Descubra a los Nikkei

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Ver el Año Nuevo con nuevos ojos

Si los japoneses americanos tienen una festividad como la que retrataba Norman Rockwell, esto es oshogatsu.

En lugar de que alguien sirva pavo a una gran mesa de invitados, la versión nikkei probablemente presentaría a personas pasándose cajas de osechi ryori y vasos de sake. Es un momento para reunirse con la familia y amigos, atiborrarnos de comida, beber, relajarnos y hacer juegos. Es una festividad que evoca calidez, alegría y hogar.

¿Pero es una festividad a lo Norman Rockwell algo que queremos imitar? Tras los levantamientos del 2020 que exigían justicia racial para los negros americanos y las constantes marchas que crean conciencia sobre las miles de mujeres indígenas, niñas y gente dos espíritus desaparecidas y asesinadas, es un impulso que yo haga esa pregunta con mayor curiosidad.

Mientras festejamos otra celebración de oshogatsu, me encuentro rastreando mi interpretación de la raza, racismo y pertenencia a través de mi relación con la festividad.

Cuando era más joven, solía odiar al oshogatsu.

Cuando era niño, eloshogatsu se sentía incómodo. La gente no nikkei que yo conocía solo celebraba la víspera de Año Nuevo. El ritual de mi familia de acudir al templo en la víspera de Año Nuevo para hacer sonar una campana kanshoy en la mañana siguiente comer más toshi koshi soba, antes de emprender un peregrinaje a diferentes casas de los miembros del templo, se sentía tan extraño. Era una cosa más que me diferenciaba de los maestros y compañeros americanos (léase blancos) a quienes desesperadamente traté de imitar e impresionar.

En la primera casa, comía cubos de gelatina. Como solo comíamos, yo me hundía en el sofá mientras jugaba en mi consola de juegos portátil en la segunda casa. La tercera familia a la que visitábamos tenía deliciosas alitas de pollo. En la cuarta casa, yo comía rebanadas de kamaboko y char siu. Y en la última casa, comía mini bocadillos de cheesecake de cereza.Por lo general, hice todo lo posible para evitar comer cualquier cosa que tuviera un olor extraño, cualquier cosa hecha de vegetales de raíz y cualquier cosa con mariscos crudos. En pocas palabras, trataba de no comer cualquier cosa que pareciera demasiado japonés. (Pero no podía resistirme a comer el kamaboko. Era la única época del año que veía las rebanadas venir en tantos colores diferentes y ¡el kamaboko era mi comida favorita!)

Preparando wantanes fritos.

No fue hasta que mi amigo nikkei que fue a la misma escuela pública que yo preguntó qué estaba haciendo yo por oshogatsu en ese año que me di cuenta de 1) que esta era una festividad nikkei que tenía un nombre y no solo era una cosa rara que los budistas inmigrantes hacían y 2) que algunas personas lo esperan con ilusión.A diferencia de mí, mi amigo nikkei era, en mi opinión, querido entre nuestros compañeros. Y su popularidad me dio un nuevo permiso para reconocer no solo al oshogatsu sino a muchas partes de mí mismo que no me gustaban. Todavía no gritaba a los cuatro vientos que mi familia celebraba esta tradición, pero tampoco lo escondía de manera enérgica. Comencé a sentir entusiasmo por asistir al oficio deJoya-e [víspera de Año Nuevo]. Empecé a anticipar comer el aporte de wantán frito de mi tío para nuestras celebraciones. No era comida japonesa, pero era un comienzo.

Mi relación con el oshogatsu cambió nuevamente poco después de la universidad. Después de haber asistido a una escuela que medía la diversidad en seis tonos de rubio, encontré afinidad entre otros asiáticos americanos e inmigrantes de color. Comencé a ver cómo lo extranjero no tiene que ser motivo de vergüenza. Podía ser motivo de orgullo. Tener algo que me distinguiera, ahora se ha convertido en una manera de pertenencia.Comencé a ser más curioso sobre la cultura japonesa y nikkei. Descubrí quién era Utada Hikaru y canté “First Love” durante nuestro momento de karaoke de oshogatsu con mis dos hermanos. Mi papá estaba impresionado.

Y luego vino el año en que comencé a participar en algo más que solo comer en oshogatsu. Fue el año en que mi abuela enseñó a mi cónyuge y a mí la manera de cómo ella preparaba los rollos de makizushi. Para entonces, mi familia había dejado de visitar las casas de los miembros del templo por oshogatsu y habíamos empezado a organizar reuniones en nuestra casa.Mis abuelos y varios otros miembros de la familia conducían desde Central Valley para reunirse con nosotros. Y como esperábamos a más gente de lo habitual en ese año, se esperaba que todos ayudaran a preparar la comida. Mi abuela nos enseñó a hacer capas con el tamago, kanpyo, camarón en polvo, hongos, espinaca y unagi. Y ella nos contó su secreto para crear una presentación hermosa y uniforme: "corta los extremos desordenados y ¡cómelos antes de que alguien los vea!" Que ella te diga su secreto se sentía tan entrañable, que decidí intentar hacer makizushi por primera vez. Me sorprendí con lo mucho que lo disfruté. Ahora no solo es un marcador de la herencia de los inmigrantes, sino que también es algo que anhelo hacer cada año, cada extremo desordenado me recuerda ese momento.

Makizushi preparado usando la "técnica secreta" de mi abuela.

Ahora, una pandemia mundial y luego, muchas conservaciones sobre la cultura de la Supremacía Blanca,me doy cuenta de que este oshogatsu me da otra oportunidad para sanar mi racismo internalizado. En este año, asumí la responsabilidad de la festividad. Estoy estableciendo intenciones sobre por qué y cómo mi cónyuge, hijo y yo desarrollamos tradiciones de oshogatsu. Compré mi primer kagami mochi para exhibirlo en mi casa. Estoy armando una lista de compras para la tienda de comestibles japoneses. Y estoy aprendiendo sobre el significado del osechi ryori, de modo que pueda transmitir estas historias a mi hijo.

Espero que al repetir los orígenes de oshogatsu, pueda conectar a mi hijo con una manera en la que las comunidades nikkei han resistido la asimilación completa y por qué esto es vital para la autoaceptación y solidaridad con otros afectados por la discriminación y violencia racial. Estoy construyendo lazos económicos con instituciones locales nikkei. Y me estoy dando la oportunidad de conocer la cultura y comunidad de donde provengo sin juzgar, un regalo para mi niño interior.

 

© 2022 Norio Umezu Hall

Año Nuevo identidad Oshogatsu tradiciones
Acerca del Autor

Norio Umezu Hall (he/him) [él] es progenitor yonsei transmasculino, con un padre que inmigró desde Japón. Norio adora descubrir nuevos pasatiempos y pasar tiempo aprendiendo sobre las estrellas (las de Hollywood y las que están en el cielo). Cuando no está descansando, él busca hacer del mundo un lugar mejor para y con las personas que han experimentado violencia racial y de género.

Última actualización en octubre de 2021

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