La WRA trabajo arduamente para desarraigar a los yogore de entre los potenciales reubicados. Los prisioneros que querían dejar los campamentos tenían que prometer a los oficiales federales que en público ellos sólo hablarían en inglés, evitar socializar con grandes agrupaciones de japoneses, y en general, que se amoldarían a los patrones usuales de comportamiento e indumentaria.
Los reubicados de Chicago experimentaron de inmediato esta rígida visión de dispersión étnica. Algunos se ciñeron estrictamente a las pautas de WRA. Pero otros asumieron una posición más realista en esta nueva y ajena ciudad. Nisei solitarios se buscaban unos a otros para encontrar compañía. Muchos titubeaban para interactuar con los blancos porque simplemente no sabían dónde estaban situados ellos en el orden racial de Chicago. La discriminación racial también intensificaba la ansiedad de ellos y permanecía como una barrera para asegurar una conveniente vivienda, empleo, y acceso a espacios públicos como salones de baile, hospitales, e incluso cementerios.
Al vivir un presente indeterminado y mirando hacia un futuro ignoto, un sinnúmero de reubicados prontamente hicieron a un lado las indicaciones de la WRA de actuar como respetuosos “embajadores” en la América predominante. Muchos dejaron sus empleos sin aviso, aspirando a mejores trabajos y mayor paga, para disgusto de las autoridades federales que temían que semejantes hábitos “repercutían desfavorablemente” sobre todos los japoneses-americanos.
Algunos zoot suiters alardeaban abiertamente ante las directivas asimilacionistas del gobierno. Tadashi “Blackie” Nakajima no solamente continuó vistiendo sus drapes (plisados) por Chicago, sino que además profería en público vulgaridades en inglés y expresiones en jerga japonesa, relacionado con la pandilla yogore de North Clark Street, apostaba y frecuentaba burdeles – manifiestamente no era el tipo de integración que la WRA tenía en mente para los antiguos internos.
El testimonio de Sus Kaminaka de la época de la guerra captura este profundo sentimiento de desasosiego y ansiedad. Después de pasar por una serie de trabajos en Chicago, él concluye en que él “deambularía por allí” hasta ser reclutado, llenando sus días y noches en bailes nisei, en beber, y en proezas sexuales. Kaminaka expresa una honda ambivalencia hacia esta existencia: “Yo no estoy llegando absolutamente a ningún sitio ahora…No me hace mucho bien. Me incomoda bastante y pienso sobre las muchas cosas que yo debería estar haciendo, pero que nunca tengo la ambición suficiente para acometerlos.”
Aun así, él también admitió el sentirse esperanzado, confesando un anhelo de ser reconocido como un americano verdadero. “Estoy dispuesto a luchar por los Estados Unidos ya que planeo vivir aquí siempre y es mi patria a pesar de lo que algunos caucásicos dicen. Lo menos que puedo decir es que yo tendría un papel más definido en el desempeño de la guerra si yo fuera reclutado. Ese es todo el futuro que puedo vislumbrar ahora.” Entretanto, sin embargo, Kaminaka y una veintena de otros reubicados – tanto yogore como no-yogore – continuaban a la deriva, encontrando solaz en los mismísimos tipos de actividades que desalentaba el estado.
Predeciblemente, la impropia conducta de los nisei perturbaba a los coordinadores de la reubicación. Temiendo que la situación sólo empeorara, un grupo de nikkei y sus aliados establecieron el Chicago Resettlers Committee (CRC) (Comité de Reubicación de Chicago) en setiembre de 1945 “para atender los problemas pendientes de la evacuación y reubicación.” La co-fundadora del CRC Setsuko Matsunaga Nishi pormenorizó las anómalas circunstancias de los reubicados: despojados de los “factores estabilizadores de los lazos familiares y comunitarios,” los nisei albergaron una “sensación de futilidad acerca de su futuro, un sentimiento de no-pertenencia, de estar desechados.” Subrayando lo deplorable de la situación, Nishi observó sobre los yogore: “los nisei con ropa zoot y colas de pato pachuco no son escenas poco comunes,” advirtió ella.
El CRC argumentó que la organización formal de la comunidad japonesa-americana era cada vez más urgente en tanto que los nikkei continuaban fluyendo a la ciudad. Los reubicados necesitaban asistencia para empezar de nuevo sus vidas y actividades recreacionales constructivas para alejar a los nisei de las “nocivas influencias” que desde ya los seducían.
Si bien los líderes del CRC concordaban con la WRA en que la “meta final” de la reubicación era la asimilación, ellos propusieron un acercamiento radicalmente diferente. Al crear un estable, ambiente social protector, actividades que específicamente tenían como mira a los japoneses-americanos todavía podían ser utilizados para lograr la integración. Aun más, ellos pusieron énfasis en que las principales instituciones – más que los mismos nikkei – asumieran el peso de la responsabilidad para esta tarea.
Los argumentos del CRC persuadieron a la WRA lo suficiente para que la WRA reevaluara su visión original de la reubicación. El Consejo de Agencias Sociales de Chicago (Chicago’s Council of Social Agencies), la organización cúpula de los servicios sociales municipales, reconoció oficialmente al CRC en setiembre de 1946, y acordó en proporcionar la mitad de su presupuesto operativo para 1947. En poco Chicago se preciaría de una vibrante, comunidad japonesa-americana de post-guerra asegurada por el CRC y más de 100 otras asociaciones étnicas.
Los zoot suiteres, entonces, jugaron un papel importante en la formación de una comunidad nikkei en Chicago. Como individuos, ellos obligaron a la WRA y sus asociados a reconsiderar su estricto programa de asimilación para los reubicados. Y como figuras simbólicas, ellos suministraron un poderoso espectro retórico que los portavoces japoneses-americanos hábilmente invocaron para legitimar el establecimiento de organizaciones étnicas.
No obstante, los zoot suiters nisei han permanecido olvidados en la historia japonesa-americana y más generalmente en la historia americana. ¿Cómo podemos explicar esta curiosa ausencia? Por un lado, los voceros japoneses-americanos se aseguraron de que la presencia pública de la comunidad étnica durante y después de la guerra fuera el “GI Joe Nisei.” (el soldado raso nisei). La Japanese American Citizens League (JACL) o Liga de Ciudadanos Japoneses Americanos), especialmente trabajó con ahínco para publicitar las contribuciones de los nisei en el frente de batalla. Atrajo la atención a la extraordinaria crónica de los cuerpos de combate de los regimientos 100 y 442 y a otros nisei de uniforme, como una manera de poner en relieve la lealtad indivisa de los japoneses-americanos a la nación. Tal proyecto, por supuesto, era decisivo para la posibilidad de un futuro colectivo para los japoneses-americanos en los Estados Unidos. Pero si bien los relatos del heroísmo bélico nisei granjearon un amplio interés, ellos proscribieron las otras imágenes de los japoneses-americanos – incluyendo los yogore – ocultando esas historias por décadas.
Al final, sin embargo, las acciones y pensamientos de aquellos que eran identificados como yogore o pachuke fueron, argumentativamente, no tan diferentes de los otros nisei . Es importante recordar que muchos (si no la mayoría) de los reubicados de Chicago ignoraron o se mofaban de la insistencia del gobierno federal de que se mantuviesen apartados de sus compañeros japoneses-americanos, evitar cualquier cosa “japonizada”, y mezclarse con la clase media blanca. Por último, aseverando esta diversidad de experiencias permite una comprensión más completa de la historia japonesa-americana y el alcance de las muy humanas consecuencias derivadas del contorno racial y el confinamiento en tiempos de guerra.
Notas sobre las fuentes:
Las mejores fuentes primarias sobre los zoot suiters japoneses-americanos son las entrevistas de las vidas de los reubicados en Chicago registradas por Charles Kikuchi durante la Segunda Guerra Mundial. Kikuchi formó parte del equipo de la Universidad de California sobre Estudios de la Evacuación y Reubicación de Japoneses-Americanos, un equipo de investigadores sociales blancos y nisei que llevaron un extensivo estudio de campo sobre las experiencias de la reclusión en la época de la guerra a medida que ésta se desarrollaba. Las transcripciones al pie de la letra de las entrevistas de Kikuchi, a la vez que sus notas de campo y apuntes de diario, están disponibles en el Bancroft Library Special Collections de la Universidad de California en Berkeley y en Young Research Library Special Collections de la Universidad de California en Los Ángeles. Quince de las 64 entrevistas fueron publicadas en forma compendiada en The Salvage (El rescate) de Dorothy Thomas (University of California Press,1952), incluyendo aquella de Sus Kaminaka. (Es de notar que “Sus Kaminaka” era el seudónimo que Kikuchi asigno al sujeto “CH-45”, estudiante de agricultura.”)
Otras fuentes consultadas para este ensayo incluyen varios periódicos de los campos de concentración (disponibles en densho.org), el Japanese Relocation Collection en la Church of Brethren Archives (Elgin,Illinois), el Chicago Resettlers Collection en Chicago History Museum Research Collection, y los Japanese American Service Committee Legacy Center Archives (Chicago). Para las citas completas ver el capítulo 1 del libro de Ellen D.Wu, The Color of Success: Asian Americans and the Origins of the Model Minority (Princeton,2014).
* Este artículo fue publicado originalmente en Nikkei Chicago el 25 de enero de 2014.
© 2014 Ellen D. Wu