El año 2008 ha sido el Centenario de la Inmigración Japonesa al Brasil, la mayor colectividad japonesa del mundo, por lo aquí en Japón, por ser la mayor comunidad latina y por los lazos comerciales entre ambos países, también se han realizado innumerables eventos que han ido desde seminarios y simposios, fiestas y concurso de belleza, exposiciones de arte y charlas sobre la historia de estos japoneses resaltando el enorme sacrificio y esfuerzo y sus logros en esas lejanas tierras durante un siglo.
Algunos medios escritos y televisivos japoneses han brindado importante cobertura para trasmitir estas experiencias, pero siempre queda la duda de lo que pueden llegar a comprender los japoneses de hoy, máxime en los jóvenes que apenas estudian hasta la modernización Meiji que comienza en 1868, año en que se inicia el proceso migratorio.
Lo mismo sucede con los nikkei de los países de América Latina donde los cambios generacionales han ido generando percepciones diferentes sobre sus orígenes. Quien escribe, brinda cursillos a los becarios nikkei de la JICA desde hace más de 10 años sobre "Historia de los Inmigrantes Japoneses" y "Sistema Educativo de Japón", bien arrivan a este país en las aulas de la JICA Kokusai Center de Yokohama, implementado por la Kaigai Nikkeijin Kyokai (Asociación de Japoneses y sus Descendientes del Exterior). Los cursantes son de diversas edades, profesiones y generaciones nikkei.
Ultimamente se observan nikkei que han trabajado o se han educado durante algunos años en las escuelas públicas de Japón, sea porque vino a trabajar o porque vinieron con sus padres "dekasegui". Son jóvenes que luego retornaron, por diversas circunstancias y razones, al país de origen para seguir los estudios o buscar una salida laboral. Sin embargo, en su gran mayoría distan de ser bilingues e incluso se puede percibir que no tienen una lengua "materna" o principal de aprendizaje, pues muestran dificultades en sus expresiones. Muy pocos vienen con un estudio superior y suelen buscar a través de estos programas de becas algún estudio de capacitación técnica para mejorar las posibilidades laborales en su país o en Japón. Si hubieran continuado sus estudios de manera más sistemática en Japón puedan que hubieran logrado una mejor performance laboral, al menos dan esa sensación. Y un elemento en común de estos nikkei híbridos que tienen "dos experiencias de vida y de estudio" es que poco saben de la historia de sus padres y abuelos inmigrantes, de las circunstancias por el que tuvieron que venir con sus padres al Japón o las razones por el que tuvieron que regresar sólo o con su familia al país de origen. E incluso, creen sentirse más japonés en muchas cosas pero no son japoneses sino peruanos o brasileños.
Por otra parte, en las colectividades nikkei de América Latina ya se observan jóvenes y familias de cuarta y quinta generación, y hasta de sexta generación en el caso de Brasil. A pesar de que el manejo institucional de las asociaciones de la comunidad se centran en personas nissei y sansei -segunda y tercera generación, a medida que avanzan las generaciones se va produciendo un alejamiento de las cuestiones institucionales, aunque eso no significa que no participen de los eventos y actividades; también, una mayor mestización con otras etnias y nacionalidades locales (en el caso de los yonsei -cuarta generación- se dice que es del 40% y de los gosei -quinta generación- del 60 al 70%) y, desde luego, una menor filiación con el Japón, lo que tampoco implica un total desinterés, al contrario, puede que muestre con otros parámetros más inquietud. Estos son algunos de los indicadores que muestran que están bastante integrados en la sociedad local.
Y en el otro extremo están los que viven en las colonias agrícolas de países como Paraguay y Bolivia. Son hijos y nietos de los inmigrantes japoneses de la pos-guerra, pero las instituciones nikkei como las escuelas de idioma japonés son administradas por los issei -primera generación- o sea por los japoneses. Todavía están inmersos en el debate del cambio generacional y la manera y grado de relación y convivencia con los nativos.
Dentro de estos contextos, los festejos de un Centenario o un Aniversario de la Inmigración Japonesa de las comunidades japonesas del exterior es obvio que difieren de las familias "dekasegui" y sus hijos a pesar de que están relacionados con este pasado y su historia, pues la manera de percibir y reflexionar difiere del lugar donde están viviendo y proyectando su futuro.
Es indiscutible que casi todos los países de América Latina han recibido un flujo migratorio importante, principalmente de Europa. Desde finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial arribaron unos 20 millones de migrantes. Por otra parte, Japón desde 1868, fin del Shogunato de los Tokugawa e inicio de la Restauración Meiji, hasta 1940 unos 320.000 han emigrado a los países del Asia (no incluye Manchuria), unos 200.000 a América del Norte (a EE.UU y Hawai, unos 100.000, respectivamente, y unos 20.000 a Canadá) y cerca de 230.000 a América Latina.
Y en la posguerra inmediata, a un Japón hecho cenizas retornan los soldados y civiles del frente que totalizan unos 6.3 millones de personas -llamados "hikiagesha"-, pero las autoridades asumen desde un comienzo las enormes dificultades en recibir a esta masa y mantener el orden público y satisfacer las mínimas demandas de la ciudadanía. Es por eso que una vez liberado de la ocupación norteamericana se emprende la emigración externa que hasta el año 1972 son unos 160.000: 87.000 a los EE.UU y Canadá y unos 70.000 a América Latina.
No se puede dejar de mencionar que durante la IIº Guerra Mundial los japoneses radicados en América del Norte fueron considerados ciudadanos de país enemigo, embargados sus bienes y recluídos en Centros de Detención ubicados lejos de las costas y cerca de las montañas y desiertos para evitar todo tipo de espionaje en contra del país donde residían. Unos 120.000 japoneses sufrieron esta tragedia. En Perú también fueron detenidos unos 1.700 japoneses que fueron deportados a los campos de detención de los Estados Unidos.
Sin embargo, paralelamente a estas medidas, sus descendientes, los nissei, unos 30.000 se presentan voluntariamente para prestar servicio en las filas del ejército norteamericano. Demostraron en los frentes de batalla su patriotismo, su lealtad y su heroísmo por el país donde nacieron e intentaron salvar el honor de sus padres recluídos. Con un sentimiento parecido pero sin la debida información, confusiones y especulaciones, finalizada la guerra en agosto de 1945, en algunas colonias japonesas del Brasil se produce un duro enfrentamiento, hasta armado, entre los que aceptaban la derrota, llamados "makegumi", y los que sostenían que Japón había ganado o podía ganar la guerra, llamados "kachigumi". Dejó un saldo de decenas de muertos, heridos y detenidos. Algunos investigadores interpretan este lamentable hecho como una expresión de frustración extrema porque su patria donde pensaban regresar ya no existía (ocupado por los aliados).
Y en la posguerra, el mismo gobierno japonés tomó la iniciativa de ubicar a sus colonos en Bolivia, Paraguay, República Dominicana y Brasil, éste último en la Amazonia. Se establecieron colonias que decenios después han mostrado logros muy importantes en la producción agropecuaria; pero, no todas lograron ofrecer resultados fructífereos y en algunos casos tuvieron que ser reubicados en otras localidades o países, como ha sido la inmigración a la República Dominicana (un grupo demandó al Estado japonés por su negligencia, un juicio que después de muchos años se logró conciliar con una disculpa del Primer Ministro Koizumi y la paga de una compensación). De todos modos, pasando revista a los relatos y crónicas de los inmigrantes de esa época se puede decir que los colonos ubicados en la Amazonia, en las selvas del Paraguay y Bolivia, en la región andina de Argentina, etc, éstos también han sufrido tanto o más que los que emigraron a la República Dominicana. Cada colono, cada familia tiene su historia y todas merecen respeto por el espíritu de superación y sacrificio. La mayoría se han quedado, pero otros buscaron nuevas fronteras en otros Estados o países.
No hay que olvidar que aun los que llegaron en el "Kasato-Maru", en 1908 al Puerto de Santos, Brasil, en ese mismo año un grupo de okinawenses, hartados del trato que recibieron en la hacienda de cultivo de café, se dirijieron a Buenos Aires, Argentina. Es por eso que el año 2008 ha sido el Centenario de la Inmigración Okinawense en la Argentina. Otro dato es que ha sido, también, el Centenario de los Inmigrantes Japoneses en el Uruguay, y los 80 años en Venezuela.
Este año 2009 es el 110º Años de la Inmigración Japonesa al Perú y se festeja paralelamente los 20 años de Inmigración Peruana al Japón. Es el mejor indicador de que los "dekasegui" se están transformando en "inmigrantes" y "ciudadanos residentes" de Japón.
Hoy, las facilidades en las comunicaciones y el transporte hace que una familia se traslade de un lugar a otro y eso no siempre facilita el organizar bien su vida por las expectativas y especulaciones que hacen, como así tampoco no es facíl delinear la educación de los hijos, sea en Japón como en el país de origen, y mucho menos cumplir con el aporte a la jubilación y demás responsabilidades. No es justificable, pero es un dato a tener en cuenta.
La historia de los inmigrantes la escriben los mismos inmigrantes con su vida, con su desarrollo, con sus logros y desaciertos. Transmitir esta historia a las siguientes generaciones del "país de origen" y del Japón no es tarea sencilla, pues es necesario incluir un análisis de lo que ocurría históricamente en cada uno de los países y regiones y el contexto internacional. Desde luego, también será necesario usar un lenguaje ameno e ilustrativo para facilitar su comprensión.
© 2009 Alberto J. Matsumoto