(Inglés) El único trabajo que él pudo obtener, y que muchos de los hombres issei pudieron obtener, era trabajar en un lugar llamado Darlings, el cual procesaba los animales muertos de las tierras de cultivo que estaban a los alrededores. Y ellos habían traído una enorme vaca y puedo recordarlo. Ellos les enganchaban cadenas y les quitaban la piel de encima. Era una imagen sorprendente. Y ellos llevaban las pieles al sótano para ser curtidas y curadas en cueros. Y es allí donde trabajaba mi padre. Afortunadamente, yo nunca llegué a trabajar allí. Todos mis hermanos trabajaron allí por el verano.
Este lugar era el infierno. No puedo describirlo como algo más sino como un infierno. En los días de verano, cuando se acumulaba el humo, cubría toda la ciudad de Chatham con un olor horrible. En el arroyo McGregor, que estaba muy cerca de nuestra casa, no podías ver el agua porque había tanta suciedad en él. Eso era mucho antes de que hubiera conciencia de la contaminación y la ecología y todo eso. Ahora no podrías librarte de eso.
Solo fui allí una vez cuando mi mamá me dijo: “llévale a tu padre este bento, esta cena porque está trabajando hasta tarde”. Así es que dije: está bien, me subí a mi bicicleta, y pedaleé hasta allá. Y llevé el bento y bajé al sótano, por los escalones de concreto, a su lugar de trabajo.
Y fue como, Dios. Era asqueroso. Estaba lleno de pieles, apiladas con sal. Había sangre y salmuera filtrándose por los pisos. Las paredes estaban salpicadas de sangre y el hedor era insoportable. Era casi como estar en otra dimensión, era tan poderoso. Y él salió, estaba vestido con un delantal de jebe negro con bota de goma negras y tenía cuchillos metidos en el cinturón. Y no sé…se le veía tan cansado…se le veía tan, tan cansado, como si su vida se le estuviera yendo por el desagüe con todos los demás desechos del trabajo. Así es que le entregué su cena y me fui. Es decir, me fui corriendo de allí, porque si me quedaba un segundo más, me habría enfermado y habría vomitado encima de ese ya repugnante piso. Y esa fue su vida.
Ahora, él murió cuando yo estaba en esa etapa en la que trataba de establecer mi propia identidad y fue una progresión natural de las cosas, en la que me rebelaba. Y me estaba rebelando en contra de él porque él era una persona muy rígida y dictatorial. No recuerdo haber tenido una relación padre-hijo muy afectiva con él porque él era issei. Él era un hombre issei y ellos no demostraban mucho sus emociones. Pero sé que él me quería, y que nos quería como familia, porque de otra manera cómo es que pudo levantarse todas esas mañanas para entrar a ese hueco infernal.
Así es que él murió y mi único arrepentimiento es que nunca tuve la oportunidad de decirle: bueno, me doy cuenta ahora de la magnificencia de tu coraje al entrar a ese sótano todas esas mañanas para que pudiéramos tener una mejor vida.
Fecha: 9 de febrero de 2011
Zona: California, EE.UU.
Interviewer: Patricia Wakida, John Esaki
Contributed by: Watase Media Arts Center, Japanese American National Museum