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83 recuerdos del colegio La Victoria

“Mis 83 recuerdos”.  

Cuando la Segunda Guerra Mundial finalizó en 1945, la comunidad de origen japonés en el Perú estaba acéfala, a la deriva, debilitada por los ataques que le asestaron las autoridades peruanas, situadas en el bando de los Aliados. 

Uno de los golpes más dolorosos fue el cierre del colegio Lima Nikko, el más grande fundado por los japoneses en el Perú para educar a sus hijos nisei.

Tres años después de la culminación de la guerra, en 1948, cuatro issei oriundos de la prefectura de Kumamoto—Masaji Yasumoto, Sueo Iwata, Yaki Honda e Ichiroku Matsuoka— crearon el colegio peruano japonés La Victoria en un contexto aún adverso para la comunidad. La Sociedad Central Japonesa (hoy, Asociación Peruano Japonesa) no funcionaba (había sido clausurada) y Japón carecía de representación diplomática en el Perú (las relaciones se habían roto durante el conflicto bélico).

La nueva escuela —en principio, para niños de primaria— tomó su nombre del distrito donde se estableció, hogar de muchos negocios y familias nikkei.

A diferencia de los colegios de la preguerra, con un enfoque educativo japonés, La Victoria partía con el objetivo de formar a estudiantes para vivir en el Perú. La guerra modificó los planes de los inmigrantes japoneses: el retorno a Japón dejó de ser una meta y Perú pasó a ser la tierra del arraigo definitivo.

40 AÑOS DESPUÉS 

En 2023, el colegio La Victoria conmemorará sus 75 años de existencia. Además, se cumplirán 40 años de la graduación de su primera promoción de secundaria, formada por 30 estudiantes, 15 chicos y 15 chicas.

Promoción 1983 del colegio La Victoria (archivo personal)

Uno de los integrantes de la promoción pionera es el abogado y dibujante César Uyeyama, que está trabajando en una obra gráfica sobre el 40 aniversario.

El libro estará compuesto por 83 estampas (en alusión a 1983, el año de su egreso), recuerdos de su etapa escolar, desde la celebración de los undokai hasta las anécdotas en las aulas.

César Uyeyama (archivo personal)  

La inquietud por hacer dibujos o viñetas sobre el colegio nació hace varios años. Para avivar recuerdos y alentar a antiguos condiscípulos a emularlo, César compartió sus creaciones en un grupo de Facebook de exestudiantes de La Victoria.

Este año decidió ir un paso más allá para convertir su archipiélago de dibujos en una obra orgánica con el 2023 como horizonte.

César busca preservar las memorias de su promoción, “para que no se pierdan”, así como “resaltar lo bacán que es la vida escolar”.

UNDOKAI, LO MÁS MEMORABLE

Una actividad que marcó profundamente su etapa en el colegio fue la celebración de los undokai, y eso se refleja en sus estampas, en las cuales el festival deportivo tiene un gran protagonismo.

En su escuela, recuerda, se desarrollaban dos undokai al año: el primero, en mayo, con el resto de colegios de la comunidad nikkei, y el segundo, meses después, uno interno, solo con alumnos de La Victoria.

Había juegos y competencias. Carreras de 25 metros planos para niños, concurso de enceste de pelotas, carreras sobre neumáticos, de conejitos, cargando un daruma, etc.

  Juego de cargar el daruma, con el uso de un boshi reversible.

Más que competiciones, eran actividades lúdicas en las que todos los participantes ganaban por lo menos un lápiz.

Los números artísticos eran otro cantar. Por tradición, se montaban shows de danza y música de expresiones artísticas del Perú y Japón, pero a veces rompían esquemas.

Una vez, cuando estaba en quinto grado de primaria, bailaron canciones del grupo Bee Gees, de moda por la película Fiebre de sábado por la noche.

Los estudiantes de La Victoria aprendían canciones infantiles japonesas.

César recuerda que un vecino le enseñó a imitar los pasos de John Travolta; en una hoja dibujó sus movimientos para que los bailarines los aprendieran y ensayaran en el colegio. Fue todo un acontecimiento.

En otro undokai, evoca, se pintaron el rostro como los integrantes del grupo Kiss, entonces en boga, para interpretar sus canciones haciendo mímica.

Para los estándares conservadores de aquellos tiempos, estas propuestas eran “algo loco, fuera de lo normal”.

Diversión a raudales.

Undokai de 1973, con baile de la selva peruana.

SINGULARIDAD NIKKEI 

César se dio cuenta desde pequeño de que su colegio era distinto de los demás. Cuando hablaba con los chicos de su barrio y mencionaba, como si fuera lo más natural del mundo, los undokai, por ejemplo, las expresiones de extrañeza se multiplicaban a su alrededor. “Me miraban con cara de ‘¿qué estás hablando?”, dice.

Utensilios para los juegos del undokai: zancos, orejas de conejo, llantas, etc.      

En La Victoria también hacían radio taiso, y esa era otra actividad que no realizaban en las escuelas de sus vecinos.

La enseñanza del idioma japonés era otra cosa que diferenciaba a su colegio.

Otra distinción: que tuvieran que limpiar su salón, como es usual en las escuelas en Japón mas no en Perú.

Por eso, para él lo más especial o destacado de La Victoria era el hecho de que fuera nikkei; lo singularizaba con respecto a su entorno.

La limpieza de las instalaciones indicaba la importancia que en el colegio tenía la formación en civismo.

“El respeto por lo que hacen mis compañeros” es, dice, la enseñanza que más aprecia de sus años escolares.

La Victoria fue “muy importante y decisiva” en la formación de su identidad nikkei.

Nudo de guerra, una de las competencias más populares del undokai.

Sin embargo, más allá de lo nikkei, el colegio te marca más que cualquier otra cosa porque todas son experiencias nuevas, dice César. Su impacto como modelador de personalidades es notorio en cualquier país o cultura. Es una sensación universal.

Es lo que extraña del colegio: la novedad permanente, el descubrimiento y el aprendizaje continuos, así como la naturalidad o espontaneidad del niño sin cálculos ni agendas, que toma las cosas como son y hace amigos simplemente porque quiere. Lo hace porque le nace y punto. Son amistades puras y sinceras. “Cuando eres niño no filtras nada”, dice el dibujante nikkei.

En la vida posescolar aparecen los filtros, y los pasos por lo general tienen un propósito. Por ejemplo, en el colegio estudias lo que venga, pero después eliges qué quieres estudiar o ser.

Su promoción, al ser la primera en culminar la secundaria en La Victoria, fue “experimental”. De los profesores recuerda con gratitud a Susana Fukuhara, quien promovió actividades deportivas y artísticas.

Asimismo, evoca al director del colegio, José Kusunoki, figura perennizada en una foto en la cual aparece en un juego de fuerza que dividía a los participantes en dos bandos, cada uno de los cuales tiraba del extremo de una cuerda. Una postal de la confraternidad.

Una imagen “muy bonita”, dice César Uyeyama, las mismas palabras que utiliza para definir su etapa escolar. Bien escribe en la portada de su futura obra: “Gracias al colegio por habernos dado tanto”.

 

© 2022 Enrique Higa Sakuda

Colegio Peruano Japonés La Victoria Perú
Acerca del Autor

Enrique Higa es peruano sansei (tercera generación o nieto de japoneses), periodista y corresponsal en Lima de International Press, semanario que se publica en Japón en idioma español.

Última actualización en agosto de 2009

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