Descubra a los Nikkei

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Chawaki y butsudan

Formo parte de una familia nikkei de Okinawa y soy sansei o de tercera generación. Vivo en el Perú y todos los recuerdos familiares giran alrededor de la comida, ¿será que todas las familias okinawenses son iguales?

Cada vez que uno visitaba a la obá, ella se encargaba de servirte, hasta de darte en la boca si no comías. Era tal la inclusión que el mismo trato recibía un amigo no nikkei, si tu lo llevabas. La obá improvisaba muchas veces, hacía tempura de lo que encontraba: alguna verdura, plátano, berenjenas, vainita, zanahoria, cebollita china (cebollín ocebolla de verdeo). La verdad es que los amigos salían muy contentos y para ellos también sería su obá a partir de ese momento. Esta escena se repetía en muchos hogares.

Cuando se es niño, no se llega a comprender algunas cosas. Al morir alguien de la casa, primero todo era tristeza, llantos, caras serias; pero, lo que seguía a eso era que la casa se llenaba de personas todas las semanas, era un trajín desde días antes, entre preparar comida e ir al mercado. Muchas veces se repartía el trabajo entre las tías, era un “loquerío”, y se preparaba bastante comida que se colocaba en un mesa donde estaba la foto de la obá (abuela). Mamá decía que allí estaba ya la obá y le ponían su almuerzo. Después estaba junto con oyí (abuelo) en el butsudan, venían muchas personas, conocí algunas, pero no muchas. Aunque fuera chica la casa, venían a poner senko, se sentaban a la mesa, comían y conversaban, veían que llegaban otras personas e inmediatamente se ponían de pie, y ese ciclo se repetía, sin que nadie dijera algo al respecto, como siguiendo una regla; siendo niño me parecía raro.

Primero era una delicia, comíamos dulces, carne de cerdo, tempura de camote, kamaboko, tofu, tantas cosas que en ese momento no sabía cómo se llamaban ni podía pronunciar sus nombres. Veía que mis tías contaban la cantidad de cada cosa en el plato que ponían a la mesita o butsudan. Decían que eran siete, hasta ahora no sé porqué ese número siempre se repetía. Eran siete semanas y cada siete días.

Al principio estábamos muy contentos por la cantidad de comida, pero luego había tanta que comíamos lo mismo durante la semana y pronto llegaba la siguiente, felices porque venía la gente, para mí era una alegría, venían los primos y solo pensaba en jugar, hasta que se terminó, ahí recién se siente la ausencia del ser querido que se fue, se vuelve a la rutina diaria y cada cosa lo hace recordar.

Cuando uno va creciendo y va buscando restaurantes, se da con la sorpresa de que muchas de las cosas que comía en casa no las encuentra en ellos. Lo que más se encuentra es un tipo de comida que se ha adaptado al gusto e insumos locales (roll con queso crema, palta, los california roll o los acevichado en nuestro país), que incluso cuando se va a Japón no los va encontrar. Cuando era joven, entre nosotros era común decir que esa es comida de misa, en referencia a la comida que se hacía cuando había las misas o rituales para el butsudan.

Muchos años después entendí que al plato de bocadillos salados se le decía “chawaki”, consistía en siete cosas diferentes y de cada una siete piezas: Lo principal era la carne de cerdo con piel (panceta o pierna) que era sancochada, aderezada con shoyu (salsa de soya), azúcar, sazonador y a esto se le decía “hacer shimiti” . De esa misma forma se hacían la vainita, zanahoria, kombu, nabo, gobo. No podia faltar el tofu frito, tempura de camote (aunque puede ser de cualquier verdura), kamaboko, konyaku. En realidad depende de cada uno, la regla es que sean siete cosas y siete de cada uno.

Me preguntaba si lo que nosotros hacíamos era sintoísmo o budismo, pero me di con la sorpresa que en realidad no era ni una ni otra o quizás algo de ambos, que en realidad era una “costumbre okinawense”, que yo sigo y que espero que mis hijos y descendientes también lo sigan, porque es una veneración a nuestros familiares ya fallecidos. Les va a servir para cruzar ese camino que según esta costumbre va a durar treinta tres años.

Cuando se hace la última misa, como nosotros le decimos, es quizás para que con esas ofrendas que le damos de beber y de comer, se vayan desprendiendo poco a poco de las cosas terrenales, y nosotros les ayudamos a recorrer ese camino. El chawaki también se pone en el butsudan cuando es oshogatsu (año nuevo), algunas personas la compran ya preparadas en algunas tiendas, pero escuchaba que muchas personas ahora la reemplazan comprando un obento… se va perdiendo un poco esa costumbre.

Cuando falleció mi papá, de muchas de las cosas se encargaron mi mamá y mis tías, así que no le di mucha importancia, pero cuando falleció mi mamá nos tocó a nosotros personalmente, como siempre con la ayuda de la familia. Que mis hijos vieron, tal como yo aprendí con lo que hacían mis padres, porque todo nos une. El butsudan une a la familia y amigos alrededor de la comida, ya sea por el butsudan o por alguna celebración. Quisiera que eso se pueda seguir, al igual que todas las costumbres que forman parte de nuestra cultura: la comida, el butsudan, la música, el baile y muchas costumbres okinawenses.

 

© Roberto Oshiro Teruya

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Sobre esta serie

¿Cómo expresa tu identidad la comida que consumes? ¿Cómo la comida te ayuda a conectar a tu comunidad y a reunir a la gente? ¿Qué tipos de recetas han ido pasando de generación en generación en tu familia? ¡Itadakimasu 2!: Otros Sabores de la Cultura Nikkei replanteó el papel de la comida en la cultura nikkei.

En esta serie, le pedimos a nuestros Nima-kai votar por sus historias favoritas y a nuestro Comité Editorial elegir sus favoritas. En total, cuatro historias favoritas fueron elegidas.

Aquí estás las historias favoritas elegidas.

  Editorial Committee’s Selections:

  La elegida por Nima-Kai:

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Acerca del Autor

Roberto Oshiro Teruya es peruano de 53 años, de tercera generación (sansei); las familias de sus padres, Seijo Oshiro y Shizue Teruya, procedían de Tomigusuku y Yonabaru, respectivamente, ambos en Okinawa. Reside en Lima, la capital del Perú, y se dedica al comercio, en un local de venta de ropa en el centro de la ciudad. Está casado con la señora Jenny Nakasone y tienen dos hijos, Mayumi (23) y Akio (14). Su interés es seguir conservando las costumbres inculcadas por sus abuelos, como la comida, el butsudan y que sus hijos las sigan conservando.

Última actualización en junho de 2017

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