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La religión entre los Nikkei del Perú

En el presente, una de las diferencias que puede ser observada entre los individuos y comunidades de origen japonés de Latinoamérica con relación a los países del norte del continente americano es la religión. El predominio del catolicismo entre las poblaciones de los países latinoamericanos se reproduce también en los nikkei y, entre las comunidades de este origen de la región, parece ser que la del Perú es la que cuenta con la cifra relativa mayor de católicos.1

En el segundo y último censo sobre la población nikkei en el Perú (1989)2 el 92% de los miembros de las familias se declaró católico3 2.9% budista y con cifras menores a uno por ciento: shintoísta, evangelista, protestante, entre otras, y 1% sin religión. No obstante tal preponderancia de la religión católica, en aproximadamente un tercio de los hogares – de acuerdo al mismo estudio - continuaban vigentes los usos y rituales funerarios de raíz budista. La confrontación de ambas informaciones indicaría la presencia de un sincretismo.

Con tales bases, nos preguntaremos: 1. ¿Cuál fue la religión de los inmigrantes japoneses? 2. ¿Por qué, cómo y desde cuándo se difunde y practica la religión católica dentro de esta oblación? y 3. ¿Por qué y cómo persisten esas prácticas religiosas de raíz japonesa o asiática dentro de una población mayoritariamente católica?

La religión de los inmigrantes japoneses

Para responder a la primera pregunta partimos de algunos estudios – realizados por especialistas acerca de la religión en el Japón en los inicios de las emigraciones. De acuerdo a Yamaguchi4, el concepto de religión en el Japón surgió durante los inicios de la Era Meiji (1868 – 1912), es decir, en la era de occidentalización de la sociedad y del Estado, en que incluso hubo que inventarse un término al respecto (Shukyoo). Durante la época previa - el período Edo (1603- 1867), bajo el dominio de la familia Tokugawa - “el sincretismo entre el sintoísmo y el budismo era común, y frecuentemente era posible encontrar pórticos sintoístas, conocidos como torii, dentro de los templos budistas” (p. 38).

La concepción del shintoísmo como religión en el Japón, entonces, se inició recién en la Era Meiji y su preeminencia oficial sobre otras religiones – principalmente el budismo - ocurre en el siglo 20, hacia el final de tal Era y luego de las victorias en las guerras contra China y Rusia y es cuando – de acuerdo a Yamaguchi – se puede hablar ya de la presencia de un shintoísmo de Estado (p.42) y de una religión nacional, promovida por políticos e intelectuales. Por otro lado, teniendo en cuenta que las primeras emigraciones masivas de japoneses se iniciaron durante la Era Meiji y que los cambios en aspectos como el religioso no se producen de manera automática, puede inferirse que los emigrantes – mayoritariamente de procedencia rural - vinieron a América con una religión en que se combinaban elementos del shintoismo y del budismo5, tal como en la Era Edo. Durante esta Era, que duró más de dos siglos y medio, se había difundido de modo oficial el budismo y el confusionismo procedentes de China.

Entre los inmigrantes que llegaron a América - y específicamente al Perú -, la evidencia más palpable de la práctica del shintoismo fue la presencia de "kamidana6" en los hogares, traídos tanto por hombres como por mujeres. Con relación al budismo, las evidencias se multiplican a través de registros materiales, de hechos y de manifestaciones aun vigentes.

A diferencia del Perú, en Brasil y los Estados Unidos la difusión del budismo fue amplia, los templos budistas fueron numerosos y se convirtieron en centros fundamentales para la construcción de comunidades y posteriormente de su reconstrucción en la posguerra7. Tal proceso, sin embargo, fue algo tardío. En las primeras décadas de la emigración de japoneses hacia América, especialmente hacia el Brasil (que se inició en 1908), el Ministerio de Asuntos Extranjeros del Japón - de acuerdo a Moreira - prohibió la salida de monjes budistas debido a que su presencia podría entrar en conflicto con la predominante cultura católica de las sociedades latinoamericanas. En aquella época, tanto en Brasil como en otras repúblicas sudamericanas, a nivel oficial y en los medios, un tema recurrentemente tratado fue la supuesta amenaza o peligro de no - asimilación racial y cultural de los japoneses.

Asimismo, es importante considerar- como lo señala Moreira - que no fueron los hijos mayores de las familias japonesas quienes emigraron. Aquellos no sólo eran los herederos, sino también los responsables de mantener las tradiciones; entre ellas, el cuidado de los padres ancianos, de la descendencia y, al mismo tiempo, del culto a los antepasados, simbólicamente expresado en el butsudan8. Los inmigrantes en el Perú, al igual que en otros países, mas bien, fundaron nuevas líneas familiares y algunos de sus deudos empezaron a adquirir para sus hogares sus propios butsudan e ihai luego del fallecimiento de sus antecesores inmediatos, siguiendo la tradición budista.

La llegada de los primeros monjes budistas al Perú se produjo con el segundo contingente de la inmigración japonesa en 1903, ellos fueron 3 jóvenes: Ueno (Maestro Zen, Escuela Sotoshu), Matsumoto y Kinoshita (Escuela Jododoshu), quienes contaron con la autorización de sus sedes administrativas. Para poder sostenerse, ellos fueron contratados como supervisores de grupos y destinados con otros inmigrantes a las haciendas Tumán (Lambayeque), Casablanca (Cañete) y Santa Clara (Lima). No obstante, ellos no tuvieron éxito en su labor doctrinaria y, posteriormente, sostuvieron que la razón principal del fracaso fue la excesiva dedicación al trabajo de los inmigrantes9.

De los 3 monjes, sólo el Maestro Tain Ueno dejó alguna huella debido a la construcción del templo conocido como “Jionji” (hoy en la Provincia San Vicente de Cañete) y del primer colegio japonés en Sudamérica, construido en 1908 en la Hacienda Santa Bárbara. Hasta la 2da GM, llegaron otros dos monjes budistas, quienes luego retornaron al Japón. Algunos de los primeros, de la Escuela Sotoshu, viajaron al Brasil.

Como conclusión de esta presencia en el Perú, el periodista y autor japonés Ota10 sostiene que “los japoneses en Perú no han sido persistentes en mantener las sectas budistas...la obra de la misión ( )..y la moralización pasaron a las manos de padres católicos. …La demanda de sacerdotes del budismo era solo para realizar las ceremonias para difuntos, sin interés en las doctrinas, enseñanzas ni (en) la meditación. Solo había necesidad de una persona que sepa las oraciones budistas o recitar el sutra (O- kyo).”

En efecto, tal función la cumplió el inmigrante Ryoko Kiyohiro - al igual que otros inmigrantes, antes y después de la llegada de los monjes budistas- desde 1960 hasta su muerte en 1992. Durante su período como sacerdote, el Templo Jionji de Cañete se convirtió en osario o, mas bien, en lugar donde se dejan los ihai de algunos fallecidos.

La Religión Católica entre los inmigrantes japoneses y sus descendientes

La primera influencia católica experimentada por los pioneros de la inmigración se relacionó con el entierro de los numerosos fallecidos, sobre todo del primer grupo ingresado en 1899. Para su entierro tuvieron que improvisar lugares11, puesto que, debido al control ejercido por la iglesia católica sobre los cementerios públicos, no se podía inhumar en ellos a los no bautizados en esa fe. Posteriormente, con el paso a las ciudades, hacia donde convergió la mayoría - hasta el punto que sólo Lima concentró entre el 80 y 90% de esta población en distintos momentos-, las influencias católicas se acentuaron, pero de modo más incluyente a través de la evangelización. Una de estas primeras experiencias - reconocida por la comunidad peruano japonesa - fue la de Sor Francisca Gros (de la Congregación francesa San Vicente de Paul), quien atendió y bautizó a numerosos inmigrantes enfermos en el Hospital 2 de Mayo, muchos de ellos pobres y sin familiares en el Perú.

La labor evangelizadora fue también desarrollada por sucesivos sacerdotes, quienes de manera ininterrumpida estuvieron cercanos a grupos y organizaciones de los inmigrantes, sus hijos y nietos, hasta el presente. Los primeros fueron extranjeros con dominio del idioma japonés y en la posguerra, dos sacerdotes, uno Jesuita, el Padre Luis Martínez y el otro Franciscano, el Padre nisei Manuel Kato (ordenado en 1954) han estado vinculados a la mayor parte de los oficios religiosos dentro la comunidad peruano japonesa y llevaron, al mismo tiempo, un minucioso registro de bautizos, matrimonios, defunciones. Por otro lado, al Padre Kato y a la monja Sor Clara Tome (desde 1953), quienes fueron los primeros nisei en tomar los hábitos, se le sumaron 5 sacerdotes y 23 monjas más de origen japonés hasta 197912. La mayoría desarrolló y desarrolla sus labores en educación y atención de huérfanos y ancianos pobres en Lima y otros lugares del país, generalmente al margen de la comunidad peruano japonesa.

La labor evangelizadora entre los primeros hijos de los inmigrantes se llevó a cabo también mediante los cursos de religión en los colegios japoneses y peruanos en general; sin embargo, a través de los cursos de ética de las escuelas japonesas se difundieron también contenidos del shintoismo de Estado desde la década de 1920. En este aparente contrapunto religioso, cumplieron una labor efectiva las profesoras de los colegios y las madrinas y padrinos de bautizo católico peruanos, como lo recuerdan muchos de los hijos de inmigrantes.

Durante las primeras décadas de la posguerra, el bautizo católico fue más allá de un asunto de fe, puesto que en la mayoría de escuelas y colegios privados, y algunos estatales, una condición esencial para la matrícula era la presentación de un certificado que lo acreditara, antes que la simple partida de nacimiento. Por tal motivo, el bautizo - que entonces solía ser más tardío que en la actualidad entre los nikkei - obligó a muchos padres nisei a acelerarlo para sus hijos. Por esa misma época, por otro lado, numerosos jóvenes de la segunda generación empezaron a involucrarse en movimientos y asociaciones católicas y desde algunas de ellas, como el Comité San Francisco y luego la Asociación Emmanuel, se han dedicado hasta el presente en obras para la salud y educación de niños y adultos en situación de pobreza, especialmente en Lima.

¿Sincretismo religioso?

En el presente, el catolicismo entre los descendientes de japoneses no es sólo cuestión estadística, la práctica de esta religión en un gran sector de ellos incluye tanto los sacramentos y sus rituales como el bautizo, la primera comunión y el matrimonio religioso, como también las misas de fines de semana y el ejercicio de algunos valores como la caridad con los pobres. Sin embargo, en los rituales funerarios continúan vigentes la combinación de elementos budistas (como el senko y otras ofrendas e instalaciones en los velatorios) y católicos, siendo - por otro lado - cada vez más predominantes los rezos y misas católicas en estas ceremonias. Asimismo, las festividades católicas que ocupan la mayor parte de los feriados dentro del calendario peruano, son también celebradas por los descendientes de japoneses. Entre ellas, la navidad ha desplazado al año nuevo como fiesta principal del año y el día de "todos los santos o muertos" los conduce a visitar las tumbas familiares el 1 de noviembre, como masivamente celebran los peruanos en general.

No obstante, a nivel de la organización nikkei, especialmente a través de la Asociación Peruano Japonesa, se estimula la práctica del budismo en sus aspectos rituales, como las ceremonias del ohigan y obon, con peregrinaciones hacia el templo Jionji de Cañete y misas budistas dedicadas a los fallecidos de origen japonés, para lo cual realizan convocatorias dos veces por año. Prácticas como la señalada, referidas casi invariablemente a aspectos funerarios, serían mas bien remanentes culturales japoneses (o esfuerzos por preservar algunos elementos de esa cultura), antes que efectivamente una vuelta a o preservación de las raíces religiosas. Asimismo, la presencia de butsudan, kamidana e ihai en los hogares de origen japonés tendrían una motivación similar.

En síntesis, se puede decir que la adopción del catolicismo entre los inmigrantes japoneses no implicó un abandono de sus raíces religiosas, para cuya base filosófica habría significado, mas bien, un enriquecimiento por la inclusión de nuevos elementos. Un ejemplo de ello es la inclusión de imágenes de Jesús, la Virgen y otros santos en los butsudan de los hogares. La educación de la mayoría de sus hijos como católicos, por otro lado, no entró en contradicción con su origen cultural religioso; es decir, no se presentó conflicto en este aspecto. La persistencia de antiguas prácticas religiosas japonesas (del budismo principalmente) se relacionaría sólo con aspectos rituales, y ellos son considerados por sus descendientes, en lo esencial, como un legado cultural de la primera generación. Una mejor síntesis de lo aquí tratado se encuentra en el testimonio del issei Masanobu Oka, quien fuera presidente de la organización católica Comité San Francisco: "en un tiempo fui budista en Japón, iba todos los domingos al templo; pero cuando llegué al Perú necesitaba el alimento espiritual, me hice católico a los 20 años de edad junto con toda mi familia. Sin embargo, a medida que conocí mejor el mundo, no veo diferencia entre estas dos religiones"13.

Notas:

1. La información estadística sobre religión por países – excepto sobre Estados Unidos y Canadá -puede ser encontrada en: Kikumura- Yano, Akemi. 2002. Encyclopedia of Japanese Descendants in the Americas. An Illustrated History of the Nikkei. Walnut Creek, California: Altamira Press- Japanese American National Museum. Sobre religion y los nikkei en general se pueden encontrar artículos y bibliografía en la Web Discover Nikkei.

2. Morimoto, Amelia. 1991. Población de origen japonés en el Perú. Perfil actual. Lima: Comisión Conmemorativa del 90º Aniversario de la inmigración Japonesa al Perú; p. 164/ Tambien en: Los japoneses y sus descendientes en el Perú. 1999. Lima: Fondo Editorial del Congreso de la República.

3. Como referencia, las cifras relativas de católicos en el Perú, según los dos últimos censos realizados en el país y cercanos temporalmente al censo nikkei de 1989, fueron 94,6% (en 1981) y 88.9% (en 1993). Fuente; http://www.inei.gob.pe/biblioineipub/bancopub/est/Lib0007/cap0210.htm (Instituto Nacional de Estadística)

4. Yamaguchi, Teroumi. “El Estado y el sintoísmo durante la era Meiji”. En: http://www.istor.cide.edu-archivos-num_21-dossier2.pdf

5. Ordiales proporciona una definición que permite establecer las diferencias puntuales entre las dos religiones más difundidas en el Japón: el shintoismo fue y es, sobre todo, la base de la identidad japonesa, carece de un mito de creación, normas y se vincula más con la vida que con los rituales funerarios - que corresponden, mas bien, al budismo -, la inmortalidad con la supervivencia de la comunidad, antes que la del individuo. Sus deidades o Kami son los fenómenos naturales: las montañas, los ríos, etc. En: Ordiales, Enrique. Shintoismo: El Espíritu del Japón. En: http://www.pasionistas/religión.htm (Julio 26, 2006)

6. Pequeños altares, fabricados y tallados en madera, con puertas que generalmente guardan en su interior papeles con frases u oraciones relacionadas con deidades o "kami".

7. Moreira da Rocha, obra citada/ Kodani, Masao. 1997. The history of Buddhist Churches of America: Problems of Propagation and Projections for the Future. BCA History/ Senshin Buddhist Temple, Prajama: Light of compassion. Vol. 41, Nº 4, Abril 1995. Ed. Darma Rain.

8. Altares para el culto a los antepasados, en que se guardan los ihai o pequeñas tablillas en que se registran los nombres de los fallecidos de la familia, generalmente por línea patriarcal.

9. OTA, Hirohito. 2003. “Primeros misioneros budistas en el Perú”. En: Zen: Amigos espirituales, Nº 3. Tokio: Sede administrativa, Escuela Sotoshu. Ver también: "Zionji, Templo de la colonia". En: Nikko, Revista Gráfica e Informativa, Año XXVI, Nº 241, Agosto- Setiembre 1979; p. 36, en donde se sostiene, mas bien, que hubo incomprensión entre inmigrantes y uno de los monjes. En: http://www.geocities.com/kiyoshi_pe/Zen/misioneros/misioneros.html.

10. OTA, Hirohito, obra antes citada.

11. Que luego se convirtieron en modernos cementerios japoneses, en lugares como Supe, al norte de Lima.

12. Hasta ese año se tiene registro y los nombres y congregaciones a las que pertenecen los sacerdotes y monjas aparece en: Nikko, antes citada; p. 113.

13. En Nikko, p. 41.

© 2007 Amelia Morimoto

About the Author

Amelia Morimoto is coordinator and editor of the San Marcos Foundation - Japanese American National Museum Agreement, Discover Nikkei Project (2007-present). She is the author of the books: “ Japanese immigrants in Peru (Lima, 1979), “ Population of Japanese origin in Peru: Current profile” (Lima, 1991); “ Peru no Nihonjin Imin” (Tokyo, 1992) and “ The Japanese and their descendants in Peru” (Lima, 1999). She is co-author, among others, of the books: “ The Memory of the Eye. 100 years of Japanese Presence in Peru ” (Lima, 1999/with José Watanabe and Óscar Chambi) and “ When the East came to America. Contributions of Chinese, Japanese and Korean immigrants in Latin America and the Caribbean ”, Director of the study and editor (Washington DC, IDB, 2004).

Last updated September 2009

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