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Cifras y migraciones entre Perú y Japón

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En el tema de la migración de japoneses al Perú, el aspecto de las cifras no sólo ha sido motivo de controversias entre autores y actores, sino también uno de los más sensibles pues, en algunos momentos del siglo pasado, se convirtieron en argumentos para acciones y medidas orientadas a la exclusión de la población de ese origen.

Entre las cifras, sobre la que existe un cierto consenso—por lo menos en la historiografía especializada—es en la referente al período de la inmigración bajo contrato para las haciendas agro—exportadoras de azúcar y algodón (1899–1923), en que ingresaron 18,258 japoneses, entre hombres y mujeres adultos y niños. Tal cifra se basa en fuentes japonesas. Durante el "Oncenio" de Augusto B. Leguía (1919–1930) y más precisamente entre 1924 y 1930—según el periodista japonés Iríe1—ingresaron 7,933 japoneses que se asentaron mayoritariamente en las ciudades.

En 1930—durante la Junta de Gobierno presidida por Coronel Luis Sánchez Cerro—en una entrevista en el diario La Prensa de Lima, el Vicecónsul japonés Yodogawa salía al frente de las críticas sobre supuestos ingresos masivos de japoneses al Perú, alegando que residían en Lima sólo 8 mil japoneses, entre hombres, mujeres y niños, y no los 20 mil que en el mismo diario se consignaba reiterativamente y, agregaba, que el 70% de los recién arribados era gente que ya había tenido una residencia anterior.2 Vale decir, cada viajero japonés con pasaje de ida y vuelta, Callao/Yokohama/ Callao—de acuerdo al Vicecónsul—engrosaba automáticamente la cifra de población japonesa al regresar al Perú.

En 1936, el gobierno de Óscar R. Benavides emitió un decreto que establecía la cuota máxima de 16 mil para la inmigración por nacionalidad. La japonesa—supuestamente—excedía ya tal cuota, incluyendo a hijos nacidos en el Perú e impedidos de registrarse como peruanos por otro decreto. Hasta 1941—de acuerdo al Ministerio de Asuntos Extranjeros del Japón—33,070 japoneses habían emigrado hacia el Perú.3

En mayo de 1940, luego del organizado saqueo de propiedades de japoneses en Lima, 316 decidieron retornar al Japón y en 1942—luego del ataque japonés a Pearl Harbor—otros 141 los siguieron. Entre 1942 y 1945—durante el gobierno de Manuel Prado—fueron deportados 1,800 japoneses y peruanos de ese origen hacia campos de concentración en los Estados Unidos por acuerdo entre los dos gobiernos, basándose en una política de seguridad continental. Los prisioneros civiles de origen japonés serían utilizados para el canje por norteamericanos atrapados en Asia. Al término de la guerra sólo 100 lograron regresar al Perú y 300 quedaron varados en los Estados Unidos4. En 1947 la inmigración de japoneses y de otros ciudadanos del denominado "Eje" al Perú fue nuevamente permitida, fijándose una cuota anual de 150 personas por año. Según fuentes japonesas, durante la posguerra (hasta 1989) 2,615 japoneses emigraron al Perú5 .

Entre sumas y restas, de emigración del Japón (un total de 35,685) y de salida registrada del Perú (2,155), el índice de permanencia habría sido alto. Sin embargo, en 1971 la Dirección de Migraciones del Perú registraba sólo 11,921 inmigrantes japoneses.6 ¿Qué sucedió con la cifra restante? Descontando las cifras de fallecidos y de los retornados de manera voluntaria o forzada al Japón sobre las que se tiene registro, probablemente algunos cientos más se sumaron a aquellos a lo largo del tiempo. Sobre algunas cifras restantes, los trabajos historiográficos acerca de las inmigraciones en otros países—como México, Bolivia y Chile7—dan cuenta en tiempo reciente. Tales fuentes registran una presencia numérica relativamente importante de japoneses reemigrados desde Perú hacia los países mencionados.

Tales informaciones, asimismo, refuerzan la idea de que las migraciones, efectivamente, no son siempre procesos estáticos y unidireccionales. Las migraciones de japoneses, al igual que las de chinos y europeos, entre las últimas décadas del siglo diecinueve y las primeras del veinte, fueron parcialmente continuas y multidireccionales. Europeos, chinos y japoneses—y en décadas más recientes coreanos—se desplazaron entre continentes, dentro del continente americano y más frecuentemente entre países vecinos de Centro y Sudamérica.8 Los registros en la mayor parte de casos cubrieron parcialmente esos movimientos, generalmente consignando sólo los ingresos y no las salidas.

En un nuevo proceso migratorio—esta vez desde el Perú como zona de emigración—desde fines de la década de 1980 se inició el éxodo masivo hacia Japón de peruanos descendientes y no descendientes de japoneses en búsqueda de empleo. Fuentes diversas han emitido cifras variadas sobre los peruanos actualmente en Japón: entre 50 y 70 mil. Los desplazamientos circulares entre Japón y Perú y la reemigración hacia otros países parecen ser también procesos recurrentes en este caso.

Finalmente, comparando cifras—y como conclusión para este artículo dedicado precisamente a migraciones y cifras—más ciudadanos peruanos habrían emigrado hacia Japón que ciudadanos japoneses al Perú desde el inicio de relaciones e intercambios entre ambos países en 1873. Pero, entre los primeros están incluidos aquellos que simbólica e históricamente representan un acercamiento fundamental entre ambos países y naciones: los descendientes de japoneses.

Notas

1.Irie, Toraji; William Himel. 1951. History of the Japanese migration to Peru. En: The Hispanic American Historical Review, Vol. 32, Nº 1 (Febrero 1952); pp. 72- 82.

2.La Prensa, 19-09-1930.

3.La cifra fue estimada por el número de pasaportes emitidos. En: Kikumura-Yano, Akemi (Compiladora). 2002. Encyclopedia of Japanese descendants in the Americas. Walnut Creek- California: Altamira Press; p. 67.

4.Report of the Commission on wartime relocation and internment of civilians. 1982. Personal justice denied. Washington, D.C.: U.S. Government Printing Office

5.Agencia de Cooperación Internacional del Japón, citada en: Kikumura-Yano (2002); p. 67

6.Padilla Bendezú, Abraham. 1971. La Inmigración en el Perú. En: Arona, Juan de. La inmigración en el Perú. Lima: Academia Diplomática del Perú; p. 262.

7.Ver: Misawa, Takehiro.2004. México: El caso Chiapas y Amemiya, Kozy. Bolivia: Colonia Okinawa y Colonia Japonesa San Juan. En: Cuando Oriente llegó a América. Contribuciones de inmigrantes chinos, japoneses y coreanos. Washington D .C.: Banco Interamericano de Desarrollo (BID)/ Estrada, Baldomero. 1997. Presencia japonesa en la región de Valparaíso. Valparaíso: Universidad Católica de Valparaíso.

8.Ver por ejemplo: Lok C.D. Siu. 2004. Panamá: El ferrocarril, la tienda y el barrio (Chinos) y Araki, Raúl. Perú: Logros de una inmigración reciente (Coreanos). En: Contribuciones… Washington D:C:: BID/ Luis Alberto Moreno y Lilia Ana Bertoni. 1979. Movimientos migratorios en el Cono Sur. 1810- 1930. En: Europa, Asia y África en América Latina y el Caribe. México: UNESCO- Siglo XXI Ed./ Devoto, Fernando J. 1999. Para una historia de las migraciones españolas e italianas a las regiones americanas sudatlánticas. En: Para una historia de América III. México: FCE.

© 2007 Amelia Morimoto

About the Author

Amelia Morimoto is coordinator and editor of the San Marcos Foundation - Japanese American National Museum Agreement, Discover Nikkei Project (2007-present). She is the author of the books: “ Japanese immigrants in Peru (Lima, 1979), “ Population of Japanese origin in Peru: Current profile” (Lima, 1991); “ Peru no Nihonjin Imin” (Tokyo, 1992) and “ The Japanese and their descendants in Peru” (Lima, 1999). She is co-author, among others, of the books: “ The Memory of the Eye. 100 years of Japanese Presence in Peru ” (Lima, 1999/with José Watanabe and Óscar Chambi) and “ When the East came to America. Contributions of Chinese, Japanese and Korean immigrants in Latin America and the Caribbean ”, Director of the study and editor (Washington DC, IDB, 2004).

Last updated September 2009

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