Jose Taro Zorrilla Takeda es un joven artista y arquitecto mexicano-japonés formado en prestigiadas universidades de Japón y México. Mediante su profesión y activismo social ha logrado combinar la formación que ambos países le han brindado para desarrollarse profesionalmente y para comprometerse con los problemas que enfrentan ambos países.
La madre de Taro, Kazuko Takeda, arribó a México en el año de 1974. La joven, educada en la Universidad de Sofía (Jōchi Daigaku), se especializó en el estudio del español. Kazuko formaba parte de una nueva oleada de japoneses que llegaron a México atraídos por la cultura mexicana. Por esos años, las inversiones japonesas en México se habían incrementado de manera exponencial impulsadas por el crecimiento acelerado y la expansión de la economía japonesa. Como parte de ese proceso se abrió uno de los primeros restaurantes de comida japonesa en México, el Restaurante Suntory, al cual Kazuko ingresó a trabajar al hablar el español y japonés.
En ese restaurante, Kazuko conoció a un joven mexicano, José Luis Alberto Zorrilla, con el que se casaría. Como fruto de este matrimonio, Taro nació en la ciudad de México en el año de 1980 y pocos años después su hermano, Armando Tashiro. Desgraciadamente, siendo aún unos niños, su padre moriría por lo que tuvieron que ser criados sólo por su madre. Los pequeños ingresaron a la sección japonesa del Liceo Mexicano Japonés, donde estudiaron hasta la secundaria por lo que en realidad se educaron en base a las tradiciones y valores típicamente japoneses.
Al ingresar a la preparatorio en México, Taro se empezó a interesar en el arte y en la arquitectura; interés que lo impulsó a solicitar su ingreso en la Universidad de Artes en Tokio (Tōkyō Geijutsu Daigaku). Su solicitud fue rechazada, pero decidió quedarse en Japón y estudiar en la Universidad de Waseda donde se graduó como arquitecto.
El estudiar en Japón por varios años le permitió a Taro apreciar con claridad los contrastes entre ambos países y valorar los graves problemas sociales del país en el que había nacido, en particular la enorme polarización de la sociedad mexicana. Esta experiencia le dejó al joven arquitecto una honda huella personal que le permitiría moldear en los siguientes años el rumbo que tomaría su vida.
Cuando finalizó sus estudios universitarios en Tokio, Taro no consideró conveniente laborar en un despacho de arquitectos en Japón. La vida profesional en ese país le parecía asfixiante para su futuro en el sentido de dedicarse sólo a la búsqueda de ganancias materiales, dejando de lado su preocupación social y artística. Regresó entonces a México e ingresó a la maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México; sus estudios en la Facultad de Arquitectura le permitieron formarse dentro de una perspectiva que uniría la sensibilidad expresiva, artística y social con la precisión y la técnica japonesas que había aprendido en Waseda.
La vida personal de Taro se empezaría a desplegar en dos espacios. Por un lado, en cuanto a su actividad profesional, ésta se enfocaría en desarrollar proyectos artísticos y arquitectónicos a la vez. Pero por otro lado, como nikkei , su identidad empezaría a navegar entre las culturas mexicana y japonesa, viaje que más bien busca no arribar a un puerto o punto específico, sino que está influido por distintos vientos y oleajes que dan forma a un proceso identitario maleable y no siempre estático.
El año de 2007 marcó para Taro un momento definitorio en su vida profesional al asistir a la Exposición Trienal de Arquitectura que se llevó a cabo en Portugal. Para ese evento el arquitecto presentó una maqueta que mostraba los espacios mediante los cuales los emigrantes mexicanos en Estados Unidos plasmaban su deseo de construir sus casas en el pueblo del cual eran originarios. Para realizar y presentar conceptualmente el análisis de ese espacio, Taro realizó una investigación en el pueblo de Ixmiquilpan en el estado de Hidalgo, donde miles de personas han emigrado a los Estados Unidos. Con las remesas que mandan los braceros a sus familias, los mismos emigrantes han diseñado y construido un tipo de casa que refleja los “sueños” que siempre habían tenido. El contacto con los emigrantes en ese pueblo le permitió a Taro realizar no sólo su proyecto que tuvo buena acogida en Portugal, sino comprender los problemas y anhelos de los habitantes marginados de esa región que se ven obligados a salir del país para poder sobrevivir.
El contacto con los emigrantes mexicanos que van a los Estados Unidos le mostró a Taro las cicatrices que le habían dejado a él mismo el ser educado en dos ambientes culturales distintos. Esta situación le ayudó a crear un proyecto profesional que inició en el año de 2008 denominado “Un país en las memorias” consistente en fotografiar y hacer videos de los emigrantes japoneses en México. El objetivo de este proyecto consiste en promover los valores de los nikkei en México. Como primer fruto de este trabajo surgió la exposición de fotos y videos que se montó en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Por otro lado, la integración de México al proceso de globalización a finales del siglo pasado se tradujo en la puesta en marcha de una serie de reformas económicas y sociales neoliberales. Como resultado de esta integración a la economía mundial, la riqueza social se fue concentrando en pocas manos de manera acelerada, generando por contraparte un crecimiento de pobres como han mostrado las estadísticas en los últimos 30 años. Además, como parte de estas políticas, el tejido social se ha ido desgarrando y los lazos familiares y comunales se han ido rompiendo. Sin duda alguna, la violencia familiar y social está asociada a este complejo proceso de descomposición de la estructura social de México.
Frente esta situación, Taro y un grupo de jóvenes japoneses y mexicanos no se han querido quedar impávidos por lo que fundaron en el año de 2011 la Asociación Civil denominada Fundación Paisaje Social con el propósito de reforzar las relaciones interpersonales mediante una serie de talleres que utilizan al arte como medio de expresión y comunicación.
Los mecanismos que Fundación Paisaje Social puso en marcha en un principio fue ligarse a casas de ancianos privadas para realizar este tipo de talleres donde los asistentes convivieran y se encontraran de manera colectiva y amistosa. El acercarse a los asilos en esos primeros años de la asociación obedeció también a la situación que estos jóvenes japoneses y nikkei percibieron en Japón, donde actualmente cientos de miles de personas sufren el abandono y la exclusión. El envejecimiento de la población en ese país alcanza ya a cerca de 30 millones de personas que son mayores de 65 años de edad; de ese total, ocho millones rebasan los 80 años de edad. En algunas décadas más, Japón tendrá una población mayoritariamente en estas condiciones.
Al correr de los años, Fundación Paisaje Social fue perfilando y definiendo de mejor manera las actividades y la importancia de estos talleres que actualmente se realizan en instituciones públicas de la ciudad de México. La exclusión no sólo se ejerce contra los ancianos, también la sufren los niños que viven en las calles y las mujeres que se ven forzadas a abandonar su hogar ante la violencia familiar. En estos centros públicos donde se refugian estos niños y mujeres, los grados de violencia que se viven son muy altos debido a que las personas que los habitan proceden de un medio donde la violencia familiar y social se ejerce cotidianamente.
Los talleres de lectura, teatrales, de artes visuales, de visitas a museos, etcétera no pretenden entretener meramente. Se centran más bien en el proceso mismo que permita ir más allá del asistencialismo y que fomente relaciones interpersonales y colectivas. Los participantes por tanto son los que construyen espacios de paz y convivencia.
Paisaje Social, al mostrar públicamente toda esta serie de actividades, hace que se iluminen los “espacios ocultos” en que viven miles de personas en la ciudad y las condiciones en que se encuentran este tipo de instituciones donde se alojan los ancianos, las mujeres y los niños. La violencia y la marginación tienen raíces y explicaciones que debemos de atender y resolver colectivamente.
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Tierras Fronterizas Transpacíficas: El Arte de la Diáspora Japonesa en Lima, Los Ángeles, Ciudad de México y Sao Paulo
17 de septiembre de 2017 - 25 de febrero de 2018
Japanese American National Museum, Los Angeles, California
Esta exposición examinará las experiencias de los artistas de ascendencia japonesa que nacieron, crecieron o residen tanto en América Latina como en barrios predominantemente latinos en el Sur de California. Taro Zorrilla es uno de los artistas destacadas en esta exposición.
© 2017 Sergio Hernández Galindo