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Yokoso Y’all (Bienvenidos ustedes)

Hace treinta años, con gran regocijo de mi parte, ocurrieron dos acontecimientos que sirvieron para sintetizar mi herencia bicultural y hapa. Soy hija de una japonesa y de un caballero sureño, un veterano y militar de carrera del ejército estadounidense quien conoció y se casó con mi madre en Japón después de la segunda guerra mundial.

Recorrí el mundo con mis padres cuando mi papá estaba en las fuerzas armadas. Después de que mi papá se retirara del ejército, pasé la mayor parte de mi infancia en un pequeño suburbio de Memphis, Tennessee.

En 1986, el Festival Internacional Memphis en Mayo, además de ofrecer una gran barbacoa y música, también rindió homenaje al país de Japón. En el verano de ese mismo año, el Festival de Tradiciones Populares Americanas del Instituto Smithsonian en la Explanada Nacional (National Mall) en Washington D.C. celebró la herencia y cultura del estado de Tennessee y del país de Japón.

En esa época, yo era asistente de prensa de Jim Sasser, senador estadounidense por el estado de Tennessee, en su oficina en Washington. Tenía muchas ganas de ir al festival Memphis en Mayo ese año, pero no podía hacerlo. Sin embargo, un colega que sí viajó al festival con nuestro jefe, trajo para mí algunos recuerdos que él había comprado, incluyendo un pin que decía “Yokoso Y’all” (frase en japonés e inglés que significa “Yokoso ustedes” o “Bienvenidos ustedes”). No sabía qué significaba yokoso. Estaba más familiarizada con irasshaimase. Tuve que preguntar a mi colega y confirmar con mi mamá que al igual que irasshaimase, yokoso significa “bienvenido”. Para mí, el pin refleja de manera única la hospitalidad de la cultura japonesa y sureña: ambas son cálidas, amigables y acogedoras.

En el sur, usamos mucho la frase en inglés “y’all” (que significa en español “ustedes”) y a veces hasta su doble plural “all y’all” (“todos ustedes”). Más que una jerga, para mí, es un término de inclusión que se encuentra predominantemente aquí.

Con frecuencia, mi mejor amiga Brenda y yo nos describimos como mitad japonesas y mitad sureñas. Brenda es una enfermera titulada y viaja mucho por su trabajo con un centro de investigaciones médicas. Sus características faciales son más japonesas que las mías, pero su acento sureño encaja perfectamente aquí, que nunca llama la atención. Sin embargo, cuando viaja, casi siempre llama la atención de la gente con su gangueo sureño.

En San Francisco, Brenda recordaba a un camarero muy agradable que le pasó una cesta con panecillos mientras ella y un grupo numeroso de colegas estaban cenando. Ella preguntó: “¿Quiere que yo pase los panecillos de mano en mano?” El mesero abrió más sus ojos y dijo: “Este acento no es el que pensé que usted tendría”.

En Chicago, ordenando comida en un McDonald’s, el cajero simplemente se le quedó mirando durante lo que parecían ser varios minutos. Luego dijo: “Es solo que no puedo creer su acento, creo que es genial”. Además, en Chicago, ella y un colega estaban caminando de regreso a su hotel cuando pasó un indigente extendiendo un vaso para que le dieran algunas monedas. Su colega dio algunas monedas al hombre pero Brenda se disculpó: “Lo siento, pero no tengo nada de monedas”. La respuesta del hombre fue: “¡Dios mío! Déjeme adivinar. ¿Mississippi?, ¿Arkansas?, ¿Alabama?”. “Cerca”, dijo Brenda. “Es Tennessee”. El hombre añadió: “Ese acento no es el que pensé que usted tendría”. Brenda le respondió: “Apuesto a que usted pensó que yo diría: “Lo siento, no hablo inglés”. Ambos se rieron.

Y en Washington D.C., Brenda fue a buscar una panadería y terminó en el Barrio Chino. Rodeada de clientes y personal asiático de la panadería, Brenda preguntó: “¿Aún tienen aquellas tartas de arándanos?”. Ella contó que todos en la panadería se quedaron helados y la miraron fijamente. Luego, uno del personal de la panadería le dijo: “No ves mucho de esto en el Barrio Chino… con tu acento…”

A veces, la gente también se confunde con el bagaje cultural de Brenda y el mío. En Denver, Brenda se sorprendió cuando un indio americano le preguntó: “¿De qué tribu vienes?” Y, por muchos años, viviendo en el área de Washington D.C., a menudo se me acercaban latinos pidiéndome ayuda o simplemente para saludarme y pasar  conmigo la hora del día en español. Por suerte, yo había tomado algunas clases de español en la preparatoria y en la universidad. Así que hice mi mejor esfuerzo para ayudar cuando podía y también para explicar que yo era mitad japonesa y no hispana.

Cuando era niña, mi mamá no me enseñó a hablar japonés con fluidez. Producto de su tiempo, de su generación y de las circunstancias de los inmigrantes, mi mamá sentía que era más importante para mí crecer hablando solo inglés. No quería que yo me confundiera. Sin embargo, nosotros tres siempre hablábamos palabras y frases en japonés en nuestro hogar. Desde tadaima (“estoy en casa”) hasta okaeri (“bienvenido”) e itadakimasu (“vamos a comer”). Incluso, gochisousama (“gracias por la deliciosa comida”). Gohan significaba también “desayuno”, “almuerzo” o “cena” así como el arroz cocido que mi mamá tenía con cada comida.

En cuanto a mis amigos hapa, nuestros papás y yo misma, todos nosotros sin excepción, estamos muy familiarizados con la “no tan amable” palabra japonesa baka, usada ampliamente por nuestras mamás y que nosotros sabemos que significa “estúpido”.

Al mismo tiempo, a mi mamá le encantaba reírse contando la historia de uno de sus viajes a Japón, donde una familia estadounidense que preguntaba por una dirección la escogió de entre sus amigos japoneses en una plataforma de tren. Ella no podía entender cómo la familia sabía que ella podía hablar inglés e incluso, después de ayudarlos, se sorprendió “bikkurishita” cuando querían saber de dónde era y comentaron que hablaba inglés con un acento sureño.

En 1986, pasé días en el Festival de Tradiciones Populares Americanas y fui invitada a demostraciones de artesanía apalache y japonesa, música country e intérpretes de taiko, así como comida tradicional japonesa y sureña. Había quioscos vendiendo artículos japoneses y recuerdo haber comprado para mí caramelos de arroz y golosinas acarameladas para niños y un daruma, el cual envié a casa para mi mamá.

Tuve la suerte de poder viajar dos veces a Japón con mi mamá, durante tres meses cuando era una adolescente en el verano de 1974 y ya como adulta, por tres semanas en el otoño de 1996. Ambos viajes fueron grandes experiencias de aprendizaje. Conocí y aprendí acerca de mi familia, los amigos de mi mamá y sobre la historia, tradiciones y cultura japonesa. Fue en mi primer viaje que yo aprendí acerca del daruma. Un daruma es un muñeco redondo hecho con papel maché que puede traer buena suerte para cumplir un deseo o meta. Su forma hace que sea difícil volcarlo, lo que significa perseverancia o gaman. Los ojos están en blanco al principio. Se pinta el ojo izquierdo del muñeco cuando se fija un deseo o meta y su ojo derecho, cuando se cumple. Había enviado el daruma a mi mamá, para que ella pudiera pedirse un deseo.

He sido ciega de mi ojo izquierdo desde mi nacimiento debido a una enfermedad irreversible llamada retinopatía del prematuro, donde una cantidad excesiva de oxígeno en las incubadoras de los bebés prematuros a inicios de los años 50 y 60 provocó que muchos bebés quedaran ciegos. En otoño de 1986, me diagnosticaron cataratas en mi ojo derecho, el único con el que puedo ver. Como resultado, pasé por un periodo de tres años de ceguera progresiva hasta 1989, cuando mi cirujano decidió finalmente que era tiempo de arriesgarse a extraer la catarata para restaurar mi visión. En la actualidad, el implante de lentes intraoculares es una cirugía muy común. Pero en 1989, a la edad de 28 años, yo era una de las pacientes más jóvenes en someterse a la operación en el Instituto Oftalmológico Wilmer del Hospital Johns Hopkins en Baltimore.

La cirugía fue un éxito, para gran alegría y alivio de mis padres y el mío. No fue hasta un viaje a casa que hice luego en ese año, que vi al daruma en un estante y observé que ambos ojos habían sido pintados. Le pregunté a mi mamá qué deseo se había cumplido y me dijo que su deseo era para mí, que yo pudiera ver nuevamente. Ella dijo: “Honto ni yokatta ne. Estoy tan contenta”.

Una de mis palabras favoritas en japonés es hisashiburi. Básicamente significa “tanto tiempo sin verte”. Aprendí la frase en mi segundo viaje a Japón con mi mamá. Ella lo repetía a menudo, con tanto entusiasmo y euforia cuando saludaba a los amigos y familiares nuevamente después de muchos años. Para mí hisashiburi significa felicidad, en más de un aspecto.

En cierto modo, el Festival Internacional Memphis en Mayo y el Festival de las Tradiciones Populares Americanas del Instituto Smithsonian hace tantos años atrás fueron adorables regalos de celebración solo para mí. Me ayudaron a apreciar mi herencia bicultural y mi vida típicamente estadounidense. Y ya sea hisashiburi o “hey, y’all” (frase en inglés que significa “oigan, ustedes”) las simples palabras de saludo sirven para afianzar los lazos de familia, amistad y comunidad con el idioma universal de la hospitalidad que puede fácilmente reconciliar las divisiones de tiempo y cultura. Mi pin “Yokoso Y’all” (“Bienvenidos ustedes”) me recuerda que mi herencia bicultural sirve también como un puente.

 

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Nuestro Comité Editorial seleccionó este artículo como una de sus historias favoritas de serie Nikkei-go. Aquí está el comentario.

El comentario de Gil Asakawa

Todas las historias estaban muy bien escritas y eran impresionantes, pero encontré que mi favorita era “Yokoso Y'all (Bienvenidos ustedes)”. El artículo ganó mi voto debido a su tono personal y coloquial y a su franqueza. Me gustó el artículo comenzando por el título, porque me decía todo sobre el punto central que Linda Cooper quería enfatizar.

Mi esposa tiene primos en Atlanta (y yo vivía en Virginia durante mis años maravillosos cuando era niño) y aunque no estoy seguro por qué debería ser tan sorprendente, realmente, siempre es una maravilla escuchar a japoneses-estadounidenses hablar con un acento sureño.

Me gusta también la mirada hacia la experiencia de las razas mixtas, las anécdotas interculturales sobre ser confundida como latina o que su amiga sea confundida como una india-americana.

¡Felicitaciones a Cooper por capturar el espíritu de su vida y compartirlo tan generosamente con nosotros!

El comentario de Patricia Wakida

Para muchos nikkei, las palabras japonesas se integran en el idioma de su país adoptivo y me encanta la forma cómo “Yokoso Y'all (Bienvenidos ustedes)” ha demostrado qué tan fluido y encantador puede ser un idioma híbrido. A través de anécdotas divertidas, la autora Linda Cooper tejió una historia cautivadora sobre cómo sus raíces nikkei han añadido a su vida dimensiones de complejidad y con qué intensidad la cultura japonesa y la del sur estadounidense han modelado su identidad, con una combinación única de jerga y frases en inglés y japonés. Su voz es absolutamente suya, que tiene un significado especial en la serie Crónicas Nikkei que se enfoca en Nikkei-go, donde las palabras realmente importan.

 

© 2016 Linda Cooper

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Sobre esta serie

Arigato, baka, sushi, benjo y shoyu. ¿Con qué frecuencia has usado estas palabras? En una encuesta informal realizada en el 2010, descubrimos que estas palabras en japonés eran las que usaban con mayor frecuencia los japoneses-estadounidenses que residen en California del Sur.

En las comunidades nikkei de todo el mundo, el idioma japonés simboliza la cultura de nuestros ancestros o la cultura que hemos dejado atrás. Las palabras japonesas se mezclan con frecuencia con el idioma del país de adopción, creando una forma híbrida y fluida de comunicación.

En esta serie, le pedimos a nuestros Nima-kai votar por sus historias favoritas y a nuestro Comité Editorial elegir sus favoritas. En total, cinco historias favoritas fueron elegidas.

Aquí estás las historias favoritas elegidas.

  Editorial Committee’s Selections:

  • PORTUGUÉS:
    Gaijin 
    Por Heriete Setsuko Shimabukuro Takeda

  La elegida por Nima-Kai:

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Acerca del Autor

Linda Cooper es una consultora en comunicaciones y escritora independiente con más de 30 años de experiencia como profesional en relaciones públicas, asistente de prensa del Senado estadounidense y periodista. Es licenciada en periodismo y ciencias políticas por la Universidad Femenina de Mississippi. Cooper vive en Tennessee. Su mejor amiga Brenda es una enfermera certificada en una instalación de investigación médica y vive cerca junto con su familia.

Última actualización en septiembre de 2017

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