(Japonés) Tras finalizar la guerra, yo me encontraba yendo de un lado para el otro por el movimiento de reconocimiento, y un día me encontré con el padre Masayoshi Nishizumi, fundador de la iglesia metodista a la que hoy en día sirvo yo. Era un conocido a quien yo he guiado por los distintos lugares de Brasil cuando recién llegaba al país, y recuerdo que siempre que me veía me decía ‘’Kinoshita, debes rezar’’. Pero yo nunca me lo había tomado en serio. ¿Rezar? ¿De qué sirve eso? Así es que yo seguía con el movimiento, aún sabiendo el peligro que corría mi vida.
Y en el año 1946, tras 5 años, la guerra terminó. Y en junio del mismo año, él murió por un accidente de tránsito. Cuando me enterá, me di cuenta de que debía ponerme a rezar. Si bien yo estaba apostando mi vida a ese movimiento, no me había dado cuenta todo este tiempo de que no servía que se lo comprenda con la cabeza, si el corazón no lo podía terminar de aceptar. La gente no podía aceptar que Japón había perdido. Es un problema del corazón, y no de la mente. Y el corazón de los humanos es algo que nadie puede tocar, salvo Dios. No importaba que yo lo haya comprendido y que intentaba hacer que los demás lo comprendieran también. Era el corazón el que no lo aceptaba. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que por más que logre convencer a la gente, no era posible lograr que lo comprendieran.
Fecha:
Zona: Brasil
Contributed by: Caminho da memória - 遥かなるみちのり. São Paulo, Brazil: Comissão de Elaboração da História dos 80 Anos de Imigração Japonesa no Brasil, 1998. VHS.