Discover Nikkei

https://www.discovernikkei.org/en/journal/2010/7/29/3559/

Calladitos, es muy propio de los Nikkei

Ese comportamiento es parte de nuestra herencia.  Por muchos años he tratado de entenderlo: soy callado, hablo poquísimo pero digo lo que tengo que decir cuando se trata de protestar por algo que está mal.

Mi extrañeza proviene de observar a aquellos Nikkei que se quedan callados, cabizbajos, acomplejados ante los abusos.  No hay razón para dejarse maltratar aunque no hay que maltratar a los demás, y menos por venganza pero ambas situaciones las he visto tantas veces que las considero normales en la humanidad (lo normal es lo común).

He estado en reuniones donde he sido el único Nikkei y ninguno me miraba porque la atención iba hacia los más bullangueros, hacia aquellos que viven de los gritos y llaman la atención sobre ellos mismos (por razones internas, no obvias ni correspondientes con los objetivos de la reunión… un psicólogo dirá).

En el colegio, yendo más atrás, tampoco hablaba porque no pertenecía a la sociedad que me educó por muchos años desde la pre-adolescencia hasta la mayoría de edad:  Panamá.  El estridente es el respetado, el escuchado y el seguido, es decir, el sensacionalismo pervive, muta y llega a tener tintes políticos en la madurez… tal como pasa en el Perú, los de habla florida son los que llegan al poder mientras que los calladitos miran.  Yo miro a aquellos que hacen mucha bulla pero nunca los sigo.

Tuvimos un presidente Nikkei pero sus motivaciones fueron otras, no la de ser el centro de atención.  Su hija tiene buenas posibilidades de seguir sus pasos y reivindicar la imagen de su padre, el apellido de su familia y a los Nikkei peruanos, pero el trabajo deberá ser por el país entero, ojalá, sobretodo por la educación… que en silencio, calladita, baje los impuestos a los libros, textos escolares y espectáculos culturales en general para apoyar a los actores y directores, músicos y bailarines y a todos los grupos artísticos, a las editoriales y escritores, poetas y hasta a las imprentas… pero eso es otro tema.

El silencio nos caracteriza, nos hace observadores -a los ojos de los demás-, nos hace discretos y prudentes al hablar -en el imaginario latino y del mundo entero-.  Es bueno aunque no debemos callar ante lo malo.

El silencio, aunque lo critique un tanto, es una virtud poco practicada e incluso, rechazada en esta parte del mundo ya que el silencio no llama la atención; algunos ignorantes relacionan al silencio con los cementerios con frases como “esta casa parece un cementerio, no se escuchan ni los pájaros” pero cuando están en misa sí están en silencio, es decir, se acoplan a lo común porque “así debe ser” pero no porque lo quieran hacer de corazón.

Aún no entiendo el silencio Nikkei en todos sus matices, más observación me es indispensable y, entonces, podré conocerme mejor… es cierto aquello de que para conocerme mejor debo conocer a los demás y al revés también.  En silencio trataré de entender el silencio que nos caracteriza, que nos pone en boca de los demás a pesar de haber dicho poco o nada.

Ese silencio nos da espacio mental para pensar y digerir lo que observamos en vez de crear artificios para llamar la atención sobre nosotros.  Felizmente, la mayoría de Nikkei somos silenciosos, hablamos cuando lo creemos conveniente y no somos sensacionalistas.

En silencio se aprende mejor, se entiende mejor, en silencio podemos escuchar al Universo o a la Vida o a Dios, como lo queramos llamar; el silencio es el trasmisor más poderoso de conocimientos ya que enciende nuestro interior:  pensamiento, reflexión, entendimiento, espiritualidad... por tanto el silencio es invaluable en este presente hipertecnológico y ruidoso donde no hay un momento de paz en el día ni siquiera en los acelerados fines de semana.

Un poco más lento va bien para todos, así no se nos pasará la vida en un segundo sin haberla conocido ni disfrutado en su máxima expresión.  Hay tiempo para todo, hasta para ser calladitos… como los Nikkei.

© 2010 Victor Nishio Yasuoka

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About this series

Victor Nishio Yasuoka experiments with Nikkei life in Peru. He asks himself, “What is being Nikkei?” so as to imagine a local and global collective future. Besides, he examines historical and contemporary racism, offering an explanation of the consequences of the expression “Chino” [akin to “Chink”] and its deep-rooted reasons. And finally, from his professional vantage point, he provides a personal overview of the field of Fine Arts and the cultural support given to artists in the community.

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About the Author

Victor Nishio Yasuoka is a third-generation descendant of Japanese immigrants in Peru. Halfway through elementary school, he moved with his family to Panama, where he finished school. Almost 10 years later, he returned to Peru, finding the country completely changed. He studied architecture at a public university, but realized that his greatest interest lay in the field of communications. Today, living in Lima, Victor is a publicist, visual artist, and columnist.

To take a look at his work, visit his new website: www.victor.pe, where you will find all his artistic, graphic, and literary output.

Updated August 2009

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