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La concentración de japoneses durante la guerra: el kurai tanima en México

El pasado 7 de diciembre se cumplieron 68 años del ataque japonés a la base naval norteamericana de Pearl Harbor, hecho que desató la guerra entre ambos países. La destrucción humana y material que representó el conflicto no deben de ser olvidados, pues terminó con una relación amistosa que se había forjado en décadas anteriores. Esa cooperación permitió que cientos de miles de japoneses emigraran a los Estados Unidos en busca de trabajo y de un mejor futuro. La gran mayoría eran emigrantes pobres que se colocaron en un principio en las plantaciones de azúcar en Hawái y, posteriormente, ingresarían al continente, en el estado de California principalmente, donde se dedicarían con gran éxito al cultivo de vegetales, la pesca, el comercio y otras actividades productivas.

El ataque a Pearl Harbor, el hundimiento del USS Arizona

La atracción que ejerció Estados Unidos en los emigrantes se debía a la gran cantidad de fuerza de trabajo que requería ese país para su crecimiento económico. Sin embargo, al finalizar la primera década del siglo XX, los Estados Unidos comenzaron a restringir las entradas de trabajadores japoneses, dirigiéndose entonces la ola migratoria a otros países como México, Brasil y Perú. De acuerdo con estadísticas del gobierno japonés, hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial salieron de Japón más de seiscientas mil personas que se asentaron en América del Norte y en varios países latinoamericanos.

La guerra afectó de manera profunda no sólo a los japoneses que vivían en el archipiélago y que soportaron las calamidades de la misma, sino a las comunidades  que se habían asentado en América y que no eran parte del conflicto bélico en sí pero por el hecho de ser japoneses o descendientes de ellos fueron víctimas de la represión y del racismo de los gobiernos locales en diversas formas. La etapa conocida en Japón como “Valle lúgubre”, kurai tanima, que da cuenta de las penalidades que la población vivió durante la guerra, se extendió entonces hasta las comunidades que vivían afuera de Japón.

La gran totalidad de japoneses y de sus descendientes en los Estados Unidos y Canadá (cerca de ciento cincuenta mil personas) fueron mandados a campos de concentración en los primeros meses del año de 1942. En Perú, dos mil miembros de la comunidad fueron enviados a los campos de Estados Unidos. En México, debido a la presión del gobierno norteamericano, el presidente Manuel Ávila Camacho dispuso que los japoneses que vivían en diversos puntos de la República, fueran concentrados en las ciudades de México y Guadalajara y obligados a reportar sus movimientos a la Secretaría de Gobernación, en flagrante violación a sus derechos constitucionales. A pesar de que la concentración no fue tan severa o cruel, se les confiscaron los negocios y los bienes que habían creado a lo largo de muchos años de trabajo, teniendo que reconstruir su vida con base en mucho esfuerzo, en estas grandes ciudades en condiciones muy deplorables. Algunos miembros de la comunidad fueron incluso acusados falsamente de espías y apresados injustamente hasta el fin de la guerra.

La concentración en México y Guadalajara al menos permitió a la comunidad japonesa  crear y reforzar sus lazos de apoyo y solidaridad con los cuales se levantaron lentamente. Sin esos lazos no hubiera sido posible remontar las dificultades  ante todas las adversidades que les presentó la guerra, lección de unidad  y tenacidad que no debe ser olvidada por todos aquellos que no vivimos el kurai tanima.

Foto 2: El campo de concentración en Manzanar, Estados Unidos

* Artículo publicado originalmente en el Boletín Informativo Nichiboku Kyoukai, de la Asociación México Japonesa, A.C. Nº 141, Volumen XVI, enero de 2010.

© 2010 Sergio Hernández Galindo

México Segunda Guerra Mundial
Acerca del Autor

Sergio Hernández Galindo es egresado de El Colegio de Méxicodonde se especializó en estudios japoneses. Ha publicado numerosos artículos y libros sobre la emigración japonesa  a México como a Latinoamérica.

Su más reciente libro Los que vinieron de Nagano. Una migración japonesa a México (2015) aborda las historias de los emigrantes provenientes de esa Prefectura antes y después de la guerra. En su reconocido libro La guerra contra los japoneses en México. Kiso Tsuru y Masao Imuro, migrantes vigilados explicó las consecuencias que el enfrentamiento entre Estados Unidos y Japón acarreó para la comunidad japonesa décadas antes del ataque a Pearl Harbor en 1941.

Ha impartido cursos y conferencias sobre este tema en Universidades de Italia, Chile, Perú y Argentina así como en Japón donde fue parte del grupo de especialistas extranjeros en la Prefectura de Kanagawa y fue becario de Fundación Japón, adscrito a la Universidad Nacional de Yokohama. Actualmentees profesor-investigador de la Dirección de Estudios Históricos del  Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.

Última actualización en abril de 2016

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