En el populoso distrito de La Victoria, en Lima, el monumento al inca Manco Cápac se erige imponente desde hace 81 años. Obsequio de la colonia japonesa por el centenario de la independencia del Perú, este coloso guarda detrás una singular historia.
Las calles y plazas de Lima tienen en sus incontables estatuas, efigies, bustos y placas recordatorias, el reflejo de una idiosincrasia que valora sobremanera a los personajes célebres y a los símbolos de su historia, que nos recuerdan glorias y éxitos pasados.
Uno de estos monumentos es una estatua del primer Inca del Perú, Manco Cápac, quien fundó el imperio del Tahuantinsuyo allá por el siglo XIII. Esta escultura, de más de cinco metros de altura, vigila desde hace 81 años a los transeúntes de la hoy denominada Plaza Manco Cápac, en el distrito de La Victoria, en Lima.
Celebraciones por el centenario de la independencia

Presidente del Perú, Augusto B. Leguía; Ministro japonés Yamasaki Keichi; presidente de la Sociedad Central Japonesa, Kitsutani Seguma; presidente de la Comisión pro Monumento, Morimoto Ichitaro; y Monseñor Emilio Tison.
Fue en 1921 que las diferentes comunidades de extranjeros en el país se sumaron a las celebraciones por el centenario de la independencia del Perú, lo que implicó que donaran monumentos recordatorios.
Así, la Sociedad Central Japonesa (hoy Asociación Peruano Japonesa), que agrupaba a los inmigrantes japoneses, acordó donar también una obra conmemorativa, decidiendo que fuera un monumento a Manco Cápac, por ser un emblema que hermanaba al Perú y al Japón, al ser considerado el antiguo Inca como “Hijo del Sol”, concepto también presente en la cultura japonesa.
Se encargó la monumental obra al escultor David Lozano y en 1922 se efectuó la ceremonia de inicio de la obra, que estuvo ubicada en el cruce de las avenidas Grau y Santa Teresa, a la que después se llamaría avenida Manco Cápac. Luego, la obra sería trasladada a su ubicación actual.
Pero Manco Cápac tendría que esperar aún algunos años más... Una serie de contratiempos y el incumplimiento del contrato por parte del escultor demoraron la obra, que finalmente fue inaugurada el 5 de abril de 1926.
Se cuenta que el presidente de la comisión pro monumento de la Sociedad Central Japonesa, Morimoto Ichitaro, al ver la obra culminada exclamó con lágrimas en los ojos: “¡Por fin lo tenemos!”.
Un monumento que demoró en realizarse tres años, nueve meses y 21 días, y que costó aproximadamente 113 500 soles.
Fuente:
Centenario de la Inmigración Japonesa al Perú, Asociación Peruano Japonesa, año 2000.
Historia de la Asociación Peruano Japonesa (inédito), César Tsuneshige Fukuda.
* Este artículo fue publicado originalmente el 4 de octubre de 2007 en el sitio web de la Asociación Peruano Japonesa (APJ), Afiliado a Discover Nikkei.