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Lamentable ruptura

Alumnos de las Escuelas Japonesas de Santa Bárbara, Casa Blanca y San Vicente. La Escuela de Santa Bárbara empleó la sala del primer templo budista de Sudamérica. Fuente: Álbum gráfico informativo Perú y Bolivia, editado por el periodico Nippi Shimpo de Lima, Perú. El álbum es propiedad del señor Rigoberto Eguchi, quien la compartió para su publicación.

Llegaron al Perú en el mismo barco, el SS Hong Kong Maru. Eran cuatro viajeros dentro de un pequeño grupo de migrantes de la Prefectura de Saga-Kiushu, quienes, por la cercanía de sus poblados de nacimiento, iniciaron durante el viaje una estrecha amistad; diría mejor, “una estrecha hermandad”. 

Trabajaron juntos durante cinco años para la British Sugar, en las haciendas Santa Bárbara y Casa Blanca de Cañete, a ciento cuarenta kilómetros al sur de la ciudad de Lima.

Al finalizar sus contratos de trabajo, dos de ellos, a quienes llamaré Tamotsu san y Tsunesuke san, migraron a la ciudad de Pisco, a 90 kilómetros al sur de Cañete. Tamotsu san abrió un restaurante con mucho éxito, a media cuadra del mercado principal de la ciudad. Por muchos años tuvo la fama de preparar el mejor churrasco en toda la región del Sur Chico del Perú. Una carne cubriendo dos tercios del plato, con casi dos centímetros de grosor, suave y jugoso; un pedazo de hueso adherido a uno de los lados y una ligera cobertura de grasa en el otro, le proporcionaban el sabor especial a la carne, magistralmente cocida a la inglesa o tres cuartos.

Tsunesuke san instaló una hojalatería en la calle peatonal anexa al mercado, lo que le dio una ubicación estratégicamente buena que le aseguraba una clientela numerosa, en una época en que los menajes de cocina, el comedor y los baños eran piezas enlozadas, de hojalata o galvanizadas, susceptibles a dañarse y ser necesaria su reparación.

En Cañete quedaron Kanichi san y Masashi san, quienes optaron por el arriendo de pequeñas parcelas de terrenos agrícolas en la localidad de San Luis, muy cerca de la Hacienda Santa Bárbara. Con los ahorros obtenidos en el cultivo de estas parcelas, más los reunidos durante los años de su contrato, Masashi y su esposa optaron por un cambio, abriendo, también con éxito, un restaurante en el poblado anexo a la hacienda Santa Bárbara.

Kanichi, por el contrario, decidió adquirir la parcela arrendada y con los años ampliar la propiedad anexando parcelas vecinas a la suya. Paralelamente incursionó en las actividades de dirigencia en la asociación de la denominada Colonia Japonesa de Cañete, logrando destacada participación en la marcha de la comunidad.

Con el inicio de la Guerra y el ingreso del Japón al conflicto, los japoneses sufrieron serias consecuencias determinadas por las disposiciones que el gobierno del Perú decretara. Confiscaciones, deportaciones, limitaciones en actividades comerciales y de desplazamientos dentro del territorio nacional. En medio de estas dificultades, la amistad entre los cuatro amigos también sufrió como consecuencia de la dura situación. Sin embargo, por el hecho de residir en Cañete, la amistad de los señores Kanichi y Masashi siguió siendo muy estrecha.

De pronto un inesperado distanciamiento surgió coincidiendo con la cada vez más desfavorable situación del Japón en el teatro de la guerra. Masashi, quien por entonces se había mudado a la ciudad de San Vicente, capital de la provincia de Cañete, realizaba con frecuencia el viaje de media hora, acompañado de su esposa, para visitar a su amigo del alma. En sus conversaciones el tema obligado era las noticias de la guerra y la situación del Japón en franco proceso de deterioro; corroborado por las informaciones que en forma directa recibía de Sato san, un miembro de la Colonia Japonesa de Cañete, quien era el propietario de un taller de reparaciones de artefactos eléctricos. Este, burlando la prohibición de escuchar las emisiones de onda corta, las captaba al escuchar la transmisión directa de Radio Tokyo, utilizando un receptor de ondas cortas desarmable que había construido con piezas sueltas de varios receptores descartados.

Con todos estos elementos, diariamente, alrededor de las tres de la madrugada, iniciaba el ensamble y armaba su radio receptor de onda corta. Luego, tendía un tramo de alambre de cobre de unos diez metros de largo, entre su taller y su patio trasero, utilizándolo como antena receptora. Al concluir el espacio noticioso transmitido desde el Japón, volvía a desarmar el receptor, ocultando los componentes en diferentes lugares de su taller y de esa forma lograba burlar las revisiones periódicas, realizadas por la policía de investigaciones de la ciudad.

Masashi de esta forma conocía de una fuente confiable la situación reinante en los diferentes frentes de la guerra, y en la medida que el Japón acumulaba derrotas a lo largo de su frente, la conversación con Kanichi se volvían más difíciles, a medida que transcurrían los últimos meses de 1944.

Definitivamente, su amigo no admitía la difícil situación. Sus razones se sustentaban en unas publicaciones que recibía clandestinamente, trasladadas de contrabando desde Sao Paulo, Brasil, en las que se aseguraba lo contrario a lo que Masashi informaba. El Japón estaba ganado la guerra y las malas noticias difundidas por la prensa y radios en el país eran simple y llanamente propagandas dictadas por los Estados Unidos, tergiversando la realidad.

Cuando Masashi tocó el tema de la perdida Batalla del Golfo de Leite, Kanichi le expectoró molesto la frase que deterioró la relación de ambos: “Tú eres un derrotista y mal japonés. Todos debemos estar preparados para la insurrección. Hace tiempo que te solicito cooperes económicamente para enviar la ayuda a nuestra patria y que ahorremos lo suficiente para sufragar nuestro gasto de retorno triunfantes al Japón, pero tú persistes en el lado negativo”, y luego dando un golpe en la mesa lanzó un grito: “Tú no eres japonés, eres un traidor”.

Masashi, conteniendo las lágrimas en sus ojos, salió de la habitación sin expresar palabra alguna, simplemente, con un ademán, le indicó a su esposa que la visita había finalizado. Internamente le corroía la idea de ser un mal japonés al aceptar la situación de derrota, cuando deseaba intensamente la posibilidad de una victoria final.

Un par de meses después, cercano al final de diciembre, Kanichi envió a Masashi la invitación para que asistiera a su residencia el 1 de enero, para la celebración del “Oshogatsu”. En la mañana del primer día de 1945, muy temprano, la esposa le recordó a Masashi la celebración a la que habían sido invitados; él contestó negativamente: “no asistiré”.

Finalmente, sin lograr una respuesta positiva, ella decidió asistir acompañada de su menor hijo y cumplir con un acto de cortesía: el de transmitir los buenos deseos para el nuevo año de un amigo al otro y, tomando de la mano al pequeño, se trasladó a San Luis, a la residencia de Kanichi. La no presencia de Masashi en la reunión fue tomada como una ofensa por parte del oferente, quien, en respuesta al saludo de la esposa de Masashi, le respondió en tono brusco: “Transmítale a su esposo que aún sigo considerándolo indigno de ser japonés. Él es un cobarde traidor”.

La esposa recibió la respuesta sin inmutarse, no mostró ni un mínimo malestar y, conservando su compostura con total naturalidad, hizo entrega del omiague, el presente que había llevado. Luego, inclinando levemente su cabeza en señal de cortesía, tomo de la mano a su pequeño hijo e indicándole que se despidiera respetuosamente de los dueños de casa, dio media vuelta y dejó desconcertados a Kanichi y su esposa.

Ya en la calle, mirándole a los ojos al niño, expresó: “Korewa, Shindo Renmei desu” (Esto es Shindo Renmei*). Así, un 1 de enero de 1945, terminó una hermosa hermandad de años.
 

*Shindo Reinmei fue un grupo que, con su prédica, dividió a los inmigrantes en Brasil, siendo denominados, los que sostenían la victoria del Japón “Kachi Gumi” (Grupo ganador) y despectivamente “Make Gumi” (Grupo de perdedores) aquellos que aceptaban la derrota. Como medio de difusión crearon una publicación clandestina en la que se difundían noticias victoriosas, aun cuando el Japón había perdido toda posibilidad de triunfo. El movimiento llegó hasta el Perú, en donde lograron captar un número no determinado de simpatizantes.

 

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Nuestro Comité Editorial seleccionó este artículo como una de sus historias favoritas de serie Generaciones Nikkei: Conectando a Familias y Comunidades en español. Aquí está el comentario.

Comentario de Sebastian Kakazu

A través del relato de “Lamentable Ruptura”, el autor Jose Yoshida Sherikawa narra de una manera muy clara las vicisitudes de una hermandad forjada por la migración, el trabajo y el sacrificio que lamentablemente ha llegado a su fin por tener visiones diferentes con respecto a la posición de Japón con respecto a la Segunda Guerra Mundial. Esta historia representa quizás, a muchas historias no contadas de lamentables rupturas generadas por la guerra. Si la guerra no hubiera ocurrido, esas amistades ¿hubieran continuado y se hubieran profundizado? Es una pregunta a la cual no hay respuesta, pero me gustaría pensar que sí. Este relato nos invita a reflexionar sobre como podemos perder amistades valiosas por eventos coyunturales que no están en nuestras manos. Un tema que es muy actual dado el panorama mundial y que me hizo pensar si realmente después de tantos años hemos aprendido algo.

 

© 2021 José Yoshida Sherikawa

Cañete Casa Blanca Japón Lima Perú Santa Bárbara (Perú) Segunda Guerra Mundial
Sobre esta serie

La tema de la 10.° edición de Crónicas Nikkei—Generaciones Nikkei: Conectando a Familias y Comunidadesda una mirada a las relaciones intergeneracionales en las comunidades nikkei de todo el mundo, con especial atención a las nuevas generaciones más jóvenes de nikkei y cómo ellos se conectan (o no) con sus raíces y con las generaciones mayores.  

Les habíamos pedido historias relacionadas con las generaciones nikkei desde mayo hasta septiembre de 2021, y la votación concluyó el 8 de noviembre. Hemos recibido 31 historias (3 en español, 21 en inglés, 2 en japonés y 7 en portugués) provenientes de Australia, Brasil, Canadá, los Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda y Perú. Algunas historias fueron enviadas en múltiples idiomas.

Habíamos pedido a nuestro Comité Editorial que elija a sus favoritas. También nuestra comunidad Nima-kai votó por las historias que disfrutaron. ¡Aquí, presentamos las elecciones favoritas de los Comités Editoriales y la comunidad Nima-kai! (*Las traducciones de las historias elegidas están actualmente en proceso.)

La Favorita del Comité Editorial

 La elegida por Nima-Kai:

Para saber más sobre este proyecto de escritura >>

* Esta serie es presentado en asociación con: 

        ASEBEX

   

 

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Acerca del Autor

José Yoshida Sherikawa nació en 1935, en Cañete, Perú. Ha sido vicepresidente de la Asociación Estadio La Unión (AELU) en dos oportunidades y miembro del grupo que organizó el Primer Simposio Nisei Perú en 1979. Miembro fundador de la Asociación Panamericana Nikkei, expositor en el simposio y en la Primera Convención Panamericana Nisei México, e invitado en el Programa de Líderes Nikkei del Ministerio de Relaciones Exterior del Japón.

Última actualización en septiembre de 2021

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