El problema de fondo en la educación de los niños extranjeros de Japón
Desde que han llegado los nikkei latinos "dekasegui" al Japón han pasado cerca de 20 años. Hoy, son cerca de 380.000 los inmigrantes de origen latinoamericano dentro de una población de casi 2.1 millones de extranjeros. Muchos han mandado llamar a sus familias del país de origen y otros, han y están formando familia aquí en Japón. La población escolar comprendida entre los 5 a 14 años de edad es de unos 40.000, 29.000 brasileños y 8.000 peruanos, y si incluímos a los de 15 a 19 años, los primeros son unos 20.000 y los segundos unos 3.000 más.
Muchos suponen que todos concurren a la escuela pública japonesa, pero lamentablemente hay un promedio del 20% que están desescolarizados. Según los relevamientos de los municipios donde viven muchos extranjeros y los trabajos realizados por académicos y expertos, se ha podido saber que esa tasa de desescolarización es mucho mayor en la escuela secundaria básica (chugakko ) pues ronda del 40 al 50% y en la secundaria superior (koko ) del 70 al 80%. Estos datos indican que casi la mitad de los niños y adolescentes están terminando la educación "obligatoria". La situación es patética en los brasileños que en otras comunidades de latinos, pues estos últimos, principalmente los peruanos, se puede inducir que el 80% tendría la secundaria básica terminada1 .
Lo que sí el elemento en común es el bajo índice de graduación de la secundaria superior (koko ), pues aunque logren ingresar son muy pocos los que finalizan para seguir una carrera universitaria o algún programa de capacitación. Dentro de este contexto, los hijos de estos "dekasegui " no tienen más alternativa que ingresar al mundo laboral de baja calificación o estar "perdidos" dentro de la sociedad sin rumbo y lleno de inseguridades. Algunos terminan en la delincuencia juvenil y otros en situación de aislamiento social.
Cabe recordar que en América Latina los hijos de inmigrantes japoneses al igual que otras comunidades extranjeras han logrado su inserción y reconocimiento social gracias al nivel educacional logrado. De todos modos, no hay que olvidar que estos logros han sido dentro de un contexto social y económico muy complejo, con una de las tasas más altas de desigualdad social del mundo, pues el índice GINI de muchos de los países de la región muestra una alta concentración de la riqueza, del 50 al 60%, en el estrato social más alto. La tasa de analfabetismo promedio es aun del 10% (Argentina es del 3% y Chile del 5%, pero hay regiones y países que superan el 15%). Según datos de la UNESCO, en la región hay cerca de 38 millones de personas que están en esta situación, como así también la matriculación en la educación secundaria oscila el 70% (si se incluye a los repetidos y los que abandonan la cifra es mucho menor). Y aun logrando terminar una carrera universitaria más de la mitad de los graduados no logra insertarse laboralmente2 . Todas estas dificultades estructurales se manifiestan en mayor o menor grado en los nikkei latinos que han emigrado y están viviendo en el Japón.
¿Por qué no van a las escuelas japonesas?
La interpretación que se da al artículo 26 de la Constitución Japonesa es que los beneficiarios de la educación obligatoria son, en principio, los ciudadanos japoneses, sin precisar si excluyen o no a los extranjeros, razón por la cual si los padres extranjeros lo solicitan pueden sin ninguna dificultad ser admitidos en las escuelas japonesas. Esta ridícula interpretación se ha dado más que nada en la posguerra para dar cabida a la educación étnica de los coreanos y norcoreanos que optaron por quedarse en el Japón y respetar la fuerte identidad cultural que ellos tienen y desean mantener, aunque de hecho se dice que más del 80% concurren a las escuelas japonesas (en el caso de los norcoreanos el porcentaje puede que sea menor). Una circular del Ministerio de Educación en la década del '50 ha dejado como optativo a estos extranjeros el ingreso a estas escuelas, pero esta excesiva consideración, hoy en día, está provocando una violación a la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas como así también a los Tratados de Protección al Niño. Sean extranjeros o no, los niños tienen el derecho de recibir una educación, por lo menos la obligatoria, y el Estado como los padres y tutores el deber de garantizar y hacer cumplir esta obligatoriedad. En la mayoría de los países de América Latina esto es algo normal y los padres que no cumplen con esta responsabilidad pueden ser objeto de sanción.
En Japón, los municipios son los que implementan la educación obligatoria. Han organizado a través de las Asociaciones de Intercambio Internacional y entes civiles locales campañas de información y cursillos para el aprendizaje del japonés dirigidos a niños extranjeros, pero siempre con un perfil bastante bajo. Al no estar dentro de la "obligatoriedad" el gobierno central tampoco ha actuado con decisión ni ha asignado suficiente presupuesto para que las escuelas japonesas puedieran estar en condiciones de recibir extranjeros. Todo esto también está relacionado a que Japón aun no reconoce la presencia de los extranjeros como INMIGRANTES (imin ) ni posee una política general de integración social de los mismos en la sociedad japonesa3 .
Los hijos de los inmigrantes necesitan una "lengua materna" para el aprendizaje
He insistido en varias ocaciones que los hijos de los inmigrantes deben aprender el idioma del país donde sus padres han emigrado, no solamente para su vida social sino también para acceder a una buena educación, capacitarse laboralmente y poder emprender actividades de diversa índole. Quien escribe, hijo de inmigrantes japoneses nacido en la Argentina, ha podido apreciar que desde el Jardín de Infantes la escuela es el punto de contacto con la sociedad local y de aprendizaje e intercambio de las pautas culturales con los nativos. Si bien concurrí también a una escuela japonesa para mantener el idioma y la cultura de mis padres el idioma materno es indiscutiblemente el castellano, la lengua que me ha permitido terminar una carrera universitaria y abrirme al mundo (ganar la beca al Japón). El buen dominio de la lengua materna es la condición básica para aprender otros idiomas y comprender otras culturas. No se puede "tocar de oído" varios idiomas y decirse bilingue o trilingue, salvo que el conocimiento sea para viajar por turismo o paser por el mundo.
Para todo hijo de inmigrante el aprendizaje del idioma local, diferente al que los padres transmiten y utilizan, es motivo de fricción y a veces de soledad, pues la identidad cultural que va adquiriendo es diferente al de los padres. Pero, es un proceso inevitable y los mismos padres deben asumir este fenómeno para ofrecer un futuro un poco más promisorio a sus hijos y evitar el aislamiento, la incomprensión y el resentimiento o rencor dentro de la sociedad. Intuitivamente, los hijos van tomando conciencia de esto y es por eso que, aunque físicamente por el color de la tez o sus rasgos no sean del todo posible, se hacen más nativos que los mismos nativos.
Los tiempos han cambiado y dentro de la integración de los extranjeros se hace hincapié también en el respeto de los valores culturales del migrante y la convivencia multicultural. No son pocos los países que ofrecen facilidades para la adopción de la nacionalidad a los extranjeros, pero eso no siempre ha significado una mejora social ni ha permitido corregir las desigualdades en las oportunidades laborales y educativas. Siendo "nativos" siguen estando en el mismo estrato social o rubro de trabajo que sus padres y encima aislados y resentidos (ej: el caso de Francia es muy ilustrativo). Habría que ver si el porcentaje de los que están en esa situación de resago es una cifra importante o una minoría de ese colectivo. Estas experiencias enseñan que aunque el gobierno adopte medidas de consideración especial hacia los migrantes si no garantizan y brindan las facilidades necesarias para que aprendan el idioma y la cultura local y los mismos extranjeros e hijos de extranjeros no realizan un importante esfuerzo no es fácil lograr esa tan ansiada integración social.
Un caso que merece atención es la de España que hasta hace unos 30 años era expulsor de migrantes y hoy es receptor de los que vienen de países norafricanos y latinoamericanos, siendo éste último 1.15 millón, casi la cuarta parte del total de extranjeros que habitan de manera regular en territorio español. Los oriundos de centro y sudamérica, excepto Brasil, poseen el mismo idioma y pautas culturales en común, pero eso no significa que no existan problemas de adaptación, de abandono escolar y un nivel no óptimo de terminación de cada ciclo escolar.
El gobierno español posee diversos programas de ayuda a los extranjeros y en el tema educativo es, desde luego, dentro del sistema educativo obligatorio. El plan de integración social de los extranjeros ha sido objeto de un importante aumento presupuestario, y el Ministro Corbacho, quien ha asumido el pasado marzo del 2008 en la cartera de Trabajo e Inmigración en esta segunda administración del gobierno socialista de Zapatero, ha señalado que "la condición para una convivencia dentro de la sociedad española es el respeto de los valores comunes que tiene España"4 .
Lamentablemente, en Japón no existe tal visión ni un ministro que trace los lineamientos básicos de una política migratoria general y de integración de los extranjeros. Toman medidas aisladas para tapar o evitar el empeoramiento de los problemas existentes y corregir las imperfecciones en el control migratorio, pero no para integrarlos ni para promover el esfuerzo y la participación de los mismos extranjeros. No es posible que a 20 años de este fenómeno migratorio de los latinos descendientes de japoneses en Japón se siga mirando a éstos como simple mano de obra temporal y descartable.
El gobierno como la sociedad japonesa deben comprender que los hijos de inmigrantes que no han recibido siquiera la educación obligatoria van a tener muy pocas posibilidades de ascenso social y muchos de ellos cuando sean adultos van a estar resentidos, confundidos e inseguros de cómo diagramar su vida aquí en Japón. Como lo ha demostrado otras experiencias la explosición social se da en el estrato más bajo y generalmente se da entre ellos mismos destruyendo o extrayendo lo poco que tienen.
A pesar de que Japón no es un país de inmigrantes, su larga historia enseña que han sabido incorporar conocimientos y personas desde el exterior para realizar los cambios necesarios y adaptarse al mundo. Han sabido ser tolerantes y rigurosos a la vez, y los connacionales que han emigrado han dejado muchos ejemplos de virtud, de trabajo, de honestidad y una contribución nada desdeñable en las sociedades donde se asentaron. Ahora, es hora de que Japón asuma la tarea de recibir adecuadamente a los extranjeros, de dar educación y capacitación para que sean motores de desarrollo para lograr las mejoras y cambios que el país necesita. La diversidad cultural y de pensamiento bien aprovechado por la sociedad japonesa puede ser un interesante estímulo para tener una visión más amplia del mundo. Lo que sí el tiempo apremia y no se puede permitir que sigan algunos hijos de inmigrantes en situación desescolarizada y sin rumbo. Al menos la educación obligatoria, la primaria y la secundaria básica, es obligación y deber del Estado japonés ofrecerla y garantizarla.
NOTAS:
1. Según los estudios realizados por los municipios la tasa de desescolarizados en la escuela primaria es del 7 al 10%, pero si incluímos a aquellos que no tienen registrado o actualizado sus domicilios el porcentaje aumenta del 20 al 30%. Hay unos 7.000 a 8.000 niños y adolescentes brasileños (casi el 30% de los que están en edad escolar obligatoria) que concurren a las escuelas de su propia comunidad, unos 90 en total de los cuales casi la mitad tienen el reconocimiento del Ministerio de Educación de Brasil. En el caso de los peruanos, hay 3 escuelas comunitarias y una de ellas "El Mundo de Alegría", ubicado en la ciudad de Hamamatsu, Prefectura de Shizuoka, posee la licencia de "escuelas varias" del Estado japonés a través del gobierno prefectural.
http://www.mundodealegria.org/?menu=2
2. No es inusual que muchos graduados universitarios no logren insertarse laboralmente y aun teniendo títulos de abogado, ingeniero, arquitecto, no les queda otra alternativa que manejar un taxi o poner un pequeño negocio.
3. En Japón, casi el 100% termina la educación obligatoria, el 96% la secundaria superior y el 52% accede a una carrera universitaria. En este sentido, los hijos de extranjeros están en una situación inaceptable para un país como Japón.
4. Lo que ha expresado el Ministro Corbacho fue en la ceremonia de asunción, en marzo de 2008. En mayo pasado el gobierno ha anunciado el Plan Estratégico de Integración de los Extranjeros donde se incluye el tema de la educación, el refugio temporal de los ilegales, el retorno al país de origen, la ubicación laboral y su capacitación. Son 2.000 millones de euros y es indiscutible el nivel de conciencia que el gobierno posee en esta problemática.
http://www.mtas.es/migraciones/Integracion/PlanEstrategico/indice.htm
© 2008 Alberto J. Matsumoto