que formaron nuestra comunidad nikkei en el Perú, son ya 120 años, con cinco generaciones, buscando nuestra propia identidad.

Celebración de un cumpleaños

 

© 2019 Roberto Oshiro Teruya

familias migración Perú
Sobre esta serie

La palabra “héroe” puede significar diferentes cosas para diferentes personas. Para esta serie, hemos explorado la idea de lo que es un héroe nikkei y de lo que esto significa para diversas personas. ¿Quién es tu héroe? ¿Cuál es su historia? y ¿de qué manera ha influido en tu identidad nikkei o tu conexión con tu herencia nikkei?

Les pedimos historias desde mayo hasta septiembre de 2019, y la votación concluyó el 12 de noviembre de 2019. Todas las 32 historias (16 en inglés, 2 en japonés, 11 en español y 3 en portugués) que recibimos desde Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Japón, los Estados Unidos, México y Perú.

Aquí están las historias favoritas seleccionadas por nuestro comité editorial y la comunidad Nima-kai. 


Las elegidas del Comité Editorial:

La elegida por Nima-Kai:

Para saber más sobre este proyecto de escritura >>

Mira también estas series de Crónicas Nikkei >>

Conoce más
Acerca del Autor

Roberto Oshiro Teruya es peruano de 53 años, de tercera generación (sansei); las familias de sus padres, Seijo Oshiro y Shizue Teruya, procedían de Tomigusuku y Yonabaru, respectivamente, ambos en Okinawa. Reside en Lima, la capital del Perú, y se dedica al comercio, en un local de venta de ropa en el centro de la ciudad. Está casado con la señora Jenny Nakasone y tienen dos hijos, Mayumi (23) y Akio (14). Su interés es seguir conservando las costumbres inculcadas por sus abuelos, como la comida, el butsudan y que sus hijos las sigan conservando.

Última actualización en junho de 2017

¡Explora Más Historias! Conoce más sobre los nikkeis de todo el mundo buscando en nuestro inmenso archivo. Explora la sección Journal
¡Buscamos historias como las tuyas! Envía tu artículo, ensayo, ficción o poesía para incluirla en nuestro archivo de historias nikkeis globales. Conoce más
Nuevo Diseño del Sitio Mira los nuevos y emocionantes cambios de Descubra a los Nikkei. ¡Entérate qué es lo nuevo y qué es lo que se viene pronto! Conoce más