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Una parábola Zen y diez pequeñas historias

Son historias interesantes que tienen que ver más bien con mi relación con la música, la filosofía, varias cosas, afectos y respetos por otros maestros lejanos pero muy cercanos. Yo citaría a gente como William Blake, lo leí de muy joven, poeta, grabador, artista, en fin, hasta músico. Y pensaría también en alguien como Cat Stevens, gran cantautor que en mis años de formación, mi adolescencia, influenciaron la manera como componía y como decía las cosas, como veía el mundo probablemente. Yo creo que la parábola la encuentro en el año 2002 en una experiencia fortuita en el Museo de Nueva York, en el Metropolitan Museum en Nueva York. Me encuentro con esta parábola en la sección del Japón, de las artes del Japón, y me impacta la longitud, este sentido de tramo largo del manuscrito, es un manuscrito muy largo, con esta secuencia de imágenes y con estos textos escritos; en este caso, uno de los monjes que interpreta la parábola decide dar sus propios comentarios. Entonces es un trabajo interesante entre la palabra, la escritura y la imagen visual, y me impactó la cuarta etapa, porque comencé a ver el manuscrito y dije ‘¡no puede ser!’, esta cuarta etapa donde el niño agarra el buey… es un niño que busca el buey que se le ha perdido, y va en busca de él, el buey como el conocimiento probablemente, la sabiduría, en fin, y se da cuenta que al final no necesita ni este buey y ni siquiera él son ya tan importantes para lograr lo que está buscando. Al ver esta cuarta etapa me hizo recordar uno de los álbumes de Cat Stevens, que se llama “Catch Bull at Four”, y cantaba canciones de él en ese momento, de ese álbum, y no entendía por qué la imagen del círculo con el niño monje que atrapa un Buda, y el nombre del LP es “Catch Bull at Four”, claro, atrapando, agarrando al buey, al toro en la cuarta etapa. Cuando, muchos años después, son más de 20 años después, encuentro esta parábola, este manuscrito, hago la gran conexión y digo no puede ser que tantos años uno haya visto algo, haya creído que conocía la verdad de esas canciones, de ese álbum, de esa labor de un músico que yo admiraba, Cat Stevens, y digo ‘me ha engañado, no me ha contado toda la historia’, y fue muy importante para mí porque fue muy reconfortante retomar además también el nivel de reflexión filosófica, mi relación con las palabras que ha sido trunca, no tengo talento para escribir, pero de alguna manera siempre hay una narración que está ahí muy presente en el trabajo, hay esferas que escribo, hay textos que escribo de amigos poetas, en fin, yo creo que la música, y las palabras y las historias siempre han estado muy presentes. Esta parábola me hace recordar eso y hay algo también interesante. Cuando se me ofrece la posibilidad de hacer una muestra para el Centro Cultural Peruano Japonés durante la Semana Cultural del Japón, yo sí necesitaba un proyecto especial. No sabía exactamente por dónde iba a ver el trabajo, sí pensaba en la pieza, la última instalación de obachan, de la abuela con el tatami, es una pieza que desde el año 92 no ha tenido colocación ni nunca ha sido producida. Esta es la primera vez, tengo que agradecer que se haya producido un sueño que tenía guardado en la cabeza, en la memoria, y se ha hecho realidad en un contexto mejor que éste no ha podido haber otra posibilidad de mostrarla, con sentido, para una colectividad nikkei, para niños, adultos, personas mayores que han disfrutado ver el Japón presente a través de elementos muy directos, la piedra, las sandalias de paja (zori) o de repente las tarimas de paja de arroz, el tatami. Yo pienso que si bien tenía esa idea de ese proyecto, me faltaba el corazón, y no sólo el corazón, sino la historia más genérica, y fue en ese momento, que hace unos, yo diría no más de 3 meses, decido recordar, me llega el libro de la parábola Zen por caso un amigo, un primo me lo envía desde Nueva York, yo lo estaba buscando ya hace un par de años ese libro, y lo consigo y digo esto es, tengo que hacer una… este paralelo entre estas historias de la parábola, estos momentos, y las historias que yo he venido recibiendo.


Fecha: 7 de diciembre de 2007

Zona: Lima, Perú

Entrevista: Harumi Nako

País: Asociación Peruano Japonesa (APJ)

Entrevista

Carlos Runcie Tanaka nació en Lima, en 1958. Luego de seguir estudios de filosofía en el Perú se dedica a la cerámica. Realiza estudios en Brasil, Italia y el Japón. Participa en exposiciones grupales y colectivas en el país y el extranjero, representando al Perú en diversas bienales de arte contemporáneo. Asimismo, sus trabajos se encuentran en museos y colecciones privadas en diversos países. Expone individualmente desde 1981 en Latinoamérica, Estados Unidos, Japón e Italia. En los últimos años ha sido profesor invitado en prestigiosas universidades en EE.UU. y Japón. Paralelamente a las exposiciones y a su labor de investigación, mantiene desde 1978 un taller de cerámica artística, en el cual produce piezas utilitarias y objetos funcionales de cerámica gres, utilizando materias primas locales y hornos de gas para su cocción (1,300ºC). En noviembre de 2007 expuso la muestra “Una Parábola Zen y Diez Pequeñas Historias (Zen no Ohanashi to Tõ no Chiisana Monogatari / A Zen Parable and Ten Short Stories)” en la Galería Ryoichi Jinnai del Centro Cultural Peruano Japonés, en el marco de la XXXV Semana Cultural del Japón. Asimismo, en diciembre de ese mismo año publicó su primer libro con el auspicio de la Asociación Peruano Japonesa, que lleva el mismo nombre de su última muestra. (7 de diciembre de 2007)