Aunque no exista una política migratoria los inmigrantes llegan igual
El la anterior nota de junio del 2008 titulado "Para quiénes y para qué es la “política migratoria” en debate en Japón" se ha señalado la necesidad de que el país interesado en recibir inmigrantes debe tener una política migratoria más o menos coherente, acondicionar las leyes y organizar su burocracia para facilitar la permanencia e integración social de los extranjeros. Y en el caso de Japón, si decide abrir sus fronteras de manera más abierta, se ha hecho hincapié en que urge corregir los vicios que tiene el mercado laboral, pues las empresas japoneses han dado demasiada importancia a los empleados con contratos fijos que logran sus promociones según la edad y la antigüedad en desmedro de los no fijos y eventuales que no tienen igualdad salarial ni criterios de ascensos que permitan mejorar la productividad laboral que ha caracterizado a los japoneses. De hecho, en este último decenio ha aumentado el empleo precario y eso está creando consecuencias muy negativas al mismo mercado consumidor.
Es cierto que la globalización de la economía promueve una enorme competencia interna y externa de las empresas y en ocasiones, algunas de ellas, trasladan sus centros de producción al exterior o en su defecto traen mano de obra desde afuera para superar los ajustes estructurales y sobrevivir. De todos modos, sea el tipo y el nivel de formación que se exija a los extranjeros, si Japón no es atractivo como mercado laboral o como centro de producción por más que promuevan el asentamiento de extranjeros eso no siempre puede dar buenos resultados.
Como bien se puede apreciar, la mayoría de los países industrializados están restringiendo la migración extranjera; pero por otra parte en los países emergentes o de desarrollo intermedio están llegando nuevas corrientes migratorias desde los países vecinos o cercanos que tienen menor desarrollo, mayor desempleo y pobreza. En varios países de América Latina se observa un importante crecimiento económico y una mejora sustancial en el ingreso individual, lo que promueve la llegada de nuevas corrientes migratorias de países vecinos o de la misma región 1 . De por sí países como Bolivia y Paraguay han sido y siguen siendo expulsores de mano de obra a países como Brasil y Argentina, y últimamente se observa un incremento a Chile. Hasta hace 10 años muchos chilenos iban a trabajar temporalmente a la Argentina y no son pocos los que se han instalado definitivamente, pero, hoy, muchos bolivianos, peruanos y otros latinoamericanos optan por emigrar a Chile, un país que sin tener la envergadura de Brasil ofrece más seguridades y más estabilidad. Cabe señalar que el ingreso per cápita de Chile es de casi 10.000 dólares anual, el de Brasil casi 7.000, mientras que el de Bolivia y Paraguay es de unos 1.200, respectivamente. Y el de Perú unos 4.000. No existen dudas de que el movimiento migratorio es inevitable, más allá de que Chile tampoco tiene un política migratoria para recibir a tantos extranjeros y que, ahora, está en debate una serie de proyectos legislativos para regular y acondicionar mejor la presencia de tantos migrantes.
Esto demuestra que aunque la diferencia de ingresos no sea muy atractiva, si el mercado laboral, la estabilidad social y política y demás condiciones ofrecen mejores perspectivas de desarrollo personal, los migrantes se instalan y no siempre son meramente temporales, sino más bién cuasi permanentes2 .
El debate de “no inmigrantes” o “10 millones de extranjeros”
Un grupo de parlamentarios del Partido Liberal Demócrata, el partido gobernante, ha propuesto como medida para paliar el envejecimiento poblacional y el descenso de la natalidad el ingreso de 10 millones de extranjeros en un plazo de 50 años. Sin embargo, algunos intelectuales conservadores han criticado severamente este proyecto como algo irracional que puede afectar al interés nacional de Japón3 .
En estos casi 2500 años de historia el Japón ha recibido la influencia de pueblos vecinos con pautas culturales y religiosas diferente; sin embargo, nunca tuvo enfrentamientos o guerras de religiones como las que hubo en Occidente. Llegaron monjes, artesanos, escritores, artistas, etc, en calidad de refugiados o protegidos por los reinos de esos tiempos y dentro de un contexto político y diplomático regional determinado. Nunca ha sido una migración masiva de mano de obra no calificada o movimientos masivos de poblaciones enteras por guerras e invasiones.
La reforma a la Ley de Migraciones de 1990 ha sido para permitir el ingreso de mano de obra no calificada pero sólo para los descendientes de japoneses –nikkei - del exterior y, luego, para flexibilizar la llegada de asiáticos en calidad de “aprendiz” y/o para “entrenamiento o capacitación técnica”, para permitir que ciertas actividades puedan disponer de mano de obra barata, flexible y controlada, pues los visados tienen una vigencia limitada y no permiten renovar su estadía. Han sido “parches” para paliar la escasez de mano de obra o para apoyar ciertas industrias poco competitivas o en apuros como el agro, pero no ha sido una política migratoria coherente e integral, e incluso sometidas a correcciones y regulaciones cuando el desempleo aumentaba o se producían excesos en el trato a estos trabajadores4 .
Y en cuanto a los trabajadores nikkei han ingresado por “consideraciones” del gobierno japonés y muchos ya se están asentando como inmigrantes de manera casi definitiva. A pesar de que éstos son descendientes de los inmigrantes japoneses que emigraron al exterior y por lo tanto sienten una afecto muy especial por el Japón, no dejan de ser nacionales del país donde nacieron, crecieron y se educaron. Su sentido de pertenencia, su sentimiento por el país y su identidad cultural reflejan el del país de origen y no necesariamente el de Japón. Muchos tienen familiares en este país pero por las limitaciones del idioma y sus precarios conocimientos sobre el Japón no siempre son correspondidos como lo anhelaban y terminan un tanto desengañados.
Quien escribe, durante estos 18 años de residencia, también ha podido experimentar muchas situaciones no muy agradables o gestos que dejan un sabor amargo, con la impotencia de no poder hacer casi nada para superarlas; pero a la vez ha podido apreciar innumerables situaciones de afecto que han fomentando la comprensión y el aprendizaje de esta sociedad y profundizar el apego, el respeto y la gratitud. Es un proceso que muchos inmigrantes experimentan y a medida que forman sus familias, sus hijos se educan aquí, se interrelacionan con la población local y van logrando algunos avances en el ascenso social, los mismos extranjeros se van integrando a la sociedad que los acogió. Lo mismo se puede decir de los inmigrantes japoneses que al comienzo tuvieron que sortear enormes desafíos y vicisitudes, pero con esfuerzo y mucho trabajo lograron ganarse el respeto y la confianza de los nativos. Hoy, ya son parte de esas sociedades donde emigraron.
Es por eso que hablar de “no inmigrantes” o “10 millones de extranjeros” es casi ridículo, pues ambas propuestas distan mucho de dar una respuesta adecuada y realista a lo que Japón está necesitando. Es casi seguro que ninguno de los que proponen estas anticuadas “propuestas” ha mantenido una conversación seria, serena y respetuosa con los diversos extranjeros que ya habitan, trabajan, se han educado o se educan y están construyendo su futuro en este país.
No es fácil diseñar una política migratoria para recibir a cientos de miles de extranjeros, pero la experiencia de otros países, incluyendo la de los emergentes y de los medianamente desarrollados, si el migrante considera que el país de destino es atractivo, interesante y con futuro para sus realizaciones, haya o no una política de recepción de inmigrantes, no dudará en establecerse; caso contrario, aunque existan medidas de promoción migratoria y beneficios iniciales no vendrán los extranjeros que Japón anhela y necesita.
Notas:
1. Dentro de los países de Centro y Sudamérica existen Convenios que eximen de los visados de corta estadía, inclusos subregiones como el Mercosur con solo presentar un documento de identidad pueden cruzar sus fronteras sin ningún inconveniente. Desde luego, existen regulaciones migratorias como en Japón que no permiten el trabajo no calificado y por ende deben tramitar visados de permanencia temporal y luego el de residencia permanente para poder trabajar y residir, aunque no es tan difícil su obtención como en este país. Desde luego, aun así hay quienes por no reunir los requisitos o por no poder reunir las documentaciones necesarias residen de manera irregular. Se dice que los indocumentados son el doble o triple de los que están con visados.
Por otra parte, ninguno de estos países posee ventanillas especializadas para la atención de los inmigrantes en idiomas diversos, sino que las ayudas y orientaciones se dan a través de instituciones, por ejemplo, religiosas o de la administración pública como ser la Defensoria del Pueblo o funcionarios de la dirección de Derechos Humanos, etc. En una palabra, son las mismas reparticiones que atienden a los nacionales para casos que competen a estos asuntos. También se ha visto que en ciertos sindicatos los extranjeros no pueden ingresar como miembros. Y quienes no puedan demostrar dónde han nacido, no tienen la partida de nacimiento ni su DNI, se ha visto casos que siquiera pueden ir a la escuela o ser atendidos en un hospital.
2. El ingreso per cápita de Chile se acerca a los 10.000 dólares anual, por lo que promueve la migración de los países vecinos y también de países como Ecuador y Colombia. Según el censo de hace 10 años, en Chile se contabilizó unos 100.000 extranjeros, pero en el 2002 se comprobó unos 180.000 y en el 2007 se estima que ha aumentado a 300.000, ocupando casi el 2% de los 16 millones que es la población total.
3. El Departamento de Estrategia Nacional del Partido Liberal Demócrata es el que ha presentado una Propuesta de 10 millones de Inmigrantes para Japón; sin embargo, tanto dentro del partido como de los conservadores ha habido fuertes críticas donde el más representativo es el artículo del Dr. Kanji Nishio publicado en la revista Seiron, setiembre de 2008, alertando que este tipo de migraciones puede llevar a destruir la Nación japonesa.
4. Hacia mediados de los ’90 se produjo un incremento de iraníes ilegales pero en unos años fueron deportados la gran mayoría y sólo los que pudieron regularizar permanecen en el país. Lo mismo ha pasado con otras nacionalidades, incluyendo la peruana. A pesar de que Japón no admite la mano de obra extranjera no calificada ha permitido el ingreso de estudiantes, aprendizes, personal para capacitación, que han sido utilizados como personal de ajuste en sectores donde había escasez de mano de obra. Ultimamente se ha hecho más riguroso la obtención y renovación de estos visados, aunque el de visado permanente para los nikkei se ha flexibilizado para promover su asentamiento a largo plazo.
© 2008 Alberto J. Matsumoto