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El cangrejo como símbolo de una búsqueda personal

Son dos momentos interesantes con el cangrejo. En la playa de Cerro Azul encontré en el año 94, 1994, los cangrejos varados alrededor del obelisco que conmemora la inmigración de los japoneses al Perú. Ahora han cambiado ese obelisco, hay un monumento más contemporáneo, lo volvieron a hacer. Pero yo recuerdo haber visto estos cangrejos disecados por el sol y varados alrededor del obelisco. Y de alguna manera pensé, viendo a mi madre y a mi familia caminando por la playa en Cerro Azul en un almuerzo familiar, que estos cangrejos eran como las personas varadas, como los abuelos que habían sido varados por las olas, estos barcos que se habían tenido que quedar en el Perú. Hay un fenómeno interesante en toda la época de invierno. Las olas crecen, la marea sube y cubre casi toda la playa, la arena que está en la playa, y se llenan charcos de agua con estos pequeños cangrejos, entonces los cangrejos viven un tiempo, vienen las espumas, los botan, en fin, y cuando se seca esa humedad en la época de verano, los cangrejos no pueden regresar. Entonces esa idea fue fascinante para mí, porque al ver los cangrejos disecados en la arena, yo sentí un poquito esta vida que estaba ahí presente de una manera muy especial. Obviamente ya los cangrejos no estaban con vida, pero al verlos tan intactos y tan enteros, me dio la sensación de que estaban avanzando hacia tierra, y pensé en esa relación de la migración, que dio cuerpo a una muestra importante que la nombré “Desplazamientos” en el Museo de la Nación en el mismo año, una muestra donde el cangrejo era el personaje central. El otro episodio, un momento importante, es en Pasamayo, en la playa de Pasamayo, que es la playa vecina al mar de Ancón, donde falleció mi abuelo. Yo tengo una experiencia con las olas, no tan feliz, pero felizmente al final salí airoso de las espumas, y de la crecida y de las olas grandes. Estaba corriendo olas y una ola finalmente me vara, pierdo los sentidos, y cuando abro los ojos encuentro cangrejos rodeándome. Entonces pienso en la memoria del obelisco de Cerro Azul, me doy cuenta que mi abuelo se había ido en Ancón y pienso qué cerca y qué lejos de alguna manera, pero hay una relación. Y decido, creo que desde ese momento, colocar su imagen y su cara sobre un cangrejo azul. El cangrejo sella una relación con el abuelo, muy específica.


Fecha: 7 de diciembre de 2007

Zona: Lima, Perú

Entrevista: Harumi Nako

País: Asociación Peruano Japonesa (APJ)

Entrevista

Carlos Runcie Tanaka nació en Lima, en 1958. Luego de seguir estudios de filosofía en el Perú se dedica a la cerámica. Realiza estudios en Brasil, Italia y el Japón. Participa en exposiciones grupales y colectivas en el país y el extranjero, representando al Perú en diversas bienales de arte contemporáneo. Asimismo, sus trabajos se encuentran en museos y colecciones privadas en diversos países. Expone individualmente desde 1981 en Latinoamérica, Estados Unidos, Japón e Italia. En los últimos años ha sido profesor invitado en prestigiosas universidades en EE.UU. y Japón. Paralelamente a las exposiciones y a su labor de investigación, mantiene desde 1978 un taller de cerámica artística, en el cual produce piezas utilitarias y objetos funcionales de cerámica gres, utilizando materias primas locales y hornos de gas para su cocción (1,300ºC). En noviembre de 2007 expuso la muestra “Una Parábola Zen y Diez Pequeñas Historias (Zen no Ohanashi to Tõ no Chiisana Monogatari / A Zen Parable and Ten Short Stories)” en la Galería Ryoichi Jinnai del Centro Cultural Peruano Japonés, en el marco de la XXXV Semana Cultural del Japón. Asimismo, en diciembre de ese mismo año publicó su primer libro con el auspicio de la Asociación Peruano Japonesa, que lleva el mismo nombre de su última muestra. (7 de diciembre de 2007)