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El ritual del silencio y del olvido

No tengo música, me he distanciado de algo que tanto quería, la he dejado completamente de lado. No hay ruido, necesito silencio total, importantísimo, importante ¿no?, y probablemente, olvidarme de las palabras. Ir a la masa directa, es más, estoy extrañando. Los últimos proyectos han involucrado video, audiovisuales, literatura escrita, narración anexa, sentarme en una computadora con un asistente para encuadrar, editar momentos de la obra. Diría yo que hay un momento importante donde las manos deberían ser directas. Fue lo que quise hacer cuando me retiré de la filosofía. Quería que las manos hablaran, dijeran cosas a través de simplemente ese tacto impuesto sobre un material. Necesito el silencio total, es importantísimo. No puedo trabajar y crear sin ese espacio completamente tranquilo, de tranquilidad total. Y creo yo que hay otro momento importante que es el ritmo. Ya las manías, ritmos, técnicas, rutinas de trabajo, levantarte temprano, amasar la arcilla se convierten casi como en ese doblado de papel, el plegado del origami. Por eso hago sólo el cangrejo, porque en realidad no quiero el virtuosismo del origamista, necesito solamente doblar un cangrejo para olvidar que se puede hacer algo tan complejo. Es más, de tanto que lo doblo, me olvido inclusive de las etapas, es casi directo; si no me sale directo y tengo que pensar cómo se hace el pliegue, ya no me interesa. Entonces lo mismo trato de hacer con el trabajo, trato de olvidar las reglas de juego, las fórmulas de mi taller, debería tener fórmulas de ceramista y saber las proporciones de cerámica y de arcilla para mezclar. Esto es como cocinar. Al contrario, diría yo. Les digo a mis asistentes, si no sabemos producir una arcilla que resista al fuego, entonces estos 30 años de trabajo significa que no hemos aprendido nada. Y hay una prueba muy fuerte que es el fuego. Yo diría que el fuego me quita el ego y la paternidad total y el control total de lo que sucede ahí. Estas piezas son producidas sí por unas manos, por un cuerpo, por una idea, por una cabeza, por una persona que necesita hacer algo, pero el fuego me quita totalmente ese control, importantísimo. Yo sí he querido hacer siempre… mi cerámica someterla al fuego, es como quitarme a mí la posibilidad de controlar por completo todo.


Fecha: 7 de diciembre de 2007

Zona: Lima, Perú

Entrevista: Harumi Nako

País: Asociación Peruano Japonesa (APJ)

Entrevista

Carlos Runcie Tanaka nació en Lima, en 1958. Luego de seguir estudios de filosofía en el Perú se dedica a la cerámica. Realiza estudios en Brasil, Italia y el Japón. Participa en exposiciones grupales y colectivas en el país y el extranjero, representando al Perú en diversas bienales de arte contemporáneo. Asimismo, sus trabajos se encuentran en museos y colecciones privadas en diversos países. Expone individualmente desde 1981 en Latinoamérica, Estados Unidos, Japón e Italia. En los últimos años ha sido profesor invitado en prestigiosas universidades en EE.UU. y Japón. Paralelamente a las exposiciones y a su labor de investigación, mantiene desde 1978 un taller de cerámica artística, en el cual produce piezas utilitarias y objetos funcionales de cerámica gres, utilizando materias primas locales y hornos de gas para su cocción (1,300ºC). En noviembre de 2007 expuso la muestra “Una Parábola Zen y Diez Pequeñas Historias (Zen no Ohanashi to Tõ no Chiisana Monogatari / A Zen Parable and Ten Short Stories)” en la Galería Ryoichi Jinnai del Centro Cultural Peruano Japonés, en el marco de la XXXV Semana Cultural del Japón. Asimismo, en diciembre de ese mismo año publicó su primer libro con el auspicio de la Asociación Peruano Japonesa, que lleva el mismo nombre de su última muestra. (7 de diciembre de 2007)