Descubra a los Nikkei

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Instantáneas de un álbum de fotos de una nikkei/filipina

“¿Tu madre es filipina?”, me pregunta la amiga de mi madre. Ella también es filipina. Sacude la cabeza y sonríe bondadosamente. “Pareces más japonesa que filipina”.

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Familia Nimura

Mi primer nombre y mi apellido son japoneses. Ninguno de mis nombres son filipinos. Pero sí tengo un color de piel especial, que en la zona noroeste del Pacífico se conoce como “un lindo bronceado”. Sé cómo hacer turrón, lumpiaadobo. Puedo preparar pollo teriyaki “totalmente casero”, usando una secretísima receta de mi familia. Puedo hacer un pedido en un mostrador de Goldilocks o de un menú de almuerzo teriyaki. He asistido a ceremonias religiosas budistas y católicas, pero no profeso ni una ni la otra. Como maestra, me presentaba a mis alumnos como: “mitad izquierda, japonesa, mitad derecha, filipina”, solo para mostrarles lo extrañas que se ven las fracciones en un cuerpo humano.

Según mis vivencias, el proceso de crecer siendo mestizo  no es un tema que se adapta fácilmente a una redacción de mil palabras o menos. Según lo que he vivido, el “mestizaje” depende de cuánto “mestizaje” le permiten a uno.

¿Sus padres aceptan sus culturas “originales” de forma equitativa? ¿Cómo es eso? ¿Tratan de enseñar valores, comidas y músicas culturales equitativamente? Mi padre japonés estadounidense tocaba discos para niños en japonés. Y, antes de fallecer, pudo llevarnos a Japón dos veces a conocer a nuestros parientes. Mi madre filipina estadounidense tiene una relación mucho más complicada con sus raíces filipinas. La inmigración, los fondos y la ley marcial tuvieron mucho que ver con su relación con su país. Jamás ha “regresado” en cincuenta años. Nunca conocimos ni hablamos con nuestros familiares que viven allí.

Y no solo se trata de los padres de uno. ¿Tiene comunidades étnicas o raciales más amplias disponibles cerca? ¿Puede ir a eventos culturales de ambos “lados”? Como crecí cerca de Sacramento, tuve la suerte de asistir a cenas en las que se tocaba música koto en el tocadiscos y luego a fiestas de Nochebuena donde en ocasiones alguien cantaba “Dahil Sayo”, una popular kundiman (canción de amor). Visitábamos tiendas de abarrotes étnicos donde comprábamos Kikkomanshoyu y envoltorios para Menlo lumpia. Pero no sé cómo sería tratar de criar a un niño “mestizo” sin tener disponibles los recursos y la comunidad.

Ampliemos el círculo todavía más. ¿Cuánto acepta y celebra la sociedad cada cultura? Aquí surgen preguntas aún más difíciles. Mi padre japonés estadounidense sobrevivió al encarcelamiento de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, de alguna forma contó con la fortaleza y el apoyo y las raíces familiares necesarios para construir una casa con pantallas shoji y ponerles primeros nombres (no segundos nombres) japoneses a sus hijas. Mi madre filipina estadounidense inmigró a los Estados Unidos cuando tenía diez años, dejando a gran parte de su familia en las Filipinas. Pasó gran parte de su niñez estadounidense en una familia militar, mudándose muchas veces durante esos años. En el Sur los confundían con afroamericanos y en la Costa Este los pasaban por alto.

Tamiko con su abuela, Shizuko Nimura

Ahora me identifico tanto con mis raíces japonesas como filipinas, pero sé mucho más de mi historia, cultura y comunidad japonesa estadounidense. Mientras crecía, en las décadas de 1980 y 1990, el sushi pasó de ser increíblemente exótico a increíblemente popular. No hay nada parecido en la cultura filipina. Los filipino estadounidenses son una de las poblaciones asiático estadounidenses más grandes de los Estados Unidos, pero la sociedad estadounidense sabe mucho menos de la cultura filipina. ¿A quién se acepta? ¿A quién se excluye o simplemente no se tiene en cuenta? Las preguntas no son más fáciles ahora que soy madre y estoy criando a dos hijas con un apellido compuesto. Ellas son aún más mestizas que yo, étnicamente.

Todavía me queda tanto por explorar, pero hay tantas preguntas que hacer en tantos lugares diferentes. En ocasiones siento deseos de preguntar qué me dice el “hecho de ser mestiza” sobre el medio ambiente mismo que intenta ubicarme.

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A fines de la década de 1990, era estudiante de UC Berkeley y estaba ansiosa por explorar mis identidades. Estaba en la conferencia de la Liga de Ciudadanos Japoneses Estadounidenses en San José, California. Se estaba realizando la sesión plenaria, y el tema de debate era el futuro de los japoneses estadounidenses “mestizos”. La gente expresaba preocupación por el futuro de los japoneses estadounidenses siendo que tantos japoneses estadounidenses se casan con personas de otras etnias, son mestizos o ambos. “¿Qué hacemos con los niños mestizos?”, parecía ser la esencia del debate. Se oían en la sala diversas conversaciones sobre concursos de belleza, becas y eventos comunitarios japoneses estadounidenses. Comencé a sentirme incómoda con el tono de algunos de los participantes, que tendía hacia el fraccionamiento, las lealtades y los lazos de sangre.

Durante la sesión de preguntas y respuestas, me puse de pie entre el público. Mi voz temblaba un poco, pero tenía en mis manos el micrófono. “Aquellos de nosotros que somos mestizos gravitaremos hacia los lugares donde nos sintamos bienvenidos”.

 

© 2013 Tamiko Nimura

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Sobre esta serie

El ser nikkei es inherentemente una situación de tradiciones y culturas mezcladas. Para muchas de las comunidades y las familias nikkei alrededor del mundo no es inusual usar tanto palillos como tenedores, mezclar palabras japonesas con el español, o celebrar la cuenta regresiva de la víspera del Año Nuevo con champaña y el Oshogatsu con ozoni y otras tradiciones japonesas.

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Acerca del Autor

Tamiko Nimura es una escritora sansei/pinay, originaria del norte de California y que actualmente vive en el Noroeste del Pacífico. Sus escritos han aparecido o aparecerán en The San Francisco Chronicle, Kartika Review, The Seattle Star, Seattlest.com, The International Examiner (Seattle), y el Rafu Shimpo. Ella bloguea en Kikugirl.net, y está trabajando en un proyecto de libro que corresponde al manuscrito no publicado de su padre sobre su encarcelamiento en el campo Tule Lake durante la Segunda Guerra Mundial.

Última actualización en Julio de 2012

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