Descubra a los Nikkei

https://www.discovernikkei.org/es/journal/2018/1/5/ozooni/

El ozooni de mi abuela

"¡Ella está haciendo la sopa!"

Esa era la indicación que mi madre y mis tías nos daban a nosotros, los niños, para que saliéramos de la cocina de mi abuela.

Ella ya venía de algunos días dedicándose a la preparación de ese caldo tan especial, el ozooni, para que, según la tradición japonesa, nos trajese suerte para el nuevo año que ya estaba por venir.

Mi abuelo, su marido, no prestaba mucha atención a eso. Mucho menos mis otros abuelos - por parte de padre. Ellos ya seguían la tradición occidental.

Lejos de los adultos, mis primos mayores se quejaban de que no querían comer ozooni ese año. Decían que no les gustaba el pulpo y que el moti, dentro del caldo, era soso.

En particular, el nombre de esa sopa, ozooni, siempre me recordaba a un hombre que jugaba al fútbol con mis amigos, de vez en cuando, en el campito que quedaba cerca de casa. Él se llamaba Azoni.

Moreno y un poco gordo, a Azoni le encantaba cobrar los tiros de esquina que sucedían en los partidos. Pero lo que a él más le gustaba en el mundo, sin broma, era el hecho de que yo, nieto de japoneses, jugase al fútbol con ellos. Por eso, él nunca dejaba de burlarse de mí: "No quiero al japonés en mi equipo, ¡no! ¡Los japoneses no saben jugar a la pelota! ", decía él a carcajadas.

Hasta que llegó un día en que, en medio del partido, agarré la pelota y la pasé por entre sus piernas. Pero, antes de que terminara la jugada, él me levantó y salió corriendo por el césped, conmigo colgado de un hombro.

Gritaba que yo era un japonés descarado y que no iba a gambetearlo, de ninguna manera.

Yo gritaba muy fuerte y sin parar para que él me soltara. Mis compañeros corrían atrás nuestro riéndose y tratando de pegarnos con la pelota.

Y, de repente, el 1 de enero, a la hora del almuerzo, se anunciaba que la sopa estaba lista.

Mi abuela aparecía cansada, pero feliz, mezclando el caldo y sirviendo en los tazones en fila sobre la mesa.

Mientras nosotros, sus nietos, tomábamos cada uno su porción, ella nos decía algo muy especial, en japonés. A su lado, uno de mis tíos, tomando cerveza, traducía diciendo que ella sólo nos estaba deseando mucha suerte y mucho dinero en el bolsillo.

Recuerdo que nos quedábamos quietos, soplando nuestros tazones. Y, después de algunas cucharadas, huíamos al patio trasero para no tener que tomarla más.

No sé si es recuerdo o imaginación pero, en esas horas, me parece que mi abuela se quedaba allí, desde la cocina, mirándonos con los ojos bien cerrados, viendo todo. Incrédula ante el hecho de estar presenciando el desmoronamiento de una tradición de siglos, allí mismo, en sus manos.

Pero ella sólo sabe que, incluso después de más de veinte años, hoy escribo haciéndoseme agua la boca, sólo por tratar de recordar el delicioso sabor de su ozooni. Y cómo me arrepiento de no haberlo tomado todas las veces que ella nos lo ofreció.

Ah, y también, ella sólo sabe que no tengo ninguna nostalgia de aquel hombre, el que jugaba al fútbol con nosotros, el tal Azoni.


¡Feliz Año Nuevo para todos!

 

© 2018 Hudson Okada

abuelas abuelos Año Nuevo Brasil comida comida japonesa deportes familias fútbol Oshogatsu ozoni progenitores
Acerca del Autor

Udê, o Hudson Okada, nació en la ciudad de Matão-SP, el día 2 de agosto de 1979. Vive en São Paulo, Liberdade, desde 2005. Forma parte del equipo de colaboradores del Jornal Nippak. Como escritor, ganó algunos concursos literarios – incluso un honroso segundo lugar en el Premio Sesc-DF de Literatura, categoría cuentos.

Última actualización en julio de 2016

¡Explora Más Historias! Conoce más sobre los nikkeis de todo el mundo buscando en nuestro inmenso archivo. Explora la sección Journal
¡Buscamos historias como las tuyas! Envía tu artículo, ensayo, ficción o poesía para incluirla en nuestro archivo de historias nikkeis globales. Conoce más
Nuevo Diseño del Sitio Mira los nuevos y emocionantes cambios de Descubra a los Nikkei. ¡Entérate qué es lo nuevo y qué es lo que se viene pronto! Conoce más